Primero en Filipinas, después en Taiwán y desde esta mañana en China está dejando el supertifón Gaemi muertos, inundaciones, deslizamientos y barcos hundidos. El grueso de la factura la paga Filipinas, azotada sin piedad en cada temporada húmeda y obligada a una reconstrucción anual cuando marcha el monzón. Buena parte de la capital, Manila, y de la isla principal, Luzon, continúan anegadas, lo que ha llevado a las autoridades a declarar el «estado de calamidad». Los medios locales muestran a la población con el agua por el pecho, aferrada a árboles o sobre los tejados. Al menos 13 personas han fallecido y más de 600.000 fueron desplazadas a la carrera.
Un petrolero hundido en la bahía de Manila, a apenas siete kilómetros de la costa, concentra ahora la atención. Las últimas imágenes lo muestran momentos antes de ser engullido por las aguas, con el morro asomando sobre el brioso oleaje, y rodeado de barcos de la Guardia Costera. Dieciséis de los tripulantes del ‘MT Terra Nova’ pudieron ser rescatados y horas después fue encontrado el cadáver de otro. La tarea más urgente es frenar la llegada al agua de los casi 1,5 millones de litros de crudo industrial que transportaba y que, si llegaran todos al mar, convertiría este episodio en el mayor vertido de la historia de Filipinas. La mancha negra se extiende ya por cuatro kilómetros y las autoridades hablan de una «carrera contrarreloj».
Taiwán, la etapa posterior, ha sumado este jueves su segundo día en estado de semiparálisis. Las autoridades han cerrado colegios y mercados financieros, detenido trenes y cancelado cientos de vuelos. También las maniobras militares anuales Han Kuang que ensayan la respuesta a una invasión china han sido paralizadas. Taipei, una de las capitales más briosas de Asia, aparecía casi vacía hoy, con sacos de tierra frente a muchas tiendas. Tres personas han muerto: un motorista sobre el que cayó un árbol, una mujer atrapada bajo un muro y el conductor de una excavadora volcada por las aguas. El primer tifón que recibe la isla este año es el más fuerte de los últimos ocho, con vientos que rozan los 230 kilómetros por hora, según los servicios meteorológicos taiwaneses. Su llegada fue precedida por largas colas en los supermercados para prepararse para el encierro.
Marineros desaparecidos
Las autoridades recibieron al alba la llamada de SOS de un carguero con bandera de Tanzania y con tripulación birmana. Poco después se hundía frente a Kaohsiung, la gran ciudad del sur de la isla, y ninguno de sus nueve marineros han podido ser encontrados aún. Otros tres barcos han encallado en las costas taiwanesas en los dos últimos días.
A medianoche el tifón arribó a la China continental siguiendo su trayectoria hacia el oeste. Las provincias de Fujian y Zhejiang han emitido la alerta roja, la más alta, y suspendido el tráfico aéreo y ferroviario, prohibido que los barcos salgan a la mar y cerrado las atracciones turísticas. Más de 150.000 personas de Fujian, la provincia más cercana a Taiwán, han sido evacuadas. Los expertos sostienen que el tifón seguirá su curso hacia el norte, ya más debilitado, pero con fuerza aún para causar destrozos.
Los tifones son habituales en la zona pero el calentamiento global los han convertido en más impredecibles y destructivos a pesar de la batería de precauciones. El tifón Haiyan, uno de los más fuertes de la historia moderna, dejó más de 6.000 muertos una década atrás. Ninguna parte del mundo sufre tanto los fenómenos meteorológicos extremos y los pronósticos más alarmistas advierten de que algunas de las principales ciudades asiáticas podrían quedar sumergidas a finales de este siglo. Las políticas son dramáticamente urgentes en Filipinas, castigada una y otra vez por las tormentas devastadoras. Su presidente, Ferdinand Marcos Júnior, intentó calmar a la población esta semana aludiendo a los 5.500 proyectos para controlar las inundaciones ya completados y los muchos más en marcha.