Y encima falta uno, porque si estuvieran los cuatro al igual en estos momentos ocupan las cuatro primeras plazas de la general. No es una casualidad, no es fruto de la improvisación y, sí en cambio, y en otras cosas, por hacer las cosas bien cuando se tiene una buena cuenta corriente para realizar los mejores fichajes, establecer una gran infraestructura y saberse rodear de especialistas por todos lados que no dejan nada al azar.
El equipo Jumbo es, en bloque y en estos momentos, el mejor conjunto ciclista del mundo, ante un UAE que vive del crecimiento de sus figuras pero que depende demasiado de lo que haga o deje de hacer Tadej Pogacar. Porque el Ineos, antes Sky, no se encuentra en su mejor momento deportivo, sobre todo desde que Egan Bernal, que era su gran apuesta, sufrió el accidente en Colombia que casi le cuesta la vida. Lo estamos viendo en esta Vuelta, desgraciadamente el vencedor del Tour de 2019 está muy lejos de aquel corredor que también ganaba el Giro y que cuando cambiaba el ritmo se quedaba solo y sin que nadie le hiciera sombra, ni siquiera Remco Evenepoel.
No está Van Aert
Decía al principio que faltaba una cuarta pieza del Jumbo en esta Vuelta. Menos mal. Menos mal que no se les ocurrió apuntar también a Wout van Aert porque al igual ahora el quinto en discordia; es decir, el primero de la general sin el uniforme del Jumbo sólo podría estar por la labor de pelear por precisamente por la quinta plaza de la general y de este modo sentirse como el primero de los resistentes. O para que la Vuelta imitase al Tour de 1952, cuando creó un premio especial para motivar al segundo de la tabla visto el aplastante dominio de Fausto Coppi.
El Jumbo no escatima esfuerzos. Son capaces de pasarse medio año preparando el Tour donde buscan aliados o especialistas hasta de otros deportes para ver cómo y de qué forma motivan al grupo. Y, de igual manera, preparan la Vuelta y el Giro, actuando en cada momento con la estrategia adecuada: en la ronda española, derrumbar a Evenepoel, controlar un poco a los españoles y liar la de San Quintín a las primeras de cambio sabedores de que pedalean a años luz de cualquier rival.
Los planes del Giro y del Tour
En el Giro lo hicieron distinto por culpa de un recorrido que no invitaba al optimismo en cuanto a espectáculo se refería. Primoz Roglic se mantuvo sereno ante un Evenepoel con las pilas cargadas, continuó con un perfil bajo tras el abandono del astro belga por covid y sólo puso la directa en la contrarreloj final; todo o nada, y el todo salió a la perfección.
En el Tour lo tenían tan preparado que dejaron que Pogacar se quemara con sus exhibiciones para noquearlo en la contrarreloj alpina, un día antes de que el fenómeno esloveno viviese, camino de Courchevel, el peor día de su carrera deportiva.
Vidilla al gregario perfecto
Aquí, en la Vuelta, decidieron darle vidilla a su mejor gregario, Sepp Kuss, que si se había apuntado a la carrera después de disputar las rondas italianas y francesas, después de ser la mejor pieza en la montaña de Roglic y Vingegaard, si corría en España era porque estaba en su mejor momento deportivo y había que aprovecharlo hasta el punto de que se colocase líder, tras la estrategia de una escapada, para mantener el jersey rojo, al menos, hasta la última etapa de montaña en Asturias, precisamente este jueves.
Falta Van Aert, que cuando le da la gana sube como el mejor escalador, el que se mueve en las contrarrelojes como si fuera un gran especialista y que, además, sabe esprintar en una llegada masiva. Pues menos mal que no ha venido, porque habría acabado por tumbar cualquier aspiración e ilusión de los equipos contrincantes.