Luis Merino Pastor (Zaragoza, 1954) ha sido durante casi tres décadas, de comienzos de los 70 a la entrada del nuevo siglo, el hombre más poderoso de la radio musical española. Subdirector, primero, luego director de ‘Los 40 principales’ y finalmente principal directivo de toda la red de emisoras musicales de Prisa, tuvo en sus manos el fracaso o la gloria de cientos de artistas españoles. Hoy consultor, acaba de publicar, al alimón con Tudi Martín, ‘Cuando la música era redonda’, un repaso a su trayectoria radiofónica que es historia de varias generaciones. Coleccionista musical insaciable (posee más 4.000 objetos de los Beatles, incluido un bajo Hoffner de McCartney, o el bombo de la batería de AC/DC), musicalmente continúa al día, consciente de que los años de esplendor de la radiofórmula han sucumbido ante la irrupción de las redes sociales y el ‘streaming’. «A la gente le basta con 20 segundos de una canción, no quiere más».
¿Escucha usted la radio musical?
Poca. La radio es algo más que lo que se hace ahora. La radio debe tener una serie de elementos inalterables. Uno es la prescripción. Una radio debe prescribir, no poner lo que dice un estudio de mercado o lo que piden los oyentes. La radio tiene que descubrir, que sorprender. Un algoritmo no te sorprende nunca. Esos mismos estudios de mercado han hecho que desaparezca el disc jockey. Luego, si no hay prescripción ni hay comunicación, es que no hay radio.
¿Hay algún momento que recuerde especialmente durante su etapa profesional?
Una mañana, saliendo desde Madrid a Galicia en coche, oigo en la radio a Rosa Chaves poniendo ‘Hoy no me puedo levantar’, de Mecano. Dije, joder, qué bueno es esto, es como si fuera Vainica Doble pero en tecno, podría ser la sintonía de un programa de Armiñán. Cuando volví a Valencia a Radio Mediterráneo, yo tenía mucha amistad con El Corte Inglés. Yo les pasaba la lista de lo que yo programaba y en base a esa lista ellos pedían los discos a las discográficas. Les dije: «Vamos a hacer un éxito de verdad, vamos a hacer un éxito de Mecano». Lo tuve en máxima rotación e hicieron un concierto gratuito entre los oyentes. Llamo a la discográfica y pregunto cuánto ha vendido Mecano. Me dicen: «Poco, les vamos a dar la carta de libertad». Al cabo de dos o tres días me llaman. Habían vendido 4.500 discos en toda España, de ellos, 4.000 en Valencia. No solo no les dieron la carta de libertad, sino que les pusieron a grabar otro single y el primer elepé. Al cabo de unos meses les dieron el disco de platino. En consecuencia: cómo te vendan una canción, cómo te la cuenten, cómo te apasione, la vendes de una manera o de otra.
Las radiofórmulas siempre han tenido más visión que las disqueras. En el 82 Hispavox se deshizo de Radio Futura.
Aquello fue más grave todavía, porque pillaron una época de fans, con Leif Garret, Pedro Marín, Iván. Y claro, del ‘Enamorado de la moda juvenil’ a la ‘Estatua del jardín botánico’, lo de los fans no había por dónde cogerlo. Y debo decir que aunque las compañías de discos se han equivocado mucho, contribuyeron a medio siglo de oro de la música popular. Ganaban mucho con unos, perdían mucho con otros. Eso sí, yo siempre les decía: «Los singles los elijo yo, a mí no me digáis cuál es el single, yo te lo digo». Yo elegía los singles de muchos discos.
Eso es poder.
Por ejemplo, Radio Futura graban su directo en el Pachá de Valencia. Los singles los elegíamos en el estudio. Lo mismo con Los Secretos. El poder era inmenso, pero era lógico. Si lo que necesitaba un grupo era estar en el escaparate, que diga el escaparatista de qué color tienen que ser la cosas.
¿Por qué ‘40 principales’ y no 30 o 20?
Todas las listas americanas eran de 100. Luego apareció el ‘American Top 40’. Rafael Revert, que fundó ‘Los 40’ el 18 de julio de 1966, piensa que cien discos —aunque luego montó Cadena 100—, era difícil darles dinámica. ‘Los 40 principales’ fue un nombre de guerra, no iba a ser el definitivo, lo de los ‘principales’ no le gustaba a Revert, pero como pasó de programa a estar todo el día en Radio Madrid, así se quedó.
¿Qué había que hacer para ser número uno de ‘Los 40 principales’?
Primero, pensar en el oyente. Para mí era fundamental preocuparme por el producto local, y con lo que sobre, lo mejor de fuera, de Inglaterra y de EEUU. Cuando veías que una canción podía ser número uno, yo hablaba con los artistas o con la compañía y les decía: «¿Qué hacemos? ¿Hacemos un concierto en Zaragoza o en Valencia? Porque necesitáis promoción». Con el tanto por ciento de calidad de la canción y el tanto por ciento de la colaboración del artista con la emisora se hacían los números uno. Ha habido artistas que no han hecho nada, pero era tan importante la canción que tenía que salir porque sí. Llegó un momento que se decía que cobrábamos. Eso es mentira, jamás. Lo que yo sí les decía a las compañías de discos era: «si crees en mí como vehículo promocional, cuando haya marketing quiero mi parte, pero yo no te obligo».
