La ley de gravedad se cumple en Venezuela para algunas figuras históricas del madurismo. Tareck El Aissami, exvicepresidente ejecutivo y exministro de Petróleo, ha sido arrestado en el marco de una escandalosa causa negocios turbios que tienen en el centro a una de las áreas que estaban en la órbita de su cartera: la estatal PDVSA. «El extodopoderoso de la economía chavista que cae por corrupción», señaló el portal ‘Efecto Cocuyo’ sobre la suerte de en 2012 pasó a formar parte de la élite política de la mano de Hugo Chávez, y que luego adquirió mayor envergadura con su sucesor, Nicolás Maduro. Para muchos analistas, El Aissami era el tercer o cuarto hombre de peso dentro del Gobierno.
Graduado como abogado en la Universidad de Los Andes (ULA) y forjado políticamente en el movimiento estudiantil, abrazó el proyecto de Chávez desde sus inicios. Como muchos que se sumaron al movimiento bolivariano, fue escalando en posiciones de confianza. Primero, legislador, más tarde, funcionario de confianza. Pero pocos como El Aissami llegaron tan lejos en sus ambiciones. Cinco años atrás, cuando era una figura indiscutible, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos lo sancionó por su «significativo papel en el narcotráfico internacional».
El propio Maduro hizo en su momento una encendida defensa de su probidad. Llegó a definirlo como un «valiente» que «no tiene precio». Y algo más:» un verdadero patriota, un revolucionario, un socialista«. A la vez, lo avaló de manera personal, para que nadie dudara. «Yo lo conozco muy bien». Atribuyó por entonces el ataque contra su estrecho colaborador a los intentos desestabilizadores de la oposición. Ese respaldo no impidió que la propia UE lo incluyera en una lista de sancionados «por haber vulnerado los principios democráticos» y «el Estado de derecho».
Declive inexorable
La estrella de El Aissami se apagó el año pasado cuando tuvo que dimitir en medio de las investigaciones sobre la corrupción por miles de millones de dólares en la petrolera y el manejo doloso del petro, la criptomoneda que promovía el Estado venezolano. El exministro se ocultó en un manto de silencio y se dejó de hablar de él hasta este martes, cuando el fiscal general, Tarek William Saab, anunció su detención
Saab justificó la actualidad del caso por la existencia de «delaciones» que permitieron avanzar en el esclarecimiento de responsabilidades. El Aissami fue mostrado al país en el momento en que agentes de seguridad le colocan esposas. «Este sujeto ya está en manos de la justicia para ser imputados por gravísimos delitos».
El exministro de Petróleo no es el único caído en desgracia. Lo acompañan el extitular de Economía, Simón Zerpa, sindicado como presunto testaferro de El Aissami, y un empresario Samark López Bell que sería parte de la misma trama. Además, fueron detenidas otras 54 personas, entre ellas Joselit Ramírez, de la Superintendencia Nacional de Criptoactivos. Saab presentó a sus excompañeros como un «grupete malévolo» y una «mafia» que se proponía «acabar con la economía del país sin importar el daño». Lo que hicieron, dijo el fiscal, fue «terrorismo económico». Los efectos de esas maniobras ocasionaron un perjuicio patrimonial «incalculable» a partir de depreciar la moneda, presionar el alza del dólar en el mercado negro y «así fracasar las políticas económicas impulsadas por el Ejecutivo».
La huella de El Aissami en PDVSA se suma a otras marcas problemáticas que tuvieron un mismo desenlace. Rafael Ramírez también la condujo y ocupó cargos relevantes con Chávez y Maduro, hasta que fue señalado como corrupto y abandonó el país.