Mucho se han quejado nuestros políticos pillados en falta de pagar la ‘pena del Telediario’ antes de recibir una condena de los tribunales. Se llama así a la merma reputacional de aparecer como investigado (antaño imputado) cuando todavía no se ha puesto en marcha la maquinaria de la justicia. En demasiadas ocasiones, la ‘pena del Telediario’ es la única que llegan a purgar los corruptos, acostumbrados a manejarse con soltura en los procedimientos del derecho, bien acompañados de abogados estrella.
Delitos que prescriben, pruebas desaparecidas, testigos que no se acuerdan de nada; lograr un veredicto de culpabilidad resulta más difícil que ordeñar una unicornia para quien no sea un robagallinas. En materia de violencia contra las mujeres, el resultado del fallo carece de importancia y hay un rizo que se riza con frecuencia: el del olvido inmediato, e incluso el perdón social, que beneficia a los pocos reos que reciben una sentencia condenatoria, o afirmativa de que su víctima ha dicho la verdad. Por eso ha sorprendido el despido fulminante de Alessandro Lecquio (Lausana, 67 años) de su labor de comentarista desempeñada durante años al volver a la palestra en una entrevista con El País la que fue su primera esposa, la modelo Antonia dell’Atte. Desde hace dos décadas le señala como maltratador y violento, «porque cada cosa tiene su nombre exacto y hay que pronunciarlo«.
Quizás es que los tiempos están cambiando y ha pagado el antiguo playboy la ‘pena del tertuliano’, consistente en perder el derecho a ganarse la vida hurgando con saña en la de los demás, provocando a diestro y siniestro con especial inquina contra las mujeres, cuando la defensa de sus propios actos resulta ya imposible. Su mera presencia, suculentamente pagada, como opinador de honor revictimizaba a la madre de su primogénito Clemente (37) . Visto lo visto estos días, hay que elogiar la contundencia de Telecinco y de la empresa propiedad de Ana Rosa Quintana, que produce el programa Vamos a ver para la cadena, al apartar al autoproclamado conde para proteger su imagen corporativa. Poco que ver, por ejemplo reciente, con la escandalosa falta de diligencia exhibida por el PSOE en relación a dos babosos en sus filas, el líder de partido en Torremolinos Antonio Navarro, y el ex secretario general de Coordinación Institucional de la Moncloa Paco Salazar, a cuyos casos de acosos a mujeres militantes ha respondido con incuria.
Alessandro Vittorio Eugenio Lecquio Di Assaba, hijo de Alessandra Torlonia y Borbón, y nieto de la infanta de España Beatriz de Borbón, es pariente lejano del rey Felipe VI, como bien se encarga de recordar otra de sus ex, la actriz Ana Obregón, madre de su segundo hijo Alex, fallecido hace cinco años, por quien dejó a Dell’Atte. Cuando eso ocurrió, en 1991, la modelo italiana le denunció por malos tratos físicos y psíquicos y abandono familiar, pero al poco retiró la demanda. Años después, él quiso acallar sus repetidas acusaciones de violencia denunciándole a su vez, pero ella, asesorada por la abogada Cristina Almeida, ganó en los tribunales, que reconocieron que no mentía.
Su tremenda narración de patadas de kárate mientras estaba embarazada, palizas, aislamiento social e insultos quedaba confirmada en las cartas que Lecquio le enviaba pidiéndole perdón tras los asaltos. Muy creíble, además, dado el discurso que él exhibía sin pudor. «Sí, yo he tirado bofetones a las mujeres. Sí, me ha pasado. Es un bofetón light, no es un bofetón… No encuentro que haya nada de malo», llegó a decir en Tómbola en 1999. Los malos tratos no le pasaron factura económica y mudó de entrevistado a entrevistador, colaborando con todos los grandes nombres de la prensa rosa, a los que Antonia dell’Atte siempre denostó por su complicidad. Hasta hace un par de semanas, cuando se le acabaron los privilegios.
Desde el cómodo sillón de la tele, el presunto conde casado en la actualidad con María Palacios, quien salió en su defensa tras el despido en una entrevista en ¡Hola!, donde trabaja, se mostró especialmente agresivo con las mujeres objeto de disección. Otra protagonista del papel cuché que relató sus vivencias de maltrato, Rocío Carrasco, recibió sus andanadas con la esclarecedora respuesta de perro no come perro. Se refería a su ex, Antonio David Flores, otro hombre acusado de violencia machista reconvertido a comentarista y hoy exiliado en YouTube. Qué va a ser de los programas del famoseo si empiezan a pedir los certificados de penales a sus tertulianos.