¿Y eso cómo lo hacían, con los derechos de edición?
Muy fácil. Las compañías decían: «Hemos vendido 100.000. Te corresponde tanto». Y eso se hacía con un disco o con otro. Y eso se hacía con todas las emisoras. Pero sobre todo era vincular al artista con tu sello. Había una entente cordial entre Radio 3 y ‘Los 40 principales’. ‘Los 40’ no están hechos, en teoría, para descubrir a nuevos artistas. Era mejor que en su ‘maceta’ original los trabajara Rey u Ordovás. Y así Radio Futura pasó de vender 30.000 a vender 300.000. Lo que sonaba en Radio 3 acababa sonando en ‘Los 40’ al cabo de unos meses. En el principio de ‘Los 40’ estaban las votaciones de los sábados, absolutamente neutralizadas por las compañías de discos y los clubes de fans. Con gran diferencia, el mejor ejemplo de fans era Camilo Sesto.
¿El carácter comercial de ‘Los 40’ les ha hecho llegar tarde a la modernidad? (la Movida, el grunge, el brit pop, el indie…)
En el principio cabía todo. Cabía El Fary y cabía Rocío Jurado. Hubo un momento en que dijimos: «No se puede meter a El Fary con Depeche Mode». Con el nacimiento de Discos DRO recibimos una hoja de promoción en la que, ‘grosso modo’, venían a decir: «Hacemos discos que no queremos que suenen en ‘Los 40 principales’». Les llamamos para empezar a poner algún disco suyo. Con el nacimiento de DRO, ‘Los 40’ deja de esperar a que se consolide el disco en las emisoras independientes y arrancan ya directamente en ‘Los 40 principales’.
¿Y eso ocurrió con otros géneros? ¿Oasis y Blur entraron en tiempo en la lista?
Por supuesto. Desde el año 90 ya no puedes jugar.
He visto esta semana los cinco primeros de la lista: ‘Ibiza’, de DePol; ‘Coco loco’, de Maluma; ‘Lala’, de Myke Towers; ‘Vampire’, de Olivia Rodrigo; y Eva Longoria, de Ozuna y Davido. No había oído ninguna.
Ni yo.
En cualquier caso, las canciones de ‘Los 40’ eran tarareables, por eso se hacían conocidas.
Lo que ha cambiado dramáticamente es el consumo de la música. Se consume más música que nunca, sí, en el gimnasio, donde cada uno lleva su música, la utiliza para correr y no escuchan nada. Yo tengo la impresión de que hoy, en general, están acostumbrados al chopped y la hamburguesa, y no hay interés por saber a qué sabe un solomillo o una codorniz. Chopped y hamburguesa. Y es lo que se consume.
Imagino que el reguetón no le gusta.
No. Lo siento. Hoy la música viene aquí [señala el móvil], y el enemigo de ‘Los 40 principales’ no es Cadena 100, es Facebook. En el gasto de tiempo del usuario, que ya no es el oyente, tienes que pelear con Instagram, TikTok,… ¡TikTok! Está cambiando la forma de hacer música, son 20 segundos lo que quiere la gente, no quiere más. ¿Dónde está el negocio? En las plataformas. Las compañías viven hoy de la factura de Spotify o de Apple Music. El 90% de la facturación de Spotify es fondo de catálogo, solo el 10% son ese tipo de hits. Son artistas que entran y desaparecen.
El vídeo no mató a la estrella de la radio. ¿El ‘streaming’ puede hacerlo?
No solo hemos cambiado el soporte. Hoy la gente no quiere poseer, quiere tener puesta a disposición. Yo escucho las nuevas versiones que Roger Waters hace de clásicos de Pink Floyd y pienso: «Eso no es suyo, esa música es mía, es de todos». Hemos cambiado la posesión por el usufructo, y eso no genera ninguna pasión. El artista cobra, pero hay canciones que son del acervo popular.
¿Qué es lo más extravagante o lo más caro que le han ofrecido por ser número 1 de ‘Los 40 principales’?
No le voy a decir el artista, pero un artista muy grande me dijo: «Lo que quieras». «Tú ya no puedes ser número 1 de ‘Los 40’», le dije. Su estadío ya no era de ‘40’. El problema de toda una generación era que despreciaba todo lo que no fuera ‘40’. En el 98 fue un acierto hacer ’40 Classic’.
¿Cuántos enemigos se ha granjeado o cuantas amistades ha roto por no ser número 1?
