El avance de la medicina y las nuevas tecnologías permiten pensar en la diabetes, no solo como un simple desajuste del metabolismo del azúcar, sino como una enfermedad compleja que afecta a múltiples órganos del cuerpo. En lugar de verla como un solo instrumento desafinado en una orquesta, la vemos como muchos instrumentos tocando fuera de sincronía. Nos lo explica el doctor Tamayo, médico especialista en Endocrinología y líder de la Unidad de Endocrinología, Metabolismo y Nutrición de HPS y experto en Diabetes de la Universidad de Alcalá y en Riesgo Cardiovascular de la Universidad de Córdoba.
La diabetes siempre ha estado ligada a los niveles de glucosa en la sangre. ¿Por qué es importante cambiar este concepto?
Cuando miramos solo el azúcar, miramos la punta del iceberg. Para los médicos es fundamental mantener adecuadamente la calidad de vida del paciente y la cantidad de años recuperados en una enfermedad que envejece a nuestro cuerpo de manera más acelerada. El nombre de DIABETES MELLITUS precisamente deriva de la observación de los antiguos médicos de la orina con residuos «similares a la miel», y el exceso de orina de los pacientes que padecían la enfermedad. Quizás es por esta observación y otras razones en torno al páncreas que siempre se les ha dado prioridad a los niveles de azúcar en las analíticas. Hoy sabemos mucho más de la diabetes y conocemos que el páncreas es solo uno de los órganos afectados.
¿Hay varios tipos de diabetes?
Efectivamente. Existen muchas clases de diabetes, algunas de ellas genéticas (las más escasas). Existen las adquiridas o relacionadas con los hábitos de vida y otras donde el propio organismo ataca el páncreas como es la diabetes autoinmune. En este tipo de diabetes los hábitos de vida no son responsables de su aparición sino otros fenómenos diferentes. Por tanto, su tratamiento y enfoque es muy diferente.
Para este último tipo, el único tratamiento adecuado es el uso exclusivo de insulina y es menos frecuentes que la diabetes tipo 2 que, a día de hoy, sigue siendo la más frecuente (casi un 80% de los casos). En esos otros.
¿Qué ocurre cuando un paciente le dice su médico, por primera vez, que tiene el azúcar alto o que está empezando a ser diabético del tipo 2?
Es quizás el momento más crucial para el abordaje integral del paciente. Cuando le decimos a un paciente que tiene el azúcar ligeramente alto, ya hemos llegado tarde en la prevención. Por lo que sabemos hoy en día, el cuerpo inicia la batalla con el azúcar entre 8 y 10 años antes de que hagamos el diagnóstico de diabetes y lo peor es que deja muy pocos síntomas que el paciente, finalmente, no asocia a la enfermedad, y no hace cambios en sus estilos de vida a tiempo.
El verdadero foco de la prevención tiene que estar en la educación de toda la población. La mitad de los que la padecen no ha consultado a su médico o desconoce que tiene la enfermedad. Por ello es tan importante enseñar hábitos saludables en casa desde la infancia: la práctica del deporte en familia, el consumo de frutas y verduras diariamente, la disminución de productos ultra procesados y la minimización de productos altos en azúcares.
¿Y si ya tengo diabetes, de qué debo hablar con mi médico, más allá del azúcar?
Los profesionales de la salud tenemos que pensar en la diabetes con todo lo que queda por debajo de la punta de ese iceberg. En consulta, hablamos con los pacientes de temas tan importantes como el fallo cardíaco, la afectación renal de la enfermedad, la pérdida de la visión y el riesgo de desarrollar infartos e ictus por la misma.
Algunas enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer son más frecuentes en pacientes con diabetes y se conoce como la «Diabetes tipo 3». Su cerebro por la inflamación es más susceptible a desarrollar esta enfermedad.
Es imprescindible hacer un abordaje más global de nuestros pacientes para garantizar la estabilización de la enfermedad y la prevención de todas esas otras complicaciones.
Hablando de mejores estrategias y del cambio de visión, ¿qué novedades hay para ayudar al paciente?
Indiscutiblemente, uno de los mejores pasos que hemos dado es incluir a nutricionistas/dietistas dentro de todos los procesos de salud. Actualmente, las dietas personalizadas nos permiten escalar en recuperar la salud, mejorar la calidad de vida y adaptarnos a un estilo de vida saludable.
Además, el avance de la ciencia permite localizar medicamentos y estrategias que ayudan a evitar o paliar esas complicaciones, lo que significa un cambio radical en nuestra forma de pensar. Estamos en la era de la individualización del tratamiento de nuestros pacientes, no de dar los mismos medicamentos e instrucciones a todos.
Fármacos con importantes pérdidas de peso ya están disponibles en la sanidad pública y otros en desarrollo y con resultados espectaculares, a punto de salir. Hemos cambiado el paradigma y empezamos por primera vez en muchos siglos a tener resultados mantenibles y reproducibles en una buena proporción de pacientes.
¿Cómo funcionan esos medicamentos efectivos para perder peso y controlar la diabetes?
La gran mayoría funcionan de dos maneras: la primera aumentando la eliminación de azúcar excesivo en la sangre por la orina y cambiando el combustible con el que funcionan algunos órganos. Y, por otro lado, otros que ayudan al paciente a limitar su forma de comer permitiendo poner freno a los «atracones», al mismo tiempo que controla el azúcar y jugando un papel importante en los señalizadores de inflamación del cuerpo.
Estamos, todavía, en una era donde veremos tratamientos combinados que van a permitir ganarle mucho terreno a una enfermedad que, hasta ahora, no lográbamos controlar del todo.
¿Qué podemos esperar de la diabetes en los próximos años?
Es probable que, con el advenimiento de la inteligencia artificial y los nuevos medicamentos, hablemos de una enfermedad más controlada, mejoría del perfil de obesidad en nuestros pacientes y una mejoría notable en la calidad de vida. En los próximos 5 o 10 años, la historia de la diabetes cambiará gracias a todas estas soluciones.