Los triunfos a veces llegan con asterisco y es lo que ha pasado este martes en Estados Unidos en las primarias de Michigan. Tanto Joe Biden como Donald Trump han sumado victorias contundentes que consolidan su avance imparable hacia la nominación presidencial de sus respectivos partidos. En ambos casos, no obstante, los resultados en este estado bisagra, uno del puñado que acaban decidiendo elecciones presidenciales, también exponen debilidades que afectan a las perspectivas de ambos de cara a noviembre, cuando todo apunta a que reeditarán su duelo por la Casa Blanca. Y el reto es especialmente profundo para Biden.
En Michigan el demócrata ha sido castigado con un fuerte voto de protesta. En un estado donde hay 200.000 votantes de la comunidad árabe-estadounidense, ese voto se ha movilizado principalmente para mostrar el contundente rechazo a la política del demócrata de inquebrantable apoyo a Israel en su guerra contra Hamás, que ha dejado ya cerca de 30.000 palestinos muertos en Gaza y una crisis humanitaria que se agudiza. Se le reclama que llame finalmente a un alto el fuego y deje de vender armas a Israel y apoyar al gobierno de Binyamín Netanyahu.
El rechazo se había organizado a través de una campaña, “Escucha a Michigan”, que llamaba a no votar por delegados para Biden sino “no comprometidos”, que pueden llegar libres en verano a la convención del partido. Se habían puesto la meta de llegar por lo menos a 10.000 votos, un número simbólico pues Trump se llevó por 10.700 papeletas el estado ante Hillary Clinton en 2016, el año en que el republicano rompió el llamado “muro azul” de los demócratas con victorias tanto en Michigan como en Wisconsin y Pensilvania.
Cuando no se había contado ni el 25% de las papeletas y el recuento estaba aún en pañales en el condado de Wayne (que incluye Detroit y Dearborn, ciudad de mayoría árabe), ya se superaban los 30.000 votos contra Biden. Era ya la cifra más alta en las tres últimas primarias presidenciales demócratas.
El enfado y el descontento no se limita a las comunidades árabe-estadounidenses y musulmana. También se palpa entre votantes jóvenes y entre votantes negros. Hace así grietas en la coalición que llevó a Biden en 2020 a la Casa Blanca. Y aunque está por ver cuántos mantendrían su rechazo al demócrata en noviembre, es una clara señal de alarma para el presidente, su campaña, sus estrategas y sus aliados.
Biden, en cualquier caso, ha optado por ignorar el mensaje de ese voto de protesta en su primer comunicado tras los resultados, que ha emitido más de hora y media después de que cerraran las urnas y fuera declarado ganador por los medios (en contraste con comunicados casi inmediatos tras los triunfos en primarias anteriores). Lo ha centrado en repasar los logros de su agenda en el estado y en alertar sobre los riesgos de un retorno de Trump a la Casa Blanca, poniendo el foco especialmente en el aborto y los derechos reproductivos. Y solo indirectamente ha lanzado un mensaje a quienes no han votado por él: “Esta pelea por nuestras libertades, por las familias trabajadoras y por la democracia va a requerir que todos nos unamos”, ha escrito.
Trump
En el caso de Trump, el republicano sigue su camino arrollador hacia la nominación, con su quinta victoria consecutiva en caucus y primarias, pero en su triunfo sobre Nikki Haley en Michigan también se expone uno de sus puntos de cierta debilidad.
Cuando los votantes han ido a las urnas para decidir un tercio de los delegados del estado (los otros dos tercios se repartirán el sábado en una convención donde no hay votación directa de los ciudadanos), Haley, la única rival seria que queda en liza para el expresidente, se llevaba con el 30% del voto computado cerca del 30% de los votos.
En esos números se puede leer la incomodidad de una parte del electorado republicano con la idea de que Trump vuelva a ser su candidato y el hambre de una alternativa. Lo que no está claro es cuántos de esos conservadores, en noviembre, no votarían por él, si acaba siendo el elegido.