La entrada de Kamala Harris a liderar la campaña demócrata ha marcado un antes y un después. Tanto es así que ese corte temporal parece proveer de una nueva distancia para empezar a sopesar el legado que deja el presidente –ahora sí, saliente– Joe Biden. El fragor de la batalla electoral y las críticas a su avanzada edad han tendido un velo detrás del cual resultaba difícil divisar qué había hecho el mandatario en los últimos cuatro años, pero al dar un paso al lado, se ha abierto un campo de visión para responder a la pregunta: ¿Cómo recordarán los libros de historia la presidencia de Biden?
«Creo que Biden será recordado positivamente por su gestión eficaz del covid-19, por las inversiones históricas en medio ambiente e infraestructura, y por tratar de ser un buen aliado a nivel global, con la ayuda financiera a Ucrania», explica a EL PERIÓDICO Laura Blessing, investigadora de Georgetown University y autora del artículo ‘Cuestión de legado’ sobre la Administración Biden. Entre los puntos negativos, están los forcejeos legislativos perdidos frente a los republicanos que han conseguido bloquear paquetes de ayuda a Ucrania o Gaza.
Si bien desde fuera se tiende a percibir que Biden podría haber hecho mucho más por causas internacionales como frenar el genocidio de Israel en Gaza, paradójicamente, desde dentro del país, se considera que ha hecho mucho –o, al menos, más que su predecesor, Donald Trump– por recuperar una posición de honor para EEUU en la arena internacional, tal y como el expresidente Barack Obama hizo respecto a su antecesor en el cargo, George W. Bush. «Biden ha revertido importantes movimientos de Trump«, dice la experta, que sigue de cerca la actividad del Congreso y la Casa Blanca desde el Instituto de Asuntos Gubernamentales de la prestigiosa Universidad de Washington DC.
En su primer día en el cargo, Biden firmó la reincorporación de EEUU al Acuerdo de París para luchar contra el cambio climático, del que Trump se había salido. También echó para atrás las amenazas de su predecesor de abandonar la Organización Mundial de la Salud (a la que acusó de estar bajo el control de China durante la pandemia), y de la Organización Mundial del Trabajo (a la que culpaba de tratar a EEUU «injustamente«). Y, más recientemente, Biden ha resucitado una OTAN que Trump ha puesto en duda como candidato y que, según el presidente francés, Emmanuel Macron, se encontraba en «muerte cerebral» antes de la invasión rusa de Ucrania.
El reto doméstico
Sin embargo, frente a la indulgencia por sus acciones exteriores contrasta una insatisfacción por sus políticas domésticas. «Su gran reto es la percepción económica«, dice Blessings.
La inflación –sobre la que no tiene incidencia la Casa Blanca sino la Reserva Federal– es la principal causante del aumento del coste de vida. En cambio, con Biden, el paro cayó a su nivel más bajo en medio siglo, por debajo del 4%. El producto interior bruto, el medidor de la potencia económica de un país, creció un 2,8% en el último cuarto del año, y un 8,4% desde la inauguración presidencial de Biden.
No es un problema único de Biden. «La percepción social se ha despegado de las cifras macroeconómicas«, apunta la investigadora. Y va un paso más allá: «Es un problema de la democracia americana» a diferencia de sociedades europeas de bienestar, donde el gobierno tiene instrumentos para repercutir más directamente en la calidad de vida de los ciudadanos. Sin embargo, el sistema estadounidense amortigua el traspaso de las políticas públicas a las realidades domésticas.
En cambio, Biden ha hecho apuestas a más largo plazo. «Ha ampliado la concepción de infraestructura, incluyendo la fabricación de microchips en EEUU«. El mismo reto de la autosuficiencia industrial que quedó patente en Europa con la pandemia, cuando ambos continentes vieron la necesidad de dejar de depender de Asia. Esto tiene también una importancia geopolítica en oposición a su gran competidor: China.
Pasar el testigo
Pero a pesar de que la renuncia a concurrir a la reelección parezca que ha cerrado la era Biden, este seguirá al frente de la Casa Blanca no solo hasta las elecciones del 5 de noviembre, sino hasta la inauguración de la nueva administración, el 20 de enero de 2025. A la luz de cómo los recientes acontecimientos han precipitado el curso político en las últimas semanas, el legado de Biden seguirá tomando forma con cada gesto hasta su marcha.
«Biden pasará a la historia por defender la democracia en EEUU«, dice Blessing en referencia al asalto al Capitolio de los seguidores de Trump. «Pero la lectura de su paso al lado va a depender de los resultados electorales. Si Harris gana la presidencia, todo se verá bajo otra luz«, concluye.