Concha, la tía de Claudia, le ha confesado a Ramón que sobrina es su hija. Su hermana nunca estuvo con otro hombre, pero le prometió que no le contaría nada.
Ahora que se está muriendo, Concha ha dado el paso para decirle a Ramón que Claudia es su hija. Ramón le pide a Manuel que busque a Claudia, que quiere hablar con ella.
Manuel empieza a buscarla. Claudia está trabajando en el campo, obligada por Ramón, a pesar de su avanzado embarazo. La joven sufre un fuerte dolor y empieza a notar una gran mancha de sangre.
Al mismo tiempo, Ramón sufre un infarto que acaba con su vida. Manuel va a socorrerle, pero ya es tarde: “Claudia es una Cervantes, es mi hija”, son las últimas palabras que dice antes de morir.
El pueblo entero despide a Ramón en un gran funeral, mientras que Claudia está furiosa porque piensa que por culpa de Ramón ha perdido a su hijo.