Natividad Heredia Torres, la quinta víctima mortal del machismo este año en la Comunidad Valenciana, murió como consecuencia de la fortísima hemorragia cerebral que ni siquiera los cirujanos del Hospital La Fe pudieron parar porque, entre otras cosas, para cuando les llegó la paciente, ya llevaba al menos cuatro horas desangrándose por dentro en el suelo de su habitación sin que nadie le hubiese prestado atención ni hubiese pedido ayuda médica para ella. Esa, que la muerte se produjo por el fortísimo derrame cerebral, es una de las principales conclusiones del informe preliminar de la autopsia que ya ha sido remitido al juez de Violencia sobre la Mujer 1 de Sueca que instruye el caso.
La autopsia practicada al cuerpo de Nati, como la conocían sus allegados, ha servido también para desmontar otra de las mentiras del presunto autor del crimen, Juan Carlos R. Ch., de 43 años, con quien llevaba solo medio año de relación y apenas un mes de convivencia. El maltratador -tiene varias condenas anteriores por violencia de género y antecedentes por malos tratos a otras cuatro mujeres distintas- dijo desde el principio, tanto en la llamada inicial a Emergencias 112, como a la Policía Local de Catarroja, a los sanitarios desplazados a la casa y a la Guardia Civil, que Nati se había caído porque estaba «muy drogada» y se había golpeado la cabeza contra la tapa de mármol de la mesilla de noche.
También, que por eso se quedó allí, inmóvil, tirada en el suelo, entre la cama y la pared, donde, dijo, la había encontrado por la mañana, a las 9.00 horas, cuando él se despertó, y que no le había dado más importancia porque se echó a dormir creyendo que ella también se había quedado dormida.
ANTE LA VIOLENCIA MACHISTA, 016
El teléfono 016 atiende a las víctimas de violencia de género las 24 horas del día, todos los días del año. En este teléfono encontrarás la ayuda de especialistas en múltiples idiomas. Si tú o alguien que conoces es víctima de violencia física, psicológica, sexual, económica o de cualquier otra índole llama: el número no se queda registrado en la factura telefónica.
En caso de necesitar ayuda urgente, en el 112 los equipos de Emergencias te auxiliarán con rapidez.
No hay ningún golpe en la cabeza: la mentira
Pues bien, el hallazgo forense desmiente esa versión, ya que no hay ninguna huella de ese traumatismo craneal que él describió. En otras palabras, el cráneo de la víctima no muestra una sola señal de haber recibido un golpe, algo que ya apuntaban los médicos de La Fe a la vista del TAC al que fue sometida nada más llegar al hospital, el sábado, día 6 de diciembre, por la mañana.
La pregunta ahora, todavía sin respuesta, es doble. Por un lado, qué le provocó esa brutal hemorragia y por otro, si se hubiera salvado de haber recibido atención sanitaria en el primer momento. ¿Significa el hecho de que no tenga un golpe en la cabeza que Juan Carlos R. Ch. no la mató? En absoluto.
Las lesiones hemorrágicas fueron letales, pero no son las únicas que presenta la víctima. Tanto los médicos de La Fe como los del Instituto de Medicina Legal (IML) han observado varias lesiones de alto interés para probar el maltrato. Nati tenía un hematoma en el ojo izquierdo, típico de los puñetazos en la cara descritos en episodios de violencia, al que se suma una herida en una oreja, compatible también con una agresión.
Una cadena rota tirada en el salón
Además, hay un arañazo profundo, una abrasión, en el lateral del cuello que se explica mejor cuando se tiene en cuenta otro hallazgo, en este caso, realizado por la Guardia Civil, cuyos agentes encontraron una cadena rota, la que Nati solía llevar en el cuello, tirada en el salón de la casa -la víctima se cayó y quedó tendida en el dormitorio, según el sospechoso- durante la primera inspección ocular. Dicho de una manera más directa, la explicación más verosímil a ese arañazo es que sea producto del arrancamiento de la cadena durante un forcejeo entre ambos.
Y otro dato más: cuando fue detenido, el acusado tenía al menos un arañazo en el dorso de una de sus manos, herida muy habitual en las luchas cuerpo a cuerpo que el agresor recibe de una víctima cuando esta trata de defenderse o de salvarse de un ataque potencialmente mortal.
