Lleva cinco años al frente del Ballet Nacional de España, la compañía pública dedicada a la danza española y el flamenco. La de Rubén Olmo (Sevilla, 1980), Premio Nacional de Danza 2015, es una historia de amor por esas artes desde su infancia en uno de esos barrios populares de Sevilla donde las familias se afanan como pueden para sacar adelante a su familia. Hijo de limpiadora y carpintero, a Olmo lo que más le gustaba desde niño era bailar, y soñaba con hacerlo en el Ballet Nacional, cuyos bailarines empapelaban las paredes de su dormitorio. De él dicen quienes le conocen que es una enciclopedia andante de la danza. Recuerda como nadie la historia de la compañía que dirige desde 2019 y los bailarines y coreógrafos que pasaron por ella. También los que no, y deberían haberlo hecho.
Este año su mandato al frente de la compañía pública de danza española llega a su fin y lo hace por todo lo alto: acaba de estrenar con gran éxito el primer acercamiento del Ballet a la danza contemporánea de la mano del coreógrafo Marcos Morau con la obra Afanador, inspirada en los libros de fotografía de ballets flamencos del gran fotógrafo de moda colombiano-estadounidense Ruven Afanador. Gracias a esta propuesta, dicen personas de su entorno, se empiezan a abrir puertas de grandes teatros europeos que hasta ahora permanecían cerradas para la danza española, como los de Alemania y otros países de Centroeuropa.
Mientras saborea el éxito de Afanador y las nuevas oportunidades, prepara el desembarco en Nueva York de la mano del Flamenco Festival, que cumple 23 ediciones encima de los escenarios más importantes de la ciudad estadounidense. En esta ocasión la cita se celebra entre el 1 y el 17 de marzo, y el Ballet Nacional presentará su programa Invocación el 8 de marzo en el New York City Center, con un final especial: un homenaje al guitarrista Paco de Lucía en el décimo aniversario de su fallecimiento.
P. ¿Qué se encontrarán los neoyorquinos que acudan a ver Invocación?
R. Invocación es el primer programa que presenté como director del Ballet Nacional y que incluye una coreografía inspirada en Mario Maya, que no llegó a ser director del Ballet, pero que cuando falleció tenía una carta de invitación del Ministerio de Cultura para hacerlo, y yo sentía que había que reivindicar su legado.
P. En esta ocasión además se hará un fin de fiesta dedicado al maestro Paco de Lucía cuando se cumplen diez años de su fallecimiento. ¿En qué va a consistir?
R. Vamos a hacer una pieza sobre sus bulerías Almoraima. Será algo muy emotivo, porque es una música que tenemos presente ahí desde nuestra infancia. Él hizo una música para el Ballet Nacional, adaptando algunas de sus composiciones con arreglos de Joan Albert Amargós para la obra Los Tarantos, una coreografía bajo la dirección de Antonio Canales de 1986. Pero en esta ocasión nosotros no podíamos ir con orquesta, sólo nos acompañan guitarrista y cantaor, así que le homenajeamos con otra de sus músicas.
La danza española ha tenido siempre un exceso de danza española. Aunque para mí ‘Afanador’ es danza española pura y dura, pero danza española contemporánea, hecha hoy y llevada a la vanguardia para todos lo públicos»
P. Este viaje tiene lugar justo después de pasar por el Teatro Real con Afanador, la obra que ha coreografiado Marcos Morau para el Ballet y que se estrenó en Sevilla en diciembre. ¿Ha llegado la hora de actualizar la danza española?
R. Yo creo que he hecho lo que tenía que hacer cuando lo tenía que hacer. Pero sí que es verdad que la danza española ha tenido siempre un exceso de danza española. Aunque para mí Afanador es danza española pura y dura, pero danza española contemporánea, hecha hoy y llevada a la vanguardia para todos lo públicos. Y estamos viviendo una reacción muy grande de gente ajena incluso al mundo de la danza que está impresionada con el trabajo de la compañía. Nos han llamado de museos, escenógrafos, actores, directores… La obra ha despertado mucho interés. Pero insisto, que esté dentro de las tendencias más actuales de la danza no quiere decir que no sea danza española, porque cuenta con todos sus elementos: sacamos batas de cola, abanicos, castañuelas… Y la interpretación tiene un lenguaje corporal bestial, con un trabajo impresionante de coreógrafos comandados por un Marcos Morau que para mí es una genialidad todo lo que hace.
P. Justamente Afanador habla también mucho de usted como director del Ballet. Ponerse en manos de un director tan aclamado y tan actual es un gran riesgo, supone una gran generosidad por su parte.
