En dos días, el pleno del Congreso debatirá el dictamen de la Ley de Amnistía, aprobado el jueves pasado por la Comisión de Justicia. El texto estuvo encallado hasta el viernes 1 de marzo, cuando José Luis Rodríguez Zapatero intervino como «facilitador» de la negociación. De hecho, el expresidente lleva «mediando» en las relaciones entre Junts y el PSOE desde que los resultados del 23-J le dieron al partido de Carles Puigdemont la llave para que Pedro Sánchez continuara en la Moncloa.
Así lo confirman fuentes de ambos partidos a este periódico. De hecho, desde el entorno de Waterloo explican que Zapatero es, para ellos, «el Cristo grande«, una especie de seguro para reconducir las situaciones enquistadas. «Es una expresión catalana, cuando las cosas van mal, sacamos ‘el Cristu gran’, eso es Zapatero«.
El expresidente fue una de las bazas clave de la campaña electoral de Pedro Sánchez en las generales del pasado verano. Después de aquello, la cúpula más cercana a Puigdemont explicaba ya a este periódico que Zapatero podría ser «una opción como mediador» en las negociaciones que se estaban abriendo, ya con detalles concretos, para que los siete diputados de Junts pudieran votar la investidura de Sánchez.
Entonces, este diario llegó a confirmar viajes del antiguo líder socialista, en fechas señaladas de negociación, a París. Faltaba una confirmación de fuentes más cercanas.
Desde el entorno del Gobierno se aseguraba que la línea abierta por Santos Cerdán, ya en marzo de 2023, sólo estaba garantizada por su intermediación. «Zapatero ha entendido bien su rol, tiene una credibilidad en el entorno independentista que no tiene el entorno de Sánchez», explicaba un confidente de Puigdemont.
Este fin de semana, el expresidente sí le dio a Jordi Évole, en una entrevista televisiva, la respuesta que le negó a este diario entonces. ¿Ha participado usted en la negociación con Junts? «Ayudo al partido siempre que me lo pide, pero debo ser discreto«, respondió.
«Participa y participará»
Por eso, las fuentes consultadas se han sentido libres para confirmar la información. «Participa, y participará, cuando el momento lo exige», explica una persona de la dirección de la formación de Puigdemont. «Lo de Junts no lo llevó ni lo llevan Bolaños ni Cerdán», apunta un dirigente del PSOE, «eso ha ido siempre desde más arriba, la única persona que tiene ascendencia con Sánchez y con Puigdemont, a la vez, es él».
La semana pasada, el ‘expresident’ catalán fue visto en el Lake Geneva Hotel de Versoix, una población muy cercana a Ginebra, en la que residen y viajan personas de muy alto nivel adquisitivo. Las fechas coinciden con el final de «la negociación a tres» en la que acabó el arreglo de la amnistía.
En esa ciudad suiza lleva viviendo, desde marzo de 2018, la secretaria general de Esquerra, Marta Rovira.
El expresidente engrasó las conversaciones, dejando claro a cada parte que la otra iba «en serio». Porque los socialistas se sorprendieron realmente, «y para mal», cuando los siete diputados de Puigdemont votaron no el 30 de enero en el Congreso. Y porque en Waterloo se tenía la sensación de que el PSOE, tan debilitado por «la enorme leche en Galicia» y el estallido del llamado caso Koldo podría no tener fuerzas para un nuevo trágala.
Con la «confianza» que genera Zapatero, en la semana que va del 1 al 7 de marzo, Junts y el PSOE ya habían acordado hasta dónde podía llegar cada uno. Sí que habría «cambios» en los que Sánchez había dicho que no los habría. El 4 de marzo ya estaba cerrado el acuerdo, a falta de detalles: «Serán ellos los que tengan que desdecirse», explicaba un dirigente de Junts.
Tras ZP, «negociación a dos»
Y después de ir «informando en todo momento» al tercer partido implicado, la ERC de Oriol Junqueras, el PSOE atendió la exigencia de los republicanos. «Necesariamente», tendía que ser un acuerdo a tres… pero «al final, fue a dos», aclara un colaborador del presidente de la formación de izquierda independentista.
«La negociación final fue entre Junts y ERC», en esas últimas fechas, para poder llegar con una enmienda transaccional. Esquerra quedó contenta, porque logró introducir modificaciones que le interesaban en asuntos como la malversación, «gracias al borrador del dictamen de la Comisión de Venecia». Y también porque consideran que Junts ha aceptado «cambios cosméticos» en los asuntos del terrorismo y la traición.
«Apelamos al derecho europeo, que nunca puede ser malo» y, aunque dan por hecho que habrá que batallar para que la ley se aplique «sin dilación», en el entorno de Junqueras y Rovira ya se daba por hecho que habría obstáculos. Precisamente por ello, deseaban aprobar la ley cuanto antes… para que dé tiempo a un poco más de legislatura en Madrid antes de que se abra la batalla con el partido de Puigdemont por las elecciones catalanas.
Entre el lunes y el miércoles de la semana pasada, el actual president de la Generalitat, el republicano Pere Aragonès, supo que todo estaba prácticamente cerrado. Así que quiso adelantarse a Junts, poniendo sobre la mesa los nuevos capítulos de los que habrá que hablar ahora: el supuesto déficit fiscal de Cataluña y el «reconocimiento nacional», es decir, «el referéndum pactado».
Se trataba de aprovechar que es él quien maneja la agenda política catalana, tras haber subido al líder del PSC, Salvador Illa, a los presupuestos de la región. «En el acuerdo de investidura», explica una fuente de ERC, «admitimos que habría que apoyar las primeras cuentas de Sánchez».
Pero el sentido del acuerdo no es darle gratis los votos, sino darle vida al Gobierno que tiene que defender la Ley de Amnistía «frente a los embates de los jueces españolistas».
Para discutir esos Presupuestos Generales del Estado, las partes volverán a recurrir a Zapatero. En ERC ya tienen experiencia, pues el expresidente medió en 2019 para allanar el terreno de aquella investidura de Sánchez. Los 13 votos de los republicanos en el Congreso, entonces, tenían el precio de la mesa de diálogo, tras haber provocado el adelanto electoral… al tumbar los primero Presupuestos que intentó Sánchez.
«Él tiene más entendimiento del problema catalán ahora que cuando era presidente«, apunta una fuente del entorno independentista. «Y sin tener necesidad alguna de quemarse como lo está haciendo, quiere de verdad ayudar a resolver el conflicto político».