Como el de la mayoría de los clubs, el mercado del Real Zaragoza comenzó despacio, mucho más lento que la velocidad a la que trabaja la mente del aficionado, siempre ansiosa por estas fechas del año. En realidad, y esta es una ley universal que vale para todos los veranos, no importa tanto la celeridad como la precisión y el acierto. No importa cuándo sino cómo y qué. Más todavía si el número de salidas decididas es altísimo y el de entradas, tanto o más.

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