Todos esos datos, que ya contenía el informe médico de urgencias del Hospital Universitario La Fe, servirán a la Fiscalía para sustentar la acusación tanto de homicidio en un contexto de violencia machista, como de maltrato habitual, pero no son los únicos con los que cuenta la acusadora pública que se hizo cargo del caso tras la segunda detención del sospechoso, una fiscal especializada en violencia de género que lleva décadas ejerciendo como tal y que fue quien solicitó prisión para el presunto asesino tras el cambio de criterio de la Fiscalía.
Los gritos de Nati cesaron a las tres
De hecho, tan importante como los informes periciales médicos son las averiguaciones del Equipo de Policía Judicial de la Guardia Civil recogidas en su amplio atestado. Una de las piedras angulares para reconstruir la agresión machista será el análisis de los tiempos. Aunque han sido varios los vecinos que han testificado ante los agentes que conocían los episodios previos de malos tratos y que las agresiones y discusiones eran habituales -a pesar de lo cual tampoco había llamadas a Emergencias por parte de nadie-, lo cual servirá para probar esa acusación de maltrato habitual, el testimonio más relevante es el de una persona que reside en la finca y que se despertó por los gritos de auxilio de Nati.
Esa persona afirma que escuchó a la mujer gritar desde la ventana pidiendo auxilio y que alguien llamase a la policía, que el hombre la metió a la fuerza en el interior y que, a partir de las tres de la madrugada, los gritos cesaron y se hizo el silencio más absoluto. El testigo lo interpretó como que había parado la agresión, pero lo que debió ocurrir es que ese fue el momento en que el ahora encarcelado logró hacer callar definitivamente a Nati. Pero, ¿cómo lo hizo?
Sin huellas de estrangulamiento ni señales de asfixia o de golpes, ¿qué ocurrió para que se originase ese repentino derrame cerebral que acabó por matarla? Ahí entra en juego el débil estado físico de la mujer, drogodependiente y extraordinariamente delgada, lo que la convertía en una persona especialmente vulnerable. Una de las explicaciones que más se ajusta a los hechos conocidos es que zarandease con gran fuerza la cabeza de su víctima, justamente en ese afán por hacerla callar para silenciar, ante el vecindario y su madre, que dormía en la casa, que la estaba agrediendo.
Hemorragia por zarandeo
El síndrome del zarandeo, que ocasiona incluso el desplazamiento del cerebro -en este caso, también lo había y así se describe en el TAC original- es habitual en los casos de maltrato infantil, principalmente en bebés, donde la masa gris aún no se ha ajustado al espacio intracraneal, pero también en politoxicómanos con grave deterioro físico -el consumo prolongado de cocaína produce daño vascular; la víctima dio positivo a esa droga y a metadona a su llegada a La Fe-, por lo que la del zarandeo intenso y desmedido, en plena agresión física, es la hipótesis que mejor explica lo sucedido. Sobre todo, cuando se une ese dato clínico con los demás de los que ya se dispone.
¿Y qué hay de esa segunda pregunta? Serán los peritos quienes deban pronunciarse, pero lo cierto es que pasaron muchas horas entre el inicio de la hemorragia y el aviso a Emergencias. Según la versión del acusado, que repitió ante el juez el primer día -cuando quedó en libertad porque el primer fiscal, un sustituto, no pidió prisión-, Nati se cayó y perdió el conocimiento -en sus palabras «se quedó durmiendo en el suelo»- a las 6.00 horas, pero el testigo recuerda que se hizo el silencio entre las 3.00 y las 3.30 horas.
Entre cuatro y siete horas sin pedir ayuda
Teniendo en cuenta que el golpe contra la mesilla ya ha quedado desmentido, es más que probable que tampoco haya dicho la verdad en cuanto a las horas. En cualquier caso, hasta cerca de las diez de la mañana del sábado no se produjeron la llamada a Emergencias, esa en la que él soltó al operador «mi chica está mala, le pasa algo, ha vomitado y no se despierta».
Lo que está claro es que esa hemorragia no atendida hasta entre tres y seis horas después de iniciarse, fue lo que le ocasionó la muerte, y que de haber buscado ayuda médica a tiempo, el resultado final podría haber sido muy distinto.














