El nuevo regulador supondrá la vuelta de la antigua Comisión Nacional de Energía que existió hasta 2013, momento en el que el Partido Popular decidió unir tanto la CNE como otros reguladores especializados -la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones (CMT), el Comité de Regulación Ferroviaria o la Comisión Nacional del Sector Postal- y la Comisión Nacional de la Competencia (CNC) con el argumento de ganar eficiencia y poder tratar de tú a tú con las compañías que debe supervisar.
Desde entonces y a pesar de haber cumplido el año pasado solo una década, la CNMC ha sido objeto de debate por parte de distintos gobiernos sobre su segregación. La última vez, en el año 2017, cuando llegó a formar parte de un pacto entre Ciudadanos y el Partido Popular , que entonces dirigía Mariano Rajoy, pero que finalmente no llegó a término.
Ahora, el Gobierno de Pedro Sánchez apuesta por la escisión de la pata energética, con el argumento de que esta materia requiere una regulación y una supervisión mucho más especializada que la que puede dedicar la CNMC. «Vamos de un planteamiento de gran despliegue a una regulación mucho más de detalle, tanto en la parte regulatoria como de seguimiento. Vamos a tener miles de agentes que supervisar para asegurar que los mercados funcionan. Esa es la reflexión detrás de la creación o recuperación de esa Comisión Nacional de Energía (CNE). No porque la CNMC no esté haciendo bien su trabajo, sino porque la energía requiere un nivel de detalle y de supervisión mucho más especializado con respecto a lo que teníamos ahora», explicaba el director general del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), Joan Groizard, en una entrevista con El Periódico de Cataluña, del Grupo Prensa Ibérica.