R. Sí, yo hablé con Marcos y él en un principio quería invitar a algunos coreógrafos importantes del flamenco actual, pero yo le dije que no, que contaba con todo un Ballet Nacional de España dispuesto a colaborar pero tenía que hacerlo él. Hicimos improvisaciones, se propusieron pasos, hicimos una investigación conjunta… Pero estaba todo aquí. Y fue él quien buscó la figura de Ruvén Afanador para encontrar ese equilibrio entre su lenguaje y su manera de entender la danza con La Veronal y la danza española de la compañía a través de los libros Mil besos y Ángel gitano. Lo gracioso es que él no sabía en aquel momento que yo formaba parte del trabajo de Ángel gitano, que yo aparezco en esas fotografías de Afanador.
P. En lo personal, ¿es Afanador el final de una etapa? Su contrato finaliza en septiembre, aunque podría prorrogarlo, ¿tiene pensado hacerlo?
R. Bueno, eso depende, ha habido muchos cambios, ha sido una etapa compleja, y habría que sentarse y hablar muchas cosas. Han sido cinco años, pero he pasado por cuatro ministros de Cultura y tres directores generales, una pandemia, una Filomena… El Ballet Nacional, y tengo que hablar también de mis vecinos, la Compañía Nacional de Danza, hemos sido ejemplos mundiales de compañías institucionales que hemos estado en pandemia girando teatro por teatro, al 30% de aforo, que era muy triste, subiendo poquito a poco, trabajando en streaming para todos y creando nuevas formas de llegar. Fueron condiciones muy duras y hubo que ser muy creativos para que el trabajo no parase.
P. ¿Cómo ha sido la entrada de Paz Santa Cecilia como nueva directora del INAEM para la institución que usted dirige?
R. Es una mujer que conoce el INAEM y el mundo del teatro y la danza. Yo creo que necesita una persona que pueda llevar a cabo la reforma del INAEM tan esperada por todos desde hace muchísimos años y que empiece a crear cosas dentro de la línea que se necesita. Yo sólo he tenido un encuentro con ella, en el Teatro Real tras el estreno de Afanador para saludar a la compañía, pero aún no he tenido la ocasión de sentarme con ella a hablar con calma. Tampoco todavía hemos tenido un encuentro ninguna unidad del INAEM con el ministro.
Creo que debería haber más compañías públicas de danza, como un ballet joven para que sirva de aprendizaje a los bailarines que empiezan»
P. ¿Cuáles son las principales necesidades que tiene ahora mismo el Ballet Nacional?
R. Ahora mismo la necesidad más extrema es el presupuesto del Ballet Nacional, que ha bajado tres veces de lo que era. Eso condiciona de cara a hacer giras. Afanador me lo piden en todo el mundo. Tengo propuestas de teatros por toda Europa, Asia… Y solo puedo meter en una temporada dos giras internacionales porque no da el presupuesto para más. También creo que debería haber más compañías públicas de danza, como un ballet joven para que sirva de aprendizaje a los bailarines que empiezan. Yo siempre pongo el ejemplo de las orquestas: cada comunidad autónoma tiene al menos una, cuando no, dos o tres. Y además tenemos la Orquesta Nacional de España y la Joven Orquesta. ¿Por qué no pasa con la danza? Esto hace que muchos jóvenes no puedan entrar en el circuito y adquirir la experiencia que necesitan. Además, podría servir para probar creaciones de coreógrafos más jóvenes, rescatar repertorio que no se puede mantener en cartel… La renovación de mi contrato va mucho por ahí. Hacer otras obras, bueno, las obras vienen y van, puedes hacer una que guste más y otra que guste menos. Pero mi compromiso con la institución tiene que ver con dejar ese sitio a los jóvenes en el Ballet Nacional.
P. Y si al final no renueva, ¿qué otras cosas le apetece hacer al margen de la compañía pública?
R. Tengo muchas cosas que hacer fuera. Me gustaría mucho acercarme a la coreografía dentro de la ópera y las orquestas, que es un mundo que a mí me encanta. También me gusta coreografiar para la gente que me lo pide y que está empezando. Ayer hablaba con un chico del Conservatorio que quiere presentar en Castellón. Es un bailarín maravilloso y se me ha acercado con mucho respeto. Yo esas cosas las hago gratis porque me encanta estar cerca de ellos. Es más, me fui a la modista y le dije: «hazle el traje, que lo pago yo, porque quiero que tenga la pieza con el traje que yo le he regalado».