El miércoles amanecía ya con la tensión impregnando toda la atmósfera en el Parlament. Ni Esquerra, con ofertas de última hora, ni el PSC, apelando a la estabilidad del Gobierno de coalición en Madrid, lograban convencer a los Comuns para que unieran sus votos, necesarios, en favor del presupuesto de Cataluña para 2024. Cuando a las 15.30 horas se reanudó la sesión y la marca catalana de Sumar mantuvo su enmienda a la totalidad, fuentes del entorno de Oriol Junqueras advertían de que sin presupuesto catalán, «nosotros no podemos votar los de Pedro Sánchez en Madrid».
La consecuencia de todo, elecciones anticipadas en Cataluña, el 12 de mayo, «en el mejor momento para nosotros, y el peor para ellos». ¿Quiénes son ellos? «El PSC, nuestro rival es el PSC, y la amnistía le hace daño a Salvador Illa, que aquí juega al centro, porque Sánchez le cubre el flanco izquierdo, gracias a nosotros en Madrid».
Fuentes de los Comuns habían advertido, por la mañana, de que no tragaban con la luz verde que las cuentas públicas pactadas por el president Pere Aragonès e Illa, líder del PSC, daban al «megacasino del Hard Rock». Y en Esquerra no daban crédito: «No hay un duro para ese proyecto en el proyecto de ley. Lo de los Comuns es una excusa, y nada más».
La teoría del partido republicano era que, simplemente, estaban utilizando ese proyecto «mil veces pospuesto» para forzar a los socialistas a que acepten al partido de Ada Colau dentro del gobierno de la ciudad de Barcelona. «Pero como Jaume Collboni no quiere, todo se ha ido al carajo».
En Junts, que nada tenía que ver en toda esta batalla de vetos cruzados, se divertían viendo cómo «todos le quieren hacer pagar, unos a otros, antiguas querellas». Por eso, Albert Batet se había permitido hacer «una última oferta» a Aragonès desde la tribuna… sabiendo que era un brindis al sol.
«El ‘sapo’ acabó con todo»
El caso es que el entorno de Junqueras a quien reprocha el fracaso del presupuesto catalán es a los socialistas: tanto a los catalanes de Illa como a los madrileños de Sánchez.
En cuanto al PSC, la reflexión de los republicanos era la siguiente: «El Hard Rock es un sapo que Illa se sacó de la manga para que Aragonès se lo tragase y camuflar, así, el intercambio de apoyos en los respectivos presupuestos de 2023«.
Es decir, para marcar un perfil propio del PSC frente al PSOE de Madrid, que le obligó a pactar los presupuestos a cambio de tener los suyos en el Congreso. Y que está pilotando toda su acción política, incluso le obligó a desdecirse de su negativa categórica a la amnistía del 24 de julio. Porque al día siguiente de las últimas generales, Illa todavía se negaba a la medida de gracia.
«El Hard Rock ha acabado, ahora y de facto, con los Presupuestos Generales de Sánchez para el año 2024», añadía esta fuente de Esquerra. «Quien a Hard Rock mata…»
Y en cuanto al PSOE, el diagnóstico es aún más duro: «Nosotros ya demostramos, hace cuatro años, que sabemos vetar unos Presupuestos y hacer caer un Gobierno de Sánchez en Madrid». Así que en esta ocasión, «si el PSOE no es capaz de embridar a su socio de coalición, el problema lo tiene él. Es gracioso que todo se vaya al carajo por un socio de Pedro«.
Escenario paralizado
El escenario que se le presenta ahora al Gobierno es, para empezar de paralización absoluta del proyecto de Presupuestos.
Con los socios vascos, PNV y Bildu, peleando la victoria en las elecciones del 21 de abril; y los catalanes, ERC y Junts, encadenando esa misma batalla ante la cita de las urnas del 12 de mayo, el PSOE no podrá forzar a ninguno de esos cuatro partidos -todos ellos imprescindibles- para sacar adelante el proyecto de sus cuentas públicas.
«Lo cierto es que pretender tener Presupuestos en Madrid con uno de los socios de Sánchez boicoteando los de Cataluña es raro, y difícilmente vendible para nuestros electores«, explicaba otra fuente de Esquerra.
Entre todas esas fechas, y justo antes de las europeas del 9-J, se puede calcular la aprobación definitiva de la Ley de Amnistía, tras los dos meses que pasará en el Senado.
¿Será tan «integral» y, sobre todo, tan «inmediata» como supuestamente proclamó Carles Puigdemont que había conseguido, forzando al PSOE? Eso también influirá en los partidos catalanes. Pero con la impunidad lograda, ¿qué incentivo le queda a los dos rivales enconados por la hegemonía indepe para acordar entre ellos en Madrid por la estabilidad del Gobierno del «Estado opresor»?