El jueves pasado Cifras y letras superó en audiencia a Gran Hermano. Algo hemos cambiado para bien, aunque tampoco hay que echar las campanas al vuelo. No obstante, este dato merece una reflexión, y no deja de tener su relevancia.
Detrás de este cambio de comportamiento de la audiencia se intuye la modificación de los hábitos de consumo. No cabe duda que una franja importante de la población juvenil que ha dejado de ver la televisión lineal (a través de la pantalla de plasma y a la hora en que se emite) lo hace en sus dispositivos personales. En este sentido, no es que Gran Hermano 20 sea menos consumido, que también, sino que muchos de sus potenciales consumidores han cambiado de canal a la hora de visionarlo. Y lógicamente eso ha resentido los datos de audiencia.
En el caso del concurso Cifras y letras ha ocurrido el fenómeno inverso. Ha sabido atraer a espectadores que no estaban fidelizados a la televisión lineal, y que preferían consumir contenidos en las plataformas. Aquí podemos hablar de nuevos espectadores, de esos que antes veían la televisión de otra forma.
No deja de ser curioso que un formato tan veterano haya revolucionado en cierto modo los hábitos de consumo de una franja tan importante como la del acceso al prime time. Conscientes de ese éxito, los programadores van retrasando la emisión del concurso, que ya viene acabando a las diez y cuarto de la noche. Aprovechan para pausarlo e incluir las autopromociones, cada vez más largas y agotadoras. Pero a la postre eficaces.
Sea como fuere, es una buena noticia que determinadas noches Cifras y letras sea más visto que Gran Hermano. Efectivamente, algo hemos cambiado.
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