Todo pasa. Procuro no hacer demasiadas astillas, ni cuando me enfado ni cuando recibo, porque al final, posiblemente, tú necesites a ese artista porque va a sacar otro disco fantástico y ese artista te necesite a ti. Puede haber temblor, pero nunca pasa de una magnitud 2.4.
¿Qué le parece la evolución de Miguel Bosé, tantas veces en sus listas?
Estuve hablando con él hace muy pocos días. Miguel es uno de los tíos más inteligentes que yo he conocido, listo como un demonio. Perdí el contacto con él cuando empecé a ver que sacaba su vida personal y se olvidaba de lo artístico. Yo no lo hubiera hecho así, no he entendido muchas cosas. El otro día contacté con él para felicitarle por la serie de Movistar+, porque entiendes todo lo que ha pasado. Ese choque de trenes de su padre y de su madre, y la infancia aterradora que tuvo, el padre prescindiendo de él, avergonzándose de él. Tuvo que ser tremendo.
De todos los locutores o disc jockeys que ha tenido ‘Los 40 Principales’, aparte de casos poco conocidos como Pastora Vega o Ana Blanco, el referente siempre fue Joaquín Luqui. ¿Diría que se le ha hecho justicia?
No. Yo tengo un amigo, que es el número dos de Universal Music, que siempre me decía: «El único que vende música es Joaquín Luqui». Es el mejor comunicador musical que ha existido. Cuando en la radio dejaron de tenerlo en primera línea, me lo llevé a 40 TV, y allí le dimos un recorrido muy serio, con una presencia muy particular. Aquí venía Paul McCartney y no conocía a nadie; a Joaquín, sí, por el pelo; o Mariah Carey, que decía: «a mí el ‘homeless’ no me entrevista». O Madonna… la bronca que tuvimos con Madonna, por Dios. Vamos Joaquín y yo a entrevistarla a Milán, y antes que nosotros entraron Martes y Trece y le calzaron las bragas. Imagínate cómo estaba Madonna cinco minutos más tarde. Entonces Joaquín le decía; «’Shining, shining’, [brillante] la mezcla de ‘Frozen’». Entonces ella recogía cinta. Joaquín te ponía los discos de los Beatles dos meses antes de que salieran. Fui su amigo, luego su jefe y acabé siendo su confesor en los momentos más difíciles. Y tuvo una muerte tan tonta, tropezó y cayó.
¿Cuántas veces ha oído eso de que vuelve el vinilo?
Yo no lo he dejado nunca. En dinero vende más que los cedés. El vinilo se ha convertido en un fetiche, yo nunca he dejado de coleccionarlos. Hace dos semanas he comprado el último disco de Elton John que no estaba editado en vinilo, ‘Made in England’. Pero hoy nadie tiene equipo de música. Para escuchar bien un vinilo, si tu equipo vale menos de 6.000 euros no lo hagas. De ahí para arriba.
Pero para escuchar música en el móvil, imagino que las producciones habrán abaratado el coste.
Por poner un ejemplo cercano, ‘Entre el cielo y el suelo’, de Mecano, grabado en Abbey Road, costó 100 millones de pesetas de la época [600.000 euros de 1986]. Hoy eso es imposible, porque además el dinero ya no está en los discos. Los Beatles dejaron de actuar para dedicarse a hacer música. Hoy, grabas el disco como pretexto para hacer una gira nueva.
¿Tiene usted parálisis musical? Ya sabe, aquello de que «ya no se hace música como la de antes».
No, lo que hay es poca gente que hace música como la de antes. Te invito a que escuches el día 29 el último disco de Steven Wilson, un musicazo como la copa de un pino. Yo antes me quedaba sin dinero porque salían cinco discos el mismo día. Ahora pueden pasar cinco meses. En siete años, los Beatles sacan 14 elepés, uno de ellos doble. Michael Jackson ya sacaba uno cada cuatro años. Es cierto que vivir de la música se está poniendo muy difícil y el talento se va hacia otras áreas. Hoy, para que un autor cobre siete céntimos por canción tiene que sonar 600 veces en Spotify.
¿Cuándo deja la radiofórmula de ser la gran prescriptora musical?
En el año 2001, la radio deja de ser el gran foco para iluminar la música y pasa a ser un programa de televisión, un concurso, un ‘reality’: Operación Triunfo. Y no tengo nada en contra de OT, pero había otras cosas más interesantes que perfilaban a un artista que a lo mejor no habría salido por la vía tradicional, y que el artista tradicional no habría cabido en ese tipo de programas. Y ese cambio, en que el objeto es la convivencia y el disco pasa a ser un elemento más del ‘merchandising’, es una de la claves de cómo la evolución de la música ha ido por ahí. ¿Qué te importa a ti de ‘La Voz? ¿Los que cantan o el jurado? Los programas musicales de televisión ya no son programas musicales, sino de entretenimiento. Usan la música, no la promueven. La música ya no es el objeto, es la herramienta. Entiendo que para los artistas que van de jurado tienen una fuente de ingresos que les viene muy bien.