Una pequeña comunidad en Canarias obtiene un galardón que valorará su repostería navideña

Un nuevo tipo de premio para la tradición repostera

El sello Solete de Navidad, que este año amplía su alcance más allá de bares y tabernas, ha llegado por primera vez a conventos y monasterios de clausura. Entre ellos destaca el Monasterio Cisterciense de Teror, en Las Palmas, premiado por su producción artesana de dulces tradicionales. La propuesta de la Guía Repsol para esta edición se centra en valorar espacios humildes, auténticos, con relación calidad‑precio y un fuerte vínculo con la tradición local

El convento de Teror: cierre, dulces y devoción

El Monasterio, situado en Teror y vinculado históricamente al Císter, ha mantenido siempre un perfil bajo: vida contemplativa, clausura, recogimiento. Su obrador no es una pastelería convencional: opera a través de un torno que respeta la clausura, desde donde las monjas sacan cajas y bolsas con dulces elaborados de forma artesanal.  Entre las elaboraciones más destacadas figuran los bollos de anís, los mantecados, mazapanes y, sobre todo, las famosas truchas de batata —postre navideño típico de Gran Canaria—: un dulce emblemático que traduce la tradición local en sabor

Repostería conventual: un patrimonio que se reivindica

La inclusión de 26 (o 27, según la fuente) conventos entre los galardonados con un Solete supone un cambio en el enfoque de la Guía: de reconocer bares informales a valorar hornos monacales que conservan recetas centenarias.  Estos conventos representan diversas comunidades religiosas de toda España; su selección destaca “la defensa de recetas clásicas y su elaboración totalmente artesanal”. El reconocimiento no se limita al sabor: supone una reivindicación del patrimonio cultural y gastronómico que muchas veces pasa desapercibido, sobre todo cuando ocurre en espacios discretos, alejados del circuito mediático.

Impacto local y relevancia para Teror

Para Teror, este galardón supone un refuerzo de su identidad: no solo como destino turístico religioso —con su Basílica de la Virgen del Pino— sino también como referente de dulces navideños tradicionales.  El ritmo de producción en el convento crece con la demanda estacional de Navidad, y muchas familias ya consideran indispensable llevar “algo del Císter” cuando visitan el municipio. El Solete refrenda ese gesto popular como algo más que un capricho: como parte de la memoria colectiva

El valor simbólico de reconocer la repostería conventual

El galardón revela una tendencia más amplia: valorar lo artesanal, lo local, lo sencillo, frente al despliegue mediático de alta cocina. La elección de conventos que elaboran dulces desde hace décadas representa un guiño consciente al patrimonio culinario menos visible. También pone en evidencia cómo la gastronomía puede ser una forma de conservar tradición, identidad e historia local —en este caso, de la espiritualidad y la comunidad— sin renunciar al reconocimiento popular ni al buen gusto.

Qué ofrece el Monasterio de Teror esta Navidad

– Dulces navideños emblemáticos de la isla, como truchas de batata, mazapanes, mantecados y bollos de anís. – Venta directa desde el torno del convento, así como puestos en el mercadillo dominical junto a la Basílica.  Una experiencia que combina tradición, historia y sabor: una forma de llevarse un pedazo de cultura canaria a casa. En definitiva, el reconocimiento con un Solete a un convento de clausura en Teror reafirma que la excelencia gastronómica no siempre se encuentra bajo focos ni en restaurantes de moda, sino muchas veces en hornos humildes, elaborados con paciencia, respeto por la tradición y sentido de comunidad.

Fuente