Nicolás Maduro y Javier Milei se aborrecen mutuamente por razones que exceden lo ideológico y amenazan con llevar las relaciones entre Venezuela y Argentina a una crisis bilateral. Maduro cerró el espacio aéreo venezolano a los aviones argentinos, en represalia a la decisión del Gobierno de ultraderecha de entregar a Estados Unidos un Boeing 747-300 de ese país, después de permanecer retenido en Buenos Aires durante dos años. Esa aeronave pertenecía a una empresa venezolana Emtrasur, filial de Conviasa, que estaba en la mira de Washington. Su tripulación fue objeto de investigaciones judiciales por presuntos vínculos con Irán que nunca pudieron comprobarse. Si bien el problema comenzó durante la Administración anterior, del peronista Alberto Fernández, los vínculos empeoraron a partir de diciembre pasado, con la asunción de Milei.
El avión de la discordia partió hacia Estados Unidos en febrero aunque no se había comprobado ningún delito penal. En su interior, traía piezas de automóvil de Volkswagen. En su momento recrudecieron las relaciones argentino-venezolanas. «El bandido de Milei robó el avión de Venezuela», aseguró Maduro.
El ministro de Exteriores de Venezuela, Yvan Gil, subió el tono del lenguaje que se espera entre dos Estados al hablar del «Gobierno neonazi de Argentina» que, aseguró, «es sumiso y obediente con su amo imperial». Gil añadió: «Venezuela ejerce plena soberanía en su espacio aéreo, y reitera que ninguna aeronave, que provenga o se dirija a Argentina, podrá sobrevolar nuestro territorio, hasta que nuestra empresa sea debidamente compensada por los daños causados, después de las acciones ilegales realizadas, solo con el fin de complacer a sus tutores del norte». La medida afecta a los vuelos que se dirigen a Miami, Nueva York y, también, plazas turísticas del Caribe.
«Amigos del terrorismo»
Argentina advirtió que «no se va a dejar extorsionar por los amigos del terrorismo», en doble alusión a Caracas y, también,Teherán. «Qué se puede esperar de un burro más que una patada», señaló el portavoz presidencial, Miguel Adorni. «De un Gobierno de dictadores lo único que puede esperar son cuestiones que no merecen ni respuesta».
Más fricciones
Por lo pronto, Buenos Aires redoblará sus esfuerzos para condenar a Venezuela en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, en Ginebra. En febrero pasado, Maduro expulsó a la oficina del Alto Comisionado de Derechos Humanos que se había interesado por la situación de Rocío San Miguel, una activista detenida cuando intentaba abordar un vuelo junto a su hija en el Aeropuerto Internacional Simón Bolívar.
Una comisión del Consejo de Derechos Humanos de la que forma parte Argentina expresó en su profunda preocupación por lo ocurrido. También manifestó su inquietud por los actos de hostigamiento contra militantes de Vente Venezuela, cuya líder, María Corina Machado, ganó las primarias de la oposición, pero ha sido inhabilitada para participar de las elecciones del 28 de julio.
El Gobierno de ultraderecha todavía no nombró embajador en Caracas. De acuerdo con el portal ‘La Política Online’ «a pesar de las redes sociales y la narrativa anti-chavista, fuentes diplomáticas confirmaron que la cancillería está buscando un salvoconducto con el régimen venezolano para resolver la crisis».
Otros analistas consideran poco probable ese escenario. Milei, quien ya tuvo sus fuertes discusiones en la red X con su colega colombiano Gustavo Petro, buscará convertirse en un fuerte antagonista de Maduro a medida que transcurra la campaña electoral en ese país. En Argentina residen más de 200.000 venezolanos que emigraron debido a la crisis económica y social en su país. Parte de ellos simpatizan abiertamente con el mandatario.
Al igual que hizo Jair Bolsonaro en las elecciones de 2018 que lo llevaron a la presidencia, Milei convirtió a Venezuela en un peligro para Argentina cuando competía frente al peronista Sergio Massa. No solo aseguró que el peronismo y el chavismo eran siameses, sino que predijo un mismo destino de ruina si ese partido permanecía en el poder. En la actualidad, Argentina tiene una inflación superior a la venezolana.