Mientras se pone en solfa la moralidad, o falta de ella, de la cada vez más larga lista de futbolistas que se han marchado a Arabia Saudí a cambio de contratos descomunales, el régimen dictatorial incrementa su penetración en el fútbol tradicional, el de las grandes ligas. Lo hace con irrupciones estruendosas, como la compra del Newcastle (al que ya han conseguido llevar a la Champions), pero también con otras con menor impacto aparente, como las dos últimas que ha ejecutado en España. Lo que ha ocurrido ahora con Telefónica viene ocurriendo desde hace mucho con el fútbol.
Este verano, el país asiático ha firmado dos importantes acuerdos de patrocinio. Primero fue el Atlético de Madrid el que anunció que a partir de ahora, y hasta 2027, lucirá en su camiseta el logotipo de Riyadh Air, la aerolínea propiedad del estado saudí que ni siquiera está operando vuelos todavía. Después fue LaLiga la que anunció un «acuerdo de colaboración» con la marca Visit Saudi, destinada a potenciar la imagen del país como destino turístico.
60 millones de euros al año
El compromiso anual de Arabia Saudí con ambas instituciones se eleva a los 60 millones de anuales (40 para el Atlético y 20 para LaLiga), según los datos publicados por el portal ‘2Playbook’, especializado en industria del deporte. Una poderosa inversión que confirma la decidida apuesta saudí por el fútbol en su conjunto, no solo por potenciar su propio campeonato con estrellas como Cristiano, Benzema, Neymar o Firmino.
La presencia del dinero saudí en el fútbol español no es nueva, pero estas dos operaciones confirman su auge. Bien conocido ya es el acuerdo con la Real Federación Española de Fútbol para que la Supercopa de España se dispute en formato ‘final four’ en suelo árabe. Un contrato que reporta cada año 40 millones de euros al ente federativo y que se ha extendido hasta, al menos, 2029.
A nivel de clubes, el Almería es propiedad de Turki Al Sheikh, quien pagó unos 20 millones de euros por la entidad andaluza. El matiz aquí es que, a diferencia de la mayoría de inversiones, no es el fondo soberano saudí el que la ejecuta, sino un particular que, eso sí, es asesor directo y ex ministro del gobierno del país. No es propiedad directamente de Arabia Saudí, en fin, pero como si lo fuera.
El quinto patrocinador de LaLiga
Ahora bien, resulta peculiar la relación de amor-odio que LaLiga y Arabia Saudí han culminado en los últimos tiempos y que ahora, tras este patrocinio (que la institución coloca en quinto orden en su propia web, tras EA Sports, Puma, Microsoft y Mahou), se encuentra en su mejor momento histórico.
En enero de 2018, LaLiga anunció un acuerdo para que nueve futbolistas saudíes jugaran en calidad de cedidos en tres equipos de Primera (Villarreal, Leganés y Levante) y cuatro de Segunda (Numancia, Rayo, Sporting y Valladolid), sin coste alguno para ellos y como una herramienta de marketing para que estos clubes y el conjunto de la competición expandieran su marca en la región. Solo dos de ellos llegaron a jugar algún minuto.
Fue un proyecto liderado por Al Sheikh, el ahora propietario del Almería y que entonces ejercía como ministro de Deportes del país, por el que LaLiga, según informaciones publicadas en su momento, se embolsó 28 millones de euros.
El conflicto Arabia-Qatar
La relación, sin embargo, se resquebrajó a raíz de la guerra televisiva que Arabia Saudí mantenía con Qatar y que afectaba de forma colateral a los principales campeonatos del mundo. BeIn Sports, empresa qatarí, es la adjudicataria de los derechos de TV de las grandes competiciones de fútbol en toda la región, por lo que el régimen saudí debía llegar a acuerdos con BeIn para poder emitir el fútbol en el país.
Sin embargo, debido a la ruptura de relaciones diplomáticas con Qatar, lo que hacía Arabia Saudí era piratear la señal a través de un canal llamado BeOutQ (que viene a significar «sal de aquí, Qatar»), lo que motivó la denuncia conjunta de FIFA, UEFA, AFC (la confederación asiática), LaLiga, Premier League y Bundesliga en enero de 2019.
Un argumento que el propio Javier Tebas utilizó en su momento para criticar el acuerdo de su archienemigo Luis Rubiales para llevar la Supercopa a suelo saudí. «Es un país que nos hace perder con la piratería de Estado 55 millones de euros», censuró en 2019 el presidente de LaLiga, quien también hizo referencia al «tema de los derechos humanos«.
La paz diplomática entre Qatar y Arabia Saudí, así como la voluntad del reino saudí de comprar el Newcastle (algo que la Premier League no le permitía por la existencia de BeOutQ) provocó que cesaran esas prácticas de piratería, algo que hizo en noviembre de 2021 de manera definitiva. Desde entonces, ya dentro de la legalidad televisiva (que no de la relativa a la Declaración Universal de Derechos Humanos), el reino saudí ha emprendido prácticas de inversión que ahora llegan a España.
Nada que no hicieran en su momento Qatar con el FC Barcelona o hasta el día de hoy Emiratos Árabes Unidos con el Real Madrid, en cuya camiseta sigue luciendo la aerolínea Emirates. Son más ejemplos de que como todo el fútbol, y en este caso el español, siguen llenando los bolsillos con la nariz tapada. Así son estos tiempos.