María, Justa y Claudia han unido sus fuerzas para desenmascarar a José. Claudia se ocupa de entretener al vigilante de seguridad, mientras que María se quedará con José.
Justa aprovechará el momento para encontrar la prueba clave que apunte a José como culpable.
María tiene que utilizar todos sus recursos para lograr despistar a José: “Estos niños van a necesitar un padre”, le dice María a José.
En el despacho, Justa intenta hacerse con el toxico que José empleó para manipular la moto de Manuel, pero está en lo más alto de la estantería y necesita una silla.
María, que no sabe que más hacer para despistar a José, le regala unas bonitas palabras para sus oídos: “Conforme pase el tiempo y las heridas se vayan curando, igual podíamos plantearnos estar juntos”.
A José le sale una sonrisa, no puede creerlo, pero el joven insiste en que tiene que subir al despacho y hacer una llamada.
En ese momento María siente un dolor horrible y cuando José va a sujetarla María descubre que tiene la mano quemada.
Claudia y el vigilante llegan en ese momento y José se da cuenta de que todo es una mentira, pero Justa ha encontrado la prueba necesaria: “Ha intentado quemar los guantes, pero todavía están las iniciales bordadas”, señala.
“Me das asco, ojalá te pudras en la cárcel”, dice María, antes de que vuelva a sentir las contracciones. María está de parto y José aprovecha para escapar, pero más tarde, la policía logra detenerle.