Aunque el foco sobre los comportamientos de riesgo se pone habitualmente en el tabaco, el alcohol también provoca múltiples problemas de salud, no solo por la adicción que puede generar o los accidentes de tráfico, sino también porque está relacionado con varios tipos de cáncer, enfermedades cardiacas o neurológicas.
Es cierto que el daño que produce es directamente proporcional a la cantidad consumida, pero la evidencia científica sostiene que no hay un nivel seguro de ingesta. Según la OMS, puede causar unas 200 enfermedades –además de pérdidas económicas y sociales– y en edades tempranas, entre los 20 y los 39 años, es el responsable del 13,5% de los fallecimientos. Se trata, por tanto, de una de las tres principales causas evitables de muerte y de desarrollo de cáncer en menores de 50 años.
Ante ello, la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI) ha dado la voz de alarma para concienciar sobre el hábito nocivo y proponer mejoras en el ámbito sanitario. Según la sociedad médica, en torno al 15% de las consultas médicas en España y más de 150.000 ingresos hospitalarios al año están relacionados con el consumo de alcohol, que se sitúa, junto a la cocaína y el cannabis, entre las principales causas de atención en urgencias por intoxicaciones. En Medicina Interna, alrededor del 10% de los ingresos están causados por el alcohol, siendo las complicaciones de las enfermedades del hígado y neurológicas las de mayor complejidad y consumo de recursos.
El 60% de los españoles consume alcohol con frecuencia y el inicio del consumo se sitúa en los 14 años
Prevalencia
Las encuestas –y el día a día– muestran que la ingesta de cerveza, vino y otras bebidas alcohólicas está completamente normalizada en España. El 60% de la población consume alcohol con frecuencia –de hecho, es la droga más consumida– y el inicio del consumo se sitúa en los 14 años. Según los datos de la encuesta Estudes del año pasado, más del 70% de los menores de entre 14 y 18 años han consumido alcohol en los últimos doce meses y algo más de la mitad lo habían hecho en los últimos 30 días. Además, alrededor del 6% de los españoles hacen un consumo de alto riesgo.
Sin duda, en el imaginario colectivo los trastornos provocados por el alcohol se asocian a los accidentes de tráfico, el peligro de adicción o problemas en el hígado, pero a su vez puede causar varios tipos de cáncer, como de páncreas o de esófago o enfermedades neurológicas, como la encefalopatía de Wernicke.
«Puede provocar arritmias cardiacas, mal control de la tensión arterial, ictus y en personas obesas, puede producir daño hepático», Daniel Fuster, médico internista
“También puede provocar arritmias cardiacas, mal control de la tensión arterial, ictus y en personas obesas, puede producir daño hepático. Y cuando se consume de forma aguda hasta la intoxicación, puede provocar mayor tendencia al suicidio, a las relaciones sexuales no consentidas y accidentes”, según alerta el doctor Daniel Fuster, secretario del Grupo de alcohol y otras drogas de la SEMI y miembro de la Unidad de Adicciones del Hospital Germans Trias i Pujol. De hecho, el perfil del enfermo hepático está cambiando: son cada vez más jóvenes y, aunque la mayoría son hombres, también aumenta la afección entre las mujeres.
Los supuestos beneficios
También persiste la idea de que un consumo moderado tiene beneficios cardiovasculares. Sin embargo, según el especialista, este tipo de ideas responden a “sesgos” en las investigaciones. “Además, lo cierto es que si tuviese algún beneficio cardiovascular, tampoco reduciría el riesgo de sufrir otro tipo de enfermedades, con lo cual el mensaje es que alcohol, cuanto menos, mejor”.
Se calcula que hasta el 20% de los pacientes hospitalizados podrían tener un trastorno por consumo, por lo que la detección durante el ingreso debería hacerse por rutina
Además de poner en marcha acciones preventivas y de concienciación, la sociedad médica considera que hay que mejorar la identificación de las personas que tienen un consumo de riesgo. Como se calcula que entre el 15% y el 20% de los pacientes hospitalizados por cualquier causa podrían tener un trastorno por consumo, los especialistas proponen que la detección durante el ingreso sea una práctica rutinaria.
El problema, explica del doctor Fuster, es que “los médicos no suelen preguntar por el consumo de alcohol porque no conocen bien a quién derivar el paciente para atajarlo”. Por otro lado, la SEMI reclama la puesta en marcha de unidades multidisciplinares que permitan un abordaje global y un seguimiento mantenido en el tiempo del paciente.
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