Coincidiendo con el cincuenta aniversario de la muerte de Franco, Movistar estrenó el pasado 20 de noviembre uno de esos títulos que aspiraban a ser una de las series del año. La plataforma siempre nos ha brindado ficción española de gran calidad. La crítica ha caído rendida ante los aciertos y la calidad técnica de «Anatomía de un instante pero no he podido evitar sentir una cierta decepción. A lo mejor el problema no es de la serie, sino exclusivamente mío, pero es que lo que vi no es lo que esperaba encontrarme. Se nos vendió como la serie sobre el 23-F, pero lo que me he encontrado es que la intentona golpista que puso una noche en jaque a la recién nacida democracia española realmente no es el eje de la historia. Nos encontramos ante un título que hace un repaso a los años de la Transición.
Como decía, me imaginaba que me iba a encontrar con otra serie, por eso recalco que quizá el problema sea exclusivamente mío. Lo que vemos en pantalla no es un thriller político sobre la noche en que un grupo de guardias civiles entró en el Congreso, o el drama claustrofóbico de los diputados atrapados durante horas en un hemiciclo tomado por las armas. De hecho, tampoco la ficción se toma el lujo de imaginar momentos nunca vistos de aquellas horas de crisis. Las imágenes que recrea son aquellas que hemos visto una y mil veces en los documentales sobre el golpe armado. La serie es una adaptación del libro del mismo título de Javier Cercas y a lo mejor aquellas cosas que yo imaginaba no son las que le interesaban contar a él. También puede que se deba a que para la investigación que el escritor hizo para su libro se basó en las imágenes que se conservaban en los archivos de Televisión Española.
El texto de Cercas y, sobre todo, esta adaptación se centra en las figuras de aquellos diputados que no quisieron ceder ante las armas de los golpistas y negándose a arrojarse al suelo como estos les ordenaban, permaneciendo en sus escaños. Estos fueron Adolfo Suárez, Manuel Gutiérrez Mellado y Santiago Carrillo, precisamente los hombres que los golpistas consideraban traidores. Cercas quiso iluminar a quienes se pusieron firmes cuando a punta de pistola se les emplazaba a agachar la cabeza. Aunque el libro era un poco más crítico con la figura de Suárez que la que nos muestra la serie.
Me sorprende, por ejemplo, la total ausencia de Felipe González o Alfonso Guerra, que entonces eran los líderes del principal partido de la oposición y que aquí quedan ninguneados. En València, los tanques de los militares salieron a la calle, pero tampoco vemos nada de eso en la serie. Ni cómo se vivió en los hogares españoles esas horas de angustia. Aquella fue una de esas noches históricas. Uno de esos momentos en los que se suele preguntar ¿dónde estabas tú cuando te enteraste del 23F? Como cuando en los 60 se hacía esa misma pregunta con el asesinato del presidente norteamericano John Fitzgerald Kennedy, o en el 2001 cayeron las Torres Gemelas en Nueva York.
La intentona golpista es un pretexto para saltar atrás en el tiempo y ofrecernos las claves de dónde venimos para haber llegado a ese momento. Cada uno de los tres primeros episodios están centrados en esos tres héroes de la noche del golpe que se negaron a doblegarse. A través de flashbacks conocemos el papel que los tres tuvieron en los años de la Dictadura y cómo trabajaron en conseguir que el régimen franquista se hiciera el harakiri y diera paso a la democracia que hoy tenemos. Cuando ya pensaba que el cuarto episodio se centraría en esa historia que creí que me iban a contar, nos encontramos con otro salto en el tiempo. Concretamente al momento del juicio a los golpistas. Una secuencia que peca de ser demasiado discursiva. Con los personajes soltando largas peroratas, cuando se supone que en una narración audiovisual debería pesar más la imagen que los discursos.
«Anatomía de un instante» lo tenía todo para ser una de mis series del año. Su director Alberto Rodríguez me atrapó con La isla mínima y se convirtió en todo un fichaje de la plataforma de Telefónica cuando le encargó La Peste. Con aquella serie muchos descubrimos a Paco León como actor en papeles dramáticos y no de comedia. Del mismo modo, que ahora nos hemos sorprendido con la caracterización de Álvaro Morte como Adolfo Suárez. En ningún momento, pensamos que estamos ante El Profesor de La casa de papel. Una labor de maquillaje también encomiable en el caso Eduard Fernández como Santiago Carrillo y Manuel Soto como Gutiérrez Mellado, también irreconocibles. Podría hablar también de Miki Esparbé como el rey Juan Carlos, pero también este personaje tiene menos presencia de la que esperaba. No he visto nada clarificador en la serie sobre si tuvo algo que ver o no en el golpe.
La serie pone en valor la labor de los protagonistas de la Transición. Puede que sea una lección de Historia que apenas aporta muchas cosas nuevas a lo que ya conocíamos, pero a lo mejor se trata de una materia que hoy, en tiempos en que de repente surgen por muchas partes nostálgicos del franquismo y la extrema derecha rebrota en todo el mundo, convendría repasar. Puede que no sea el thriller político que yo esperaba, pero cuenta unos hechos que no deben ser olvidados y puede servir de puente a nuevas generaciones que tienen un desconocimiento total de aquellos días. Y en este sentido, la serie sí ha cumplido su papel.














