Durante meses, una extensa difusión en redes sociales y a través de carteles y asambleas en los barrios han estado anticipando la convocatoria del 29J, una movilización inédita en Málaga por el derecho a la vivienda que este sábado ha desbordado el Centro de la capital.
Bajo el lema «Málaga para vivir, no para sobrevivir», más de 25.000 manifestantes según la organización y 5.500 según datos de la Policía Nacional, se lanzaron a la calle para denunciar la complicada situación del mercado de la vivienda que afronta la capital malagueña, que sigue ocupando los primeros puestos en los rankings nacionales en cuanto a la escalada de precios, así como los procesos de turistificación que empezaron en el primer distrito de la capital y que se extienden ya hasta los barrios, con la proliferación de viviendas turísticas o la desaparición del comercio tradicional con la reconversión de locales comerciales.
Esta marcha, convocada por el Sindicato de Inquilinas y apoyada por 47 entidades sociales -entre ellas Incide, Inpavi, Fundación Ochotumbao, Málaga Acoge, Oxfam Intermon, CEAR o Kellys Andalucía-, partió de la plaza de la Merced, donde se vivieron momentos de tensión con la irrupción del grupo ultra Málaga 1487, que proclamaban «viviendas sociales para nacionales».
Los convocantes les cortaron el paso y les impidieron seguir la marcha hacia la calle Alcazabilla. Un incidente que no fue a más, en el que no llegó a intervenir la Policía y que no impidió a la movilización seguir su camino hacia el Paseo del Parque y la Alameda, donde los manifestantes coparon toda lo ancho de la vía al grito de «Málaga se agota», «El turismo o la vida» e interpelaciones directas tanto a la Agencia de Vivienda y Rehabilitación de la Junta de Andalucía -AVRA macabra, nos dejaste sin casa-, al alcalde de Málaga -«Paquito dónde está, Paquito está vendiendo lo que queda de ciudad- o a los propios turistas -«You’re not renting an Airbnb, you´re renting a home«-, estos últimos, atónitos ante el paso de la manifestación.
En la Alameda, la cabecera giró hacia Puerta de Mar, rodeando todo el mercado de Atarazanas en dirección a la Tribuna de los Pobres. En este enclave, la comitiva hizo un alto en el camino para escuchar a la comparsa “La malagueñíssima” que se sumó a la protesta con sus versos carnavaleros.
“Malagueño vete a vivir a la periferia”, cantaban desde las escalinata de la Tribuna. “Aquí siempre podrás volver como turista”.
Bien adentrado ya el mediodía, la movilización ocupó el eje entre Carretería y Álamos, que se ha convertido en un símbolo de las protestas contra la turistificación por la acumulación de viviendas y apartamentos turísticos, así como negocios orientados a esta industria como los «lockers», los locales equipados con consignas para guardar maletas. Aquí el momento icónico lo protagonizó una señora que saludaba desde su balcón mientras la masa le coreaba “¡vecina, vecina!”.
“Los vecinos del Centro llevamos ya años sufriendo expulsión directa del barrio por muchos motivos, uno de ellos son las viviendas turísticas que ha catalizado todo y ha acelerado la expulsión a velocidad de vértigo”, criticó Carlos Carrera, el presidente de la Asociación de Vecinos Centro Antiguo, una entidad que lleva años denunciando los problemas de convivencia que arrastra el casco histórico con estos alojamientos y el ocio nocturno.
Finalmente, la marcha desembocó en la plaza de la Merced, donde se leyó un manifiesto y se volvió a reivindicar que “¡Málaga no se vende!”.