Durante cuatro días el Fiserv Forum de Milwaukee (Wisconsin), sede de la convención republicana, ha sido una auténtica MAGAfiesta. El movimiento Hacer Estados Unidos Grande de Nuevo es ya sinónimo del Partido Republicano, una formación que Donald Trump ha transformado, dominado y hecho totalmente suya.
El discurso de Trump de aceptación de la nominación para las presidenciales de noviembre el jueves puso el broche final a un cónclave que, tocado de un aura casi mística tras el intento de asesinato del sábado pasado, y elevado además al llegar en paralelo a la crisis en el partido demócrata, deja importantes conclusiones sobre la evolución y el futuro inmediato y a largo plazo del partido y del trumpismo.
El partido de Trump
En 2016 Trump se hizo con la nominación tras intensas luchas internas y con la frontal oposición del aparato del partido. Tras su mandato y después de los intentos de revertir la victoria de Joe Biden en 2020 y el asalto al Capitolio siguió manteniéndose una línea de discrepancia. Hoy no hay resistencia y, si la hay, se libra en voz baja, algo que confiesan delegados pidiendo anonimato por el miedo a represalias que lleven al exilio político.
Pocos momentos ha habido en Milwaukee que ejemplifiquen esa unidad voluntaria y también impuesta si se quiere sobrevivir políticamente como el discurso de Nikki Haley. Quien planteó el mayor reto en primarias besó también el anillo e incluso enterró las advertencias sobre el impacto para EEUU y la política global del aislacionismo.
El credo
Populismo nacionalista para la clase trabajadora. Ese fondo del ‘EEUU primero’ se ha asentado como el credo ideológico y político del partido. Y lo que durante décadas habría sido impensable en una convención republicana o se habría asociado al Partido Demócrata, como las denuncias de la “avaricia corporativa” o los ataques a Wall Street, ha sido moneda de cambio habitual desde el escenario en Milwaukee.
El vocal y representante más destacado del nuevo republicanismo trumpista ha sido J.D. Vance, escogido como candidato a vicepresidente de Trump, pero uno de los momentos más significativos de la convención fue el discurso que ofreció el lunes Sean O’Brien, líder de los Teamsters, un poderoso sindicato.
Unidad y organización
Trump y su movimiento fueron en el pasado sinónimo y exposición de caos pero hoy lo son de una organización ejemplar, disciplinada y en control casi perfecto tanto en formas y fondo. A Milwaukee se llegó con la determinación de lanzar un mensaje de unidad, tanto para la formación como para el país, y al menos en la hora más noble de la convención, la de discursos que retransmiten en directo para todo el país las televisiones, es el que se envió.
Solo el propio Trump se disparó en el propio pie. Aunque en su discurso incluyó múltiples mensajes presentándose como un líder que apela y se ofrece a la unidad nacional, volvió a mostrarse incapaz de reprimir la retórica divisiva y de ataques que sigue dañándole con indecisos y moderados.
Culto
En todo el Fiserv Forum no se podía encontrar estos días una imagen que no fuera la de Donald Trump ni parafernalia que no tuviera al candidato o a MAGA en su centro, elevando la sensación de un auténtico culto.
Dinastía
Tres de los cuatro días y en, alguien con apellido Trump ha pasado por el escenario. Habló Lara Trump, nuera del expresidente a la que ha puesto al frente del Comité Nacional Republicano. Habló su hijo Eric. Y habló también Donald Trump Jr, cada vez con un papel político más fundamental. Incluso hubo un discurso de Kai Madison, la nieta mayor, de 17 años. Parte del esfuerzo era humanizar la figura de Trump, pero también deja el regusto del avance de una nueva dinastía.
Quienes no hablaron desde el escenario fueron la exprimera dama, Melania, e Ivanka, la hija que durante el primer mandato fue, como su esposo, Jard Kushner, asesora en la Casa Blanca. Solo acudieron el jueves a la jornada final, en la que no estuvo presente Barron , el hijo del expresidente y Melania Trump.
Futuro
Con la selección como candidato a vicepresidente de Vance, un perfecto aliado ideológico de solo 39 años, Trump, de 78, no solo gana un activo para buscar a votantes en Pensilvania, Michigan y Wisconsin o entre los jóvenes sino que marca a un delfín.
Milwaukee además ha servido para apuntalar otras figuras de futuro y nueva generación en este partido trumpista. Ahí están el periodista Tucker Carlson o el congresista Matt Gaetz. Y pocos discursos fueron más energéticos y mejor recibidos que el de Vivek Ramaswamy, que se dirigió específicamente a la generación Z.
Con numerosos oradores negros e hispanos, la convención también ha hecho un visible esfuerzo para alejar al partido republicano de Trump de la imagen de racismo y xenofobia e intentar reforzar sus avances entre votantes de minorías.
La agenda más radical
Con la vista puesta en noviembre Trump consiguió que el programa del partido pasara de puntillas por cuestiones como las armas o el aborto, evitando dejar sobre el papel las posturas más radicales y tratando de marcar distancias con el polémico y radical Project 2025, que los demócratas denuncian como su auténtico programa en la sombra para un segundo mandato.
También otras de las propuestas mas divisivas de los republicanos se dejaron fuera del horario de máxima audiencia en televisión pero no de la convención. A lo largo de cuatro días ha habido un martilleo de discursos durísimos sobre inmigración, atacando a los demócratas por la economía, por lo que se retrata como un declive de EEUU o por políticas progresistas en cambio climático y cuestiones de género, raza o identidad sexual que se denostan como “woke”.
También ha estado muy vivo el discurso atacando los resultados de 2020 o el supuesto uso político del Departamento de Justicia para perseguir en una “caza de brujas” a su mártir, Trump, o a sus aliados. Una de las mayores ovaciones de los cuatro días la recibió el exasesor de Trump Pete Navarro, que llegó a Milwaukee directamente de la cárcel tras cumplir sentencia por desacato al Congreso.