La decisión del presidente estadounidense Joe Biden de poner fin a su campaña de reelección se produce después de una serie de errores estratégicos de su equipo de campaña y asesores de la Casa Blanca. Estos desaciertos amplificaron los temores de que el presidente de 81 años no puediera ganar las elecciones de noviembre, ni gobernar el país durante otros cuatro años.
La vacilante actuación de Biden en el debate presidencial del 27 de junio, contra el candidato republicano Donald Trump, empujó incluso a algunos de sus aliados más cercanos a cuestionar si podría soportar una campaña completa. Un planteamiento que avivó las cuestiones sobre la capacidad para otro segundo mandato.
En cuestión de días, Biden pasó de ser la figura principal del partido a convertirse en un lastre. Se convirtió en el primer presidente en funciones que renunciaba a una posible reelección desde Lyndon B. Johnson en 1968.
Éstos fueron algunos de los momentos clave que llevaron a la caída de Biden.
El golpe de debate: de Abril a Junio
El propio Biden puso en marcha el debate, después de decirle al presentador de radio Howard Stern en abril que debatiría con Trump, a pesar de las preocupaciones de algunos de sus aliados de que un debate podría hacer poco para mejorar sus posibilidades o incluso arrojar una luz poco favorecedora sobre él.
Algunos asesores de Biden pensaron que habían logrado un gran éxito al aceptar un debate en junio. Trabajaron con la cadena CNN para dar forma a las reglas a su favor y el 15 de mayo acordaron realizar dos debates, incluido el primero el 27 de junio.
Su mano derecha consideró que la mejor opción sería un debate adelantado, para convencer a los votantes de que no había otra opción anti-Trump en la carrera, pero también para amortiguar el golpe de cualquier actuación mediocre del presidente.
El formato (sin audiencia que respaldara los chistes de Trump, sin candidatos de terceros partidos, moderadores en los que pudieran confiar y un botón de silencio en los micrófonos) favorecería, pensaron, el estilo de Biden.
Jet Lag: del 4 al 27 de junio
Biden voló a Europa dos veces y a la Costa Oeste durante un período de 14 días antes de tomarse unos días para descansar en su casa de vacaciones en Rehoboth Beach, Delaware.
Biden estaba cansado y arrastrado al final del viaje, según varias personas que lo observaron durante ese período.
Él y sus ayudantes se dirigieron a Camp David para sesiones de preparación enfocadas el 21 de junio, donde bombardearon a Biden con detalles y luego siguieron con debates simulados durante la mayor parte de siete días.
Una mala noche: 27 de junio
En los estudios de la CNN en Atlanta, Biden se trabó al hablar y perdió el hilo de sus pensamientos. Su forma de hablar, su apariencia y su voz atrajeron de inmediato la atención de los periodistas, que pidieron una explicación a sus colaboradores.
Los funcionarios dijeron a los periodistas durante el debate que Biden estaba enfermo con un resfriado y que la ronquera de Biden mejoraría a medida que avanzara la ponencia. Pero sus respuestas inconexas sorprendieron a los votantes, donantes y funcionarios demócratas. Un estratega demócrata lo calificó de «desastre».
Trump, de 78 años, repitió una serie de falsedades evidentes y trilladas durante el debate de 90 minutos , incluidas las afirmaciones de que en realidad había ganado las elecciones de 2020. Biden no logró refutarlas, dejando frases y pensamientos sin terminar.
Trump criticó a Biden por ser incoherente: «Realmente no sé qué dijo al final de esa oración. No creo que sepa lo que dijo».
Caída: del 27 de junio al 2 de julio
«Sé que no soy un hombre joven, por decir algo obvio», dijo Biden al día siguiente del debate, admitiendo su pobre actuación. «Casi me quedé dormido en el escenario», dijo el 2 de julio.
Las llamadas instando a Biden a renunciar comenzarían en las horas posteriores al debate. Demócratas preocupados que vieron su futuro político pasar ante sus ojos.
Los donantes amaenazaron con retirar sus dádivas si no veían un cambio en el desempeño del candidato.
El demócrata de la Cámara de Representantes Jim Clyburn, fundamental en la victoria de Biden en 2020, dijo el 2 de julio que respaldaría a la vicepresidenta Kamala Harris si Biden se retiraba y sugirió la idea de una «mini primaria» si Biden se hacía a un lado.
La expresidenta de la Cámara de Representantes Nancy Pelosi, aliada de Biden desde hace mucho tiempo, dijo que era legítimo preguntar si la actuación de Biden en Atlanta fue un «episodio» o una condición. También insinuó que Biden tendría que examinar su decisión de participar en la contienda.
La presa se rompe: del 5 al 8 de julio
Biden no lograría acallar el coro de disidencia.
En su primera entrevista importante después del debate, el 5 de julio, Biden le dijo al presentador de ABC News, George Stephanopoulos, que sólo el «Señor Todopoderoso» podía expulsarlo de la carrera.
Lo que es más preocupante para algunos demócratas es que Biden dijo que podía aceptar permanecer en la carrera y perder ante Trump «siempre que lo dé todo y haga el mejor trabajo que sé que puedo hacer».
Treinta y seis legisladores demócratas estadounidenses y un independiente que participa en el grupo demócrata finalmente pedirían que Biden abandonara la fórmula durante los 24 días posteriores al debate.
OTAN – del 9 al 12 de julio
Biden intentó seguir adelante. Concedió entrevistas, celebró una conferencia de prensa y pronunció discursos severos durante la campaña electoral, así como en la cumbre de la OTAN de aliados de Estados Unidos.
Pero a veces los acontecimientos suscitaron más inquietud que tranquilidad.
En la cumbre de la OTAN de la segunda semana de julio, Biden confundió los nombres de su vicepresidenta Harris y de su rival republicano Trump, y los del presidente ucraniano Volodímir Zelenski y el presidente ruso Vladimir Putin, cuyos países están en guerra entre sí.
Las encuestas mostraron que Biden estaba detrás de otros demócratas en muchos de los estados y distritos clave que los demócratas necesitan ganar en noviembre, aunque las encuestas a nivel nacional continuaron apuntando a una carrera reñida.
Biden no se inmutó, seguía creyendo que era el mejor candidato para enfrentar a Trump y que podía recuperarse de este revés como lo ha hecho tantas veces antes, una visión reforzada por un círculo cercano de asesores.
Atentado contra Trump: 13 de julio
Trump recibió un disparo mientras daba un discurso en Pensilvania. La bala le rozó la oreja y le dejó el rostro ensangrentado, y se difundieron ampliamente fotos del expresidente levantando el puño en señal de desafío.
Los republicanos hablaron de providencia divina y se unieron en torno a su candidato. Los demócratas temían que sus propias posibilidades estuvieran malditas, pues sólo veían un camino más estrecho hacia una victoria en noviembre.
Días después, Biden contrajo COVID-19 mientras hacía campaña en Nevada. Mientras se recuperaba en su casa de Rehoboth Beach, Delaware, tuvo tiempo, solo y aislado, para decidir si terminaba su campaña y cómo.