Spalleti brama desde la banda ajustando las líneas italianas, ese es el último aliento de un equipo que ha sido superado de principio a fin por Suiza, su némesis. Freuler y Vargas, este segundo conun golazo, materializaron la superioridad helvética y privaron a Italia de poder revalidad su corona europea. [Así hemos vivido la victoria de Suiza sobre Italia].
El título con Roberto Mancini escondía el nivel actual de una selección que no estuvo en el último Mundial y que en la actual competición no ha mostrado nada. Tan sólo un poco de lo que fue siempre para precintar sobre la bocina el segundo puesto de su grupo.
Los de Spalleti habían arribado en Berlín con muchas dudas, no solo en la alineación, que también las había, sino en juego. El rescate de Zaccagni ante Croacia maquillaba, pero no enmascaraba, las carencias de la Azurra que estuvieron hasta última hora sin pulso. El cuestionado técnico italiano rectificó el 5-3-2 con el que inició aquel partido y formó el 4-3-3 que es más fiel s su convicciones.
Quien no tenía dudas era Yakin, que juntó las líneas para evitar la circulación por dentro y mandó a los suyos a crear contragolpes veloces con los que hacer daño. El primer tangible lo humanizaban Akanji y Aesbischer; el segundo Freuler y Vargas. El centro del segundo lo remató el primero que entró libre de marca para batir a Donnarumma.
A Italia se le perdió el respeto desde el inicio del torneo. Históricamente era un hueso duro de roer para cualquiera, un muro al que golpear con el balón y esperar que volviera al pie, pero nunca se derriba. Ahora quedan cenizas de aquel intangible. Un equipo lento y dubitativo que se sostiene a través de unas individualidades desaparecidad en Berlín.
¡HABRÁ NUEVO CAMPEÓN!
🇮🇹🇨🇭La vigente campeona Italia es eliminada a manos de Suiza. #Euro2024 pic.twitter.com/ip15JlhqoB
— Teledeporte (@teledeporte) June 29, 2024
Suiza llevó el manejo del juego desde el inicio, siguiendo el rumbo que marca su brújula del centro del campo: Granit Xhaka. Al igual que con el Bayer Leverkusen, lideróa cada transición y supo imprimir pausa y velocidad cuando las situaciones del juego lo demandaban.
Italia se vio superada de inicio y vapuleada al final. Su reacción quedó en conato después de que Vargas fusilara a Donnarumma y pusiera más tierra de por medio. En ese momento, con toda la segunda parte por delante, los de Spalletti dijeron basta. No volvieron a dar señales de vida y se limitaron a colgar balones al área por más responsabilidad con su camiseta que fe en el gol.
Tan solo Chiesa parecía tener un resquicio de creencia. Se alternó por los costado y fue el único capaz de crear cierto peligro para Italia. Provocaba algún córner, una falta, hasta estrelló un balón al palo. Scamacca también lo intentó en el tramo final, pero fueron unos argumentos muy pobres para esta Italia a la que no hay pasado glorioso que la levante. Suiza sigue soñando.