«Tenía que haberlo hecho hace tiempo, corté por lo sano». Son las crudas palabras pronunciadas este jueves por Pablo Muñiz, el autor del crimen de El Picón. Lo hizo ayer al mediodía, apenas unos minutos después de ser visitado por una comitiva judicial ante la que admitió haber decapitado a su padre la noche del pasado lunes. Prestó testimonio desde la cama, atado de pies y manos, y ante la vigilancia de cuatro agentes de la Guardia Civil, que acompañaban a la jueza, al fiscal y a un forense. El ministerio público solicitó su ingreso en prisión provisional ante el riesgo de reiteración delictiva. Seguidamente, la jueza emitió un auto ordenando el ingreso en prisión del autor confeso del crimen, el cual será trasladado a la cárcel cuando reciba el alta hospitalaria. Fuentes cercanas al caso apuntan que tampoco mostró arrepentimiento frente a la magistrada e incluso afirmó que la víctima no era un buen padre.
Muñiz no puso reparos a la versión de que decapitó a su padre tras herirle con arma blanca y perseguirle antes de acabar pateando su cabeza entre los coches en una rotonda de Soto de Ribera pudo ser finalmente interrogado después de tres días de ingreso. Hasta ayer, el detenido se había mostrado en un gran estado de agitación y fuera de sí. El miércoles, sin ir más lejos, amenazó de muerte a los agentes de la Guardia Civil que lo custodiaban y gritando «¡Viva España!».
La medicación suministrada por los médicos hizo efecto. El hombre, ya estabilizado, pudo finalmente ser visitado por las autoridades judiciales en torno al mediodía, apurando las 72 horas de límite legal establecido para pasar a disposición judicial o quedar en libertad. No tuvo reparos en reconocer la autoría de los hechos que se le imputan. Entre los mismos figura, además del truculento asesinato de su padre, cortándole la cabeza de un hachazo en la boca, los minutos que pasó en la glorieta de Soto de Ribera lanzando la cabeza de su progenitor a los coches, jugando con ella como si fuera un balón de fútbol y atacando algunos coches con el hacha de la decapitación.
En principio, a falta de que puedan modificarse posteriormente las acusaciones, a Pablo Muñiz se le imputa un delito de asesinato por la muerte de su padre, dos de intento de homicidio por lanzar el hacha contra el conductor de un coche y por intentar entrar en otro vehículo, y distintos delitos de lesiones y maltrato.
Casi al mismo tiempo que la magistrada emitía el auto ordenando el envío a prisión, Muñiz hacia comentarios a sus vigilantes y cuidadores relativos a lo ocurrido tres días antes en Ribera de Arriba. «Mira lo que me armó un compañero tuyo», dijo señalando una herida en la cabeza sufrida durante el complicado operativo con el que la Guardia Civil consiguió reducirlo cuando atacaba a los coches frente a la térmica de Soto de Ribera.
El hombre, de 46 años, dijo tener solo recuerdos vagos de los momentos en los que pateó la cabeza de su padre, la lanzó a los coches y amedrentó a muchos conductores con su hacha. No obstante, sus frases más sorprendentes fueron en las que mostró una ausencia total de arrepentimiento a pesar de parecer estabilizado de su ataque psicótico. Tras asegurar que «tenía que haberlo hecho mucho antes», resumió su manera de proceder en cuatro palabras: «corté por lo sano», aunque tras un pequeño silencio se río a carcajadas y apuntó que con esa frase solo quería poner un poco de «humor negro al asunto».
Las conversaciones se escuchaban incluso desde el pasillo de la planta de Hospitalización, en la que Muñiz permanecía ingresado. Desde su cama dijo en tono jocoso que la gente «se iba a enterar de todo», porque entre sus planes de futuro está la idea de «escribir un libro» para relatar todo lo acontecido en El Picón y la glorieta de Soto de Ribera esta semana. Igualmente, bromeó con la posibilidad de hacerse sicario como una posible salida laboral para el futuro.
El detenido declaró en un habitación de una planta distinta a la de Psiquiatría, a pesar de estar siendo tratado por psiquiatras. A lo largo del día fue trasladado al módulo de detenciones del HUCA, a la espera de recibir el alta. Aunque en un principio se preveía su ingreso en la cárcel de Asturias, fuentes próximas al caso apunta que le están buscando acomodo en otras prisiones españolas que cuentan con celdas adaptadas para pacientes con trastornos psiquiátricos. Se barajan al menos dos opciones más.
La de ayer fue la jornada más tranquila de los últimos tres días en la planta hospitalaria a la que el detenido llegó desde el servicio de urgencias. A primer hora lo asearon y al mediodía le dieron de comer un puré directamente en la boca, siempre en presencia de al menos dos guardias civiles. «Ahora estoy bien, pero a que no os cambiáis por mí», dijo en algún momento de la mañana.
Antes de conocerse el pronunciamiento judicial, la Guardia Civil proseguía con sus indagaciones. Ayer mismo, un coche de la benemérita estaba aparcado en la puerta de las instalaciones de la industria en la que Muñiz fingía trabajar desde hace más de quince años. Los investigadores no descartan que la disputa entre padre e hijo se iniciase en el momento en el que el progenitor descubrió la falsa vida llevada durante al menos los tres últimos lustros.
Más allá de las diligencias previas, las pesquisas continúan para tratar de resolver algunos aspectos de la vida del detenido que pudiesen arrojar luz sobre el móvil del crimen. Concretamente, la Guardia Civil trata de averiguar si trabajaba en algún sitio o, en su defecto, si disponía de alguna prestación o ayuda social que le permitía subsistir económicamente mientras vivía a caballo entre la casa paterna de El Picón y la vivienda materna de la localidad moscona de La Borbolla.
El Alcalde de Ribera de Arriba, Tomás Fernández Muñiz, decretó un día de luto oficial que dio comienzo a las 12.00 horas de ayer «como testimonio del dolor de los vecinos y toda la corporación, conmocionados ante el trágico y violento fallecimiento de Miguel Ángel Muñiz Caldero». Se trata de una señal de duelo para la que el equipo de gobierno local convoca también a los vecinos a participar en un minuto de silencio que tendrá lugar al mediodía de hoy en la misma puerta del Ayuntamiento. El regidor subraya que el vecino, muerto a manos de su propio hijo, «era una persona excepcional, que siempre que podía colaboraba con el Ayuntamiento».