El duelo es ya prácticamente oficial. Solo un día después de que el presidente Joe Biden renunciara a ser candidato demócrata y diera su apoyo a Kamala Harris, la vicepresidenta de Estados Unidos se ha garantizado este lunes el apoyo de los delegados suficientes para hacerse con la nominación, según un recuento de la agencia AP.
Sin rivales en la carrera y con un sólido respaldo en el partido, entre donantes y grupos fundamentales como potentes sindicatos, Harris acaricia ya la histórica candidatura. Debe aún formalizarse, en una votación que no esperará a la Convención en Chicago que arranca el 19 de agosto y que se celebrará antes del 7 de agosto de forma telemática según ha dicho el Comité Nacional Demócrata, que asegura que la adelanta para cumplir requisitos legales en varios estados y tratar de frenar potenciales demandas de los republicanos. Pero la nominación de Harris se da por hecha.
Ella misma ha actuado ya como candidata de facto. Ha emitido un comunicado declarándose “orgullosa” de haber conseguido los respaldos suficientes para ser la nominada y deseosa de “aceptar la nominación pronto”. “Tengo toda la intención de unir al partido, a la nación y ganar a Donald Trump en noviembre”, ha dicho.
Los ejes de la campaña
Unas horas antes, en su primer acto de campaña este lunes, ya entraba de lleno en el ataque al candidato republicano. “Fui fiscal (…), conozco a los tipos como Donald Trump”, ha dicho durante una visita en Delaware al cuartel de la campaña que hasta el domingo buscaba la releección de Biden y que se ha puesto con toda la operación política, los fondos y el personal a trabajar para la vicepresidenta.
Ese discurso de cerca de 20 minutos que ha ofrecido Harris sirve de guía de los ejes sobre los que va a librar la batalla con Trump. Ha empezado recordando las condenas del republicano, desde en el caso penal por los pagos a Stormy Daniels que le ha convertido en un criminal convicto hasta por agresión sexual o el fraude de la Universidad Trump. Pero ha asegurado también que “no se trata solo de nosotros contra Donald Trump” sino de dos visiones de EEUU. ”Una se concentra en el futuro, otra en el pasado. No vamos a ir hacia atrás”, ha prometido en una frase que ha repetido en un par de ocasiones.
“Fortalecer la clase media será un objetivo que defina mi presidencia”, ha dicho también Harris, que ha hablado de lucha contra la pobreza, salarios justos, atención médica accesible o jubilaciones dignas poniéndolas en contraste con políticas de Trump. Y ha advertido contra el “extremo Project 2025” asociado al republicano, que plantea recortes de impuestos a millonarios y grandes corporaciones y, en palabras de Harris “amenaza con poner la seguridad social y la sanidad pública para mayores en la guillotina”. “EEUU ha probado ya esas fórmulas económicas y no llevan a la prosperidad”, ha dicho, “llevan a la injusticia económica y la desigualdad”.
Harris también ha prometido asegurar el derecho de voto, impulsar medidas de control de armas y, en el que va a ser otro de los elementos centrales de su campaña, defender los derechos reproductivos. “Si se le da la oportunidad a Trump firmará un veto nacional al aborto pero no vamos a dejar que eso suceda”, ha declarado. Aunque las opciones demócratas de hacerse con el control del Congreso en noviembre son extremadamente complicadas, y roza la utopía pensar que podrían lograr la mayoría necesaria, Harris ha asegurado que si lo consiguen aprobarán una ley que garantice el derecho a nivel nacional que ella firmaría como presidenta.
Llamada de Biden
Era una intervención enérgica, confiada y optimista, que ha sido recibida con entusiasmo en el cuartel general. Y ha llegado precedida de una llamada del propio Biden, la primera intervención pública desde el anuncio de su renuncia el domingo a través de una carta publicada en redes sociales.
En esa llamada desde la casa en la playa en el mismo estado donde ha pasado desde el miércoles el aislamiento por su contagio de Covid el presidente ha llamado a “abrazar” a Harris (“es la mejor”, ha dicho) y ha asegurado que “el nombre ha cambiado en lo alto de la papeleta pero la misión no ha cambiado en absoluto”.
Biden ha repetido también en tres ocasiones una frase: “No me voy a ningún sitio”. Era un compromiso de volcarse en apoyar ahora a Harris, para quien han aceptado seguir trabajando también las dos jefas principales de su campaña. Pero era también la respuesta de Biden a las repetidas llamadas de los republicanos desde el domingo a que renuncie también a la presidencia.