A diferencia de lo que ocurre en Las Vegas, lo que pasa en los océanos no se queda en los océanos. Hace más de un año que los mares del planeta están sufriendo un calor sin precedentes. En el Atlántico Norte, por ejemplo, la temperatura de las aguas ha marcado día tras día y durante todo un año valores record. «El calentamiento de las aguas no solo afecta a los ecosistemas marinos, también tiene un impacto en el clima terrestre y en los fenómenos meteorológicos que ocurren en tierra firme», explica, con talante didáctico y amable, la célebre meteoróloga Isabel Moreno, conocida por programas como ‘Aquí la Tierra’ de Televisión Española.
Los océanos están registrando temperaturas sin precedentes. ¿Cómo afecta eso al clima terrestre?
Un aumento del calor en las aguas puede provocar que algunos fenómenos meteorológicos sean cada vez más extremos. Los océanos por sí mismos no son los que causan las tormentas pero sí son uno de los elementos que puede ‘inyectarles’ más energía. Unas aguas más calientes aportan más combustible para que si surge una tormenta sea más extrema que de costumbre.
«Un aumento del calor en las aguas puede provocar que algunos fenómenos meteorológicos sean cada vez más extremos»
¿Así que un mar más caliente augura lluvias más torrenciales en España?
Sí y no. Depende de una combinación de factores. Si se dan las condiciones atmosféricas para la formación de una tormenta o una borrasca y, además, las aguas están más calientes de lo normal, la mezcla de ambos puede aumentar la concentración de vapor de agua en la atmósfera. Esto, a su vez, puede aumentar el volumen o la cantidad de agua que cae durante ese episodio así como la violencia en sí de las precipitaciones. Así que, en definitiva, sabemos que un mar más caliente es uno de los factores que puede inyectar más potencia para que broten tormentas extremas.
Entiendo que no estamos hablando de hipótesis sino de algo que ya se ha observado. ¿Algún ejemplo?
Efectivamente, esto ya ha ocurrido. Un ejemplo sería la tormenta extrema que vivimos en septiembre de 2019 [considerada una de las más devastadoras de la historia reciente de España, que causó daños en más de 1.320 millones de euros]. La violencia de este temporal se explica, en gran parte, porque se formó en un momento en que el Mediterráneo estaba excepcionalmente cálido.
¿El calentamiento de los océanos podría acabar provocando huracanes en las costas españolas?
Sí. Hasta ahora, en Europa no se dan dado las condiciones para que se desarrollaran y mantuvieran unos huracanes como los que vemos en las regiones tropicales del planeta. El problema es que, debido al calentamiento de los océanos y a todos los cambios en la atmósfera provocados por la crisis climática, el panorama está cambiando mucho y ahora sí existe la posibilidad de que estos fenómenos tengan lugar en las costas españolas. España ya ha registrado algún pequeño huracán, de forma bastante excepcional, pero en un futuro podría volverse algo más habitual.
«España ya ha registrado algún pequeño huracán, de forma bastante excepcional, pero en un futuro podría volverse algo más habitual»
El último temporal en las costas catalanas ha arrasado con decenas de playas. ¿La crisis climática favorecerá este tipo de fenómenos?
Desde luego que sí. En las costas españolas confluyen dos factores. Por un lado, que los temporales son cada vez más fuertes y, por otro lado, que el nivel del mar está subiendo. La combinación de ambos está provocando que si antes las olas se colaban hasta primera línea de mar, ahora van mucho más allá. Y sabemos que esto irá a más. Esto nos obliga a repensar el diseño de paseos marítimos y demás infraestructuras. En algunas situaciones, para reforzarlas. Y en otras, quizás nos tengamos que replantear si vale la pena volver a construir como pasó, por ejemplo, tras la borrasca Gloria de 2020.
En ciudades costeras como Barcelona sabemos que el mar regula mucho nuestro clima. En verano, por ejemplo, la brisa nos da un respiro.
Sí. Pero paradójicamente también contribuye a aumentar las temperaturas nocturnas. Esto se debe a que en las zonas costeras, el régimen de brisas provoca que durante el día el aire marino refresque la tierra caliente, pero cuando las temperaturas del mar son muy altas, este efecto se debilita, impidiendo que las noches sean tan frescas como se esperaría. En los últimos años, en las costas mediterráneas estamos observando que las temperaturas nocturnas durante el verano no descienden tanto como deberían debido a la interrupción de este régimen de brisas y a las altas temperaturas del mar.
«El calor marino está provocando que en las costas mediterráneas las temperaturas nocturnas durante el verano no desciendan tanto como deberían»
En los últimos meses también se está hablando mucho del posible colapso de la corriente del Atlántico Norte. ¿Podría tener eso algún impacto sobre el clima en Europa?
Sí. Definitivamente lo tendrá. ¿Cómo? No lo sabemos aún. En este sentido, como digo siempre, creo que es mejor no seguir forzando la máquina para descubrirlo a través de nuestras vivencias. Lo mejor que podemos hacer para no encontrarnos con escenarios catastróficos es impulsar medidas claras para reducir emisiones y evitar que todo esto vaya a más.
Los daños de la crisis climática son muy evidentes pero, aún así, todavía hay muchos que lo niegan. ¿Algún mensaje para quienes todavía dudan de que esto es un problema real?
Les guste o no, ellos también tendrán que hacer frente al impacto de esta crisis.
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