Primero en Filipinas, después en Taiwán y desde esta mañana en China está dejando el supertifón Gaemi muertos, inundaciones, deslizamientos y barcos hundidos. El grueso de la factura la paga Filipinas, azotada sin piedad en cada temporada húmeda y obligada a una reconstrucción anual cuando marcha el monzón. Buena parte de la capital, Manila, y de la isla principal, Luzon, continúan anegadas, lo que ha llevado a las autoridades a declarar el «estado de calamidad». Los medios locales muestran a la población con el agua por el pecho, aferrada a árboles o sobre los tejados. Al menos 13 personas han fallecido y más de 600.000 fueron desplazadas a la carrera.

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