«Teníamos tutoría con él justo después del recreo, y cuando entramos en clase en la pizarra ponía lo siguiente en mayúsculas: La homosexualidad ¿Es una enfermedad?¿Se puede curar?».
«Yo pasaba los recreos con las chicas. Recuerdo que me cogía de la camiseta y me arrastraba por el suelo hasta llevarme donde estaban los chicos jugando al fútbol».
«En varias ocasiones F.M me abordaba en el recreo y me comentaba que yo tenía un problema grave, pero que no me preocupara porque tenía cura y Dios estaba de mi lado. Me pasó en varias ocasiones».
Son tres testimonios de los diez que han llegado a Levante-EMV, del mismo grupo editorial que este periódico, tras la publicación del reportaje que denuncia que F.M., docente del centro Madre Josefa Campos de la localidad valenciana de Alaquàs, sometió a terapias de conversión a cinco de sus alumnos. Los testimonios narran una historia de malos tratos a los estudiantes homosexuales durante más de tres décadas. El primero es del curso 1991-92, y el último del curso 2021-2022.
«Le dijo a mi madre que yo no era normal, y que tenía que ponerme unas inyecciones para dejar de ser «afeminado»
«Uno de mis mejores amigos en el centro era homosexual, y por aquel entonces F. le insistía constantemente con que tenía un problema y que tenía solución«, reivindica otro testimonio. «Hablo como persona homosexual, que todo este tipo de discursos, en una edad en la que te estás desarrollando socioafectivamente, al final cala. Yo crecí durante unos años pensando que sentir afecto hacia otra persona de mi mismo sexo estaba mal, porque eso era lo que escuchaba en el colegio». Muchos de los casos recogidos, además de los de los denunciantes, aseguran que siguen teniendo problemas de salud mental aún a día de hoy.
«Cuando vi el reportaje no pude dormir ese día, porque rememoré todo. Recuerdo a F. como un mostruo que me creó un trauma, aunque en el colegio estaban encantados con él porque de puertas para afuera daba una imagen de docente muy cercano a sus alumnos», explica Lucas, uno de los nuevos casos.
«Volvíamos del recreo y al entrar en el aula había escrito en la pizarra: La homosexualidad ¿Se puede curar?»
Ponerte «unas inyecciones»
Un exalumno joven narra como testigo indirecto casos de este mismo año en los que «a niñas que pueden parecer lesbianas les ha preguntado sobre su sexualidad«. También explica uno que le pasó a él, pero con otra profesora: «Llevé un juguete femenino a clase, y le dijo a mi madre que ‘eso no era normal’ y que debía ir a la psicóloga del colegio además de ‘ponerme unas inyecciones’ por ser afeminado«.
Este joven se enteró con el tiempo, y en secundaria le tocó enfrentarse a la pregunta de F. «Le mentí y le dije que no era gay. Sin embargo, seguía teniendo tutorías con mis padres sobre el tema», cuenta. «A partir de eso me esforcé para que mis padres no fueran más a esas tutorías. Para que no pasaran ese mal trago», explica. Añade que se trata de un centro muy opaco donde no había casi mecanismos para transmitir las quejas.
«Dios estaba a mi lado»
«Siempre he sido gay, incluso antes de que supiera lo que significaba esa palabra y he recibido los típicos insultos de ‘maricón’ en el recreo por ser una persona amanerada. Con 12-13 años, y en varias ocasiones, F. me abordaba en el recreo o en tiempos muertos de clase y me comentaba que él sabía que yo tenía un problema grave, pero que no me preocupara, ya que tenía cura y Dios estaba a mi lado. Me decía que él podía ayudar, que conocía profesionales que me ayudarían. Yo me quedaba completamente mudo, vergüenza, incomprensión… No entendía nada», cuenta una víctima.
Tanto las víctimas que denunciaron como estos nuevos testimonios cuentan que este tipo de profesores era una minoría en el centor pero que «se hacían notar». Una de ellas es I.L, pareja de F.M, que usó en 3º de ESO un «cuadernillo extra» donde se afirmaba que las parejas homosexuales eran «insalubres» a diferencia de las heterosexuales.