Los Juegos Olímpicos de París 2024 se celebrarán en un contexto de récord de temperaturas en el mundo. El calentamiento global no solo está elevando las temperaturas promedio, sino que también está intensificando la frecuencia y duración de las olas de calor.
Este fenómeno afecta gravemente tanto a los atletas como a los espectadores, generando preocupación sobre el desarrollo seguro y exitoso de los eventos deportivos que tendrán lugar en la capital francesa. Los datos recientes indican que el año 2023 fue el más caluroso jamás registrado, exacerbando los desafíos que se enfrentarán durante la inminente cita olímpica.
Lecciones de Tokio 2020
Los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, aplazados a 2021 por la pandemia de covid, ya fueron los más sofocantes de la historia, con temperaturas superiores a 34 °C y una humedad del 70 %. Los atletas afrontaron graves problemas de salud, desde desmayos hasta deshidratación severa.
Esto evidenció la importancia de monitorear el índice de temperatura de globo y bulbo húmedo (WBGT, por sus siglas en inglés), que mide el estrés térmico en condiciones de sol directo, considerando temperatura, humedad, viento y radiación solar.
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Con un WBGT de 26.8 °C de media, los eventos climatológicos extremos en Tokio casi alcanzaron el límite de suspensión de competiciones deportivas. Esto demostró cómo las condiciones extremas pueden afectar el rendimiento y la salud de los atletas, así como la necesidad de adaptar las competiciones para garantizar la seguridad de todos los participantes.
Recomendaciones basadas en el WBGT
Diversas organizaciones deportivas establecen recomendaciones específicas basadas en el índice WBGT para suspender o adaptar las actividades:
-El Colegio Americano de Medicina del Deporte (ACSM) y la Federación Internacional de Tenis (ITF) suspenden la participación con un WBGT de 32,3 °C.
-La FIFA añade pausas adicionales en los partidos de fútbol para refrescarse a los 30 y 75 minutos con un WBGT de 32 °C.
-Las maratones en latitudes septentrionales se cancelan con un WBGT de 21 °C.
Estas recomendaciones subrayan la importancia de tener un sistema de control y respuesta efectiva para gestionar los riesgos asociados con el calor extremo.
Días tórridos en París
Francia ha experimentado temperaturas extremas recientemente. En el verano de 2019, el mercurio marcó 45,9 °C en algunas regiones y 42,6° C en París. En 2022, el país sufrió intensas olas de calor, lo que provocó casi 5 000 muertes.
Las islas de calor urbanas de París exacerban estos efectos, aumentando las temperaturas diurnas y nocturnas en la ciudad. Con alta concentración de infraestructuras y escasa vegetación, las áreas metropolitanas como la capital francesa experimentan temperaturas significativamente más altas que las zonas circundantes, agravando los desafíos para los atletas y espectadores.
Impacto en el rendimiento deportivo
El calor y la humedad afectan negativamente la capacidad de termorregulación de los atletas, sobre todo en deportes de larga duración. Principalmente, la pérdida de calor corporal se produce a través de la evaporación del sudor y la convección de la sangre.
La deshidratación, que puede producir la pérdida del 25 % del peso corporal en deportes como el fútbol, disminuye el rendimiento al aumentar la percepción de esfuerzo y reducir la capacidad, por ejemplo, de realizar esprints y regates.
Por todo lo dicho, la regulación adecuada de la temperatura corporal es crucial para mantener el rendimiento y la salud de los atletas durante las competiciones.
La humedad dificulta la termorregulación
El cuerpo humano pierde calor de cuatro maneras: evaporación, convección (movimiento de fluidos), radiación (ondas electromagnéticas) y conducción (contacto directo). En ambientes húmedos, la evaporación del sudor es menos efectiva, dificultando la termorregulación. Esto puede llevar a una sobrecarga térmica, aumento del gasto cardíaco y fatiga prematura.
Para hacer frente a estos desafíos, es esencial detectar temprano los signos de estrés térmico y adaptar las estrategias de hidratación y entrenamiento. Algunos métodos incluyen el control del peso corporal, el color y el volumen de la orina, así como la frecuencia urinaria. La combinación de estos marcadores proporciona una indicación confiable de deshidratación.
Además, la detección temprana de signos como sed intensa, sudoración profusa, fatiga y mareos puede ayudar a prevenir condiciones graves como el golpe de calor. Recientes estudios sugieren que existe una relación directa entre altas temperaturas y mayor riesgo de sufrir problemas cardiovasculares graves.
Preparación para el calor
Con el fin de preparar a los atletas ante el calor extremo, se recomienda una aclimatación progresiva y activa. Las estrategias incluyen entrenamientos en condiciones calurosas, baños de agua caliente o sesiones de sauna, así como el uso de chalecos refrigerantes antes del ejercicio. Este enfoque ayuda a mejorar la capacidad de termorregulación y reducir el riesgo de enfermedades relacionadas con el calor.
La aclimatación debe comenzar varias semanas antes de la competición, incrementando gradualmente la intensidad y duración de las sesiones en ambientes calurosos para optimizar la adaptación fisiológica.
El intercambio de calor con el entorno se produce a través de vías sensibles (convección: movimiento de fluidos; conducción: contacto directo, y radiación: ondas electromagnéticas) como ganancia o pérdida de calor, y vías insensibles (evaporación: vaporización del sudor o agua) como pérdida de calor. El balance térmico humano está influido principalmente por factores ambientales (temperatura ambiental, humedad, velocidad del aire y radiación solar) y personales (producción metabólica de calor y vestimenta). Factores como la edad, el sexo, la masa corporal y la morfología también pueden influir en el balance térmico.
Celebrar la excelencia humana en condiciones extremas
El cambio climático y el aumento de temperaturas globales plantean, pues, desafíos serios a los Juegos Olímpicos de París 2024. La implantación de estrategias de adaptación y control continuo del estado de hidratación y la aclimatación al calor son esenciales para asegurar el bienestar de los atletas y el éxito del evento.
Estas estrategias pueden compararse a mantener el grano de maíz a una temperatura controlada para evitar que se convierta en palomita: permiten a los deportistas rendir al máximo sin sucumbir a las perturbaciones térmicas. Con una adecuada preparación y monitoreo, es posible garantizar que los Juegos Olímpicos se desarrollen de manera segura y exitosa, celebrando la excelencia humana en condiciones extremas.
Guillermo Sánchez, preparador físico del equipo de Carolina Marín, ha participado en la elaboración de este artículo.