Playa de Levante, 11.30 horas. A lo lejos se escuchan voces que celebran una victoria. Turistas sentados en un banco observan a un grupo de personas alrededor de una caja de cartón. Uno de ellos mueve a gran velocidad sus manos y en ellas, tres medias patatas. Mientras intentan que una pareja de extranjeros apueste su dinero para encontrar la «bolita», unas luces azules de un coche de policía aparece a lo lejos. Ya no hay vítores y todo se recoge rápido como si nada estuviera pasando.
Esta escena se repite cada día en varias zonas turísticas de Benidorm como la primera línea de playa o el Rincón de Loix. Es el trile, una práctica callejera fuera de la legalidad cuya historia se alarga en la ciudad desde hace más de 40 años. Y un problema al que los cuerpos policiales se enfrentan sin apenas herramientas para poder erradicarlo. Mientras, aquellos que lo ponen en práctica solo tardarán unos minutos en volver a sacar sus objetos para seguir con el juego.
A medida que se acerca la temporada alta, se multiplican las personas que en las calles intentan conseguir que los turistas apuesten. Sus lugares «preferidos» son esa primera línea de Levante, la zona del mercadillo del Rincón de Loix los días de actividad o el alrededor de la zona de Mercaloix. En estas áreas es también donde más turistas se concentran. Y es que intentan que, sobre todo, los extranjeros jueguen porque los nacionales no «pican» tan fácilmente. Así lo confirman algunos de los vecinos y comerciantes del paseo de Levante, en la zona más cercana al Rincón de Loix, donde suele ser habitual ver esta actividad.
«Siempre están. La Policía Local hace lo que puede. Pero es que en cuanto se van, vuelven a aparecer y arrancan de nuevo», indica una camarera de uno de los locales de primera línea. «Un señor ha llamado a la policía, pero lo tienen todo controlado. Vigilan desde lejos y avisan si ven el coche o a los agentes a pie», explica a este diario un vecino de Benidorm que camina por el paseo. «Han ‘pillado’ a un señor inglés, es una pena», indica.
Los turistas extranjeros se han convertido en el bien más preciado de los «trileros». De hecho, según confirman fuentes policiales, entre el grupo que practican este juego hay ya ciudadanos de otras nacionalidades que sirven como «gancho» para esos viajeros que pasan sus vacaciones en Benidorm. «Tienen ingleses, holandeses… con ellos y también se han aprendido las frases más necesarias en inglés», explican las mismas fuentes.
Más de 40 años
En la capital turística el problema del trile no cesa. Pero, ¿desde cuándo hay «trileros» en Benidorm? Echando un vistazo a la hemeroteca, las noticias de detenciones de personas que realizaban esta práctica se remonta hasta los años 80. En los 90, el Ayuntamiento de Benidorm intentó lanzar una ofensiva contra esta práctica fuera de la legalidad. Así lo explican fuentes policiales quienes destacan que el problema era el mismo que ahora: «A pesar de no tener herramientas porque no era delito, como ahora, los agentes buscaban cómo vigilar desde edificios con prismáticos». Porque la intención no era detenerlos en el momento del juego sino «poder ver dónde se escondían o a quién daban el dinero», explican. Se llegó a «que las patrullas fueran en autobús para que no los vieran llegar».
La Policía Local ha probado en estos años todo tipo de iniciativas. El Ayuntamiento también. En los años 90 se lanzó una campaña en un remolque que recorría las calles con un mensaje de aviso a los turistas. El consistorio actual también lanzó una iniciativa el pasado verano para intentar explicar a los visitantes que no debían jugar.
El Ayuntamiento de Benidorm y los cuerpos de seguridad llevan años pidiendo que se cambie la normativa para poder atajar esta práctica. Con la Ley en la mano el trile no es delito, sino una actividad castigada con sanciones administrativas por el incumplimiento de la Ley 4/1988 que regula el juego en la Comunidad Valenciana y que supone la imposición de sanciones por parte de la Conselleria de Hacienda. El problema: las multas quedan en nada porque los «trileros» se declaran insolventes. La otra medida es denunciarlos por desobediencia a la autoridad cuando acumulan más de una de estas sanciones; o cuando se comete otro delito, como el robo de carteras a los turistas. «La Policía Local puede hacer un trabajo disuasorio e imponer sanciones, pero quedan en nada. No tenemos herramientas para erradicarlo», afirman fuentes policiales.
Dañan la imagen
Los vecinos de Benidorm tienen claro que dañan la imagen de la ciudad: «No es bonito que venga un turista y se encuentre eso en pleno paseo. Lo peor es que pueden pensar que no se hace nada contra ellos, y no es así», explica un residente en la ciudad que pasea por la playa. «Siempre se ponen en los mismos sitios. La policía actúa pero no pueden hacer más. Debe ser frustrante para ellos porque ven que su trabajo es inútil«, explica Alex Fratini, empresario hostelero y vicepresidente de Abreca. «Perjudica a la imagen de Benidorm, pero es cierto que los turistas nos comentan que el paseo de aquí es de los más vigilados que han visto», añade.
La hostelería pide que se busquen herramientas para luchar contra esta práctica de juego, algo que tiene que pasar por el cambio de leyes. En el mismo sentido se pronuncia Fede Fuster, presidente de Hosbec: «La ley actual no permite ir contra ellos». Así indica que «la Policía Local no puede hacer nada más. Y da una imagen mala». Con todo afirma que, cuando se acerca la temporada alta, «se hacen campañas por la Policía Local y Nacional para avisar a los turistas». Todo para intentar que sean los menos posibles los que acaben entrando al «juego de la patata».