Desde que Donald Trump empezó a liderar los esfuerzos para lograr la paz en Ucrania, los expertos no han dejado de preguntarse por qué todas sus propuestas recogen las demandas maximalistas de Rusia, ningunean los intereses de los europeos y empujan a Ucrania a una capitulación disfrazada. ¿Es por qué solo respeta la fuerza, encarnada por Putin? ¿Por su manifiesta animadversión hacia Europa? ¿Porque cree que Ucrania ha perdido la guerra y le conviene minimizar las pérdidas? ¿O es porque el Kremlin le estaría chantajeando con algún tipo de ‘kompromat’? ‘The Wall Street Journal’ acaba de ofrecer una de las respuestas más convincentes hasta la fecha: un plan soterrado entre Rusia y EEUU para hacer negocios multimillonarios a costa del futuro de Ucrania y de Europa.
De acuerdo con el diario neoyorkino, que se apoya en fuentes de la seguridad y la diplomacia occidental, el Kremlin lleva meses tratando de convencer al entorno de Trump de que Rusia no es una amenaza para nadie sino una tierra de infinitas oportunidades económicas, con sus vastas reservas de hidrocarburos, minerales críticos y tierras raras. Una retórica que habría ido traduciéndose en propuestas concretas. El pasado 2 de abril, durante una visita a la Casa Blanca, uno de los negociadores de Putin presentó “una de lista de proyectos multimillonarios que ambos gobiernos podrían desarrollar conjuntamente”. Muchos de ellos en el Ártico. Y tanto en Trump como en su círculo más cercano Moscú habría encontrado interlocutores más que receptivos. No en vano, empresas y magnates de su entorno han empezado a negociar con sus pares rusos posibles oportunidades de negocio.
El hombre encargado de vender las golosinas del Kremlin es Kirill Dimitriev, formado en la escuela de negocios de Harvard y alumno de Goldman Sachs. Desde hace más de una década, también CEO del fondo soberano ruso. El mes pasado fue recibido por Steve Witkoff –el negociador para todo de Trump– en su mansión de Miami Beach, reunión a la que también asistió Jared Kushner, el yerno de Trump. Los tres acabaron de darle los últimos retoques a los 28 puntos del último plan de Trump para Ucrania. Un “plan de paz” que al filtrarse causó estupefacción en Kiev y Bruselas por su evidente sesgo prorruso. Muchos lo describieron como un borrador para la capitulación de Ucrania.
Europa, al corriente
Pero Dimitriev también aprovechó la reunión, según el Journal, para proponer que empresas estadounidenses accedan a los 300.000 millones de dólares del banco central ruso que Europa mantiene congelados para gastarlos en “proyectos ruso-estadounidenses de inversión y en la reconstrucción de Ucrania”, según el diario. Compañías de los dos países, habría sugerido el negociador ruso, podrían “unirse para explotar la ingente riqueza mineral del Ártico”.
La inteligencia occidental parece estar al corriente del cambalache. Cuando los líderes europeos se reunieron la semana pasada para abordar la última oferta de Trump, luego enmendada con aportaciones ucranianas y continentales, el primer ministro polaco, Donald Tusk, fue taxativo al respecto: “Sabemos que esto no va de paz, sino de negocios”. A nadie se le escapa en Europa que, de fructificar esta alianza económica, el continente podría quedar todavía más marginado y con su seguridad seriamente comprometida.
Meses antes, en vísperas de la reunión en Alaska entre Trump y Putin, una agencia de espionaje occidental ya hizo llegar a altos cargos de la seguridad occidental un documento papel que alertaba sobre esos negocios. Al abrir el sobre, todos quedaron “estupefactos”, escribe el diario: “Dentro estaban los detalles de los planes comerciales y económicos que la Administración Trump ha estado abordando con Rusia, incluida la explotación minera conjunta de tierras raras en el Ártico”.
Empresas toman posiciones
En el entorno empresarial de Trump algunos han empezado a tomar posiciones ante la posibilidad de que la Casa Blanca autorice el retorno al mercado ruso. Representantes de Exxon Mobil se reunieron a principios de año con sus pares de la petrolera estatal rusa Rosneft para abordar la reincorporación del primero al masivo proyecto de gas de Sajalín I, en el extremo oriental de Rusia. Paralelamente, según el diario, varios oligarcas rusos han enviado emisarios a EEUU para proponer a algunas empresas proyectos de exploración de tierras raras y energía.
La pregunta que algunos se hacen es si esta aparente estrategia del Kremlin para que Trump venda a Ucrania (y a Europa) a cambio de ofrecerle mil negocios en Rusia es real o solo una maniobra de distracción para que reduzca la presión sobre Moscú mientras sus militares empujan en el frente. El CEO de Hermitage Capital, William Browder, ya ha dicho que Trump no debería dejarse engañar por los cantos de sirena. “Al principio te seducen para atraer la inversion, pero una vez estas ahí, te roban, te defraudan, te arrestan, te torturan y hasta te matan para asegurarse que ningún americano hace dinero. Lo he visto muchas veces y es una regla casi universal”, ha escrito en X el máximo responsable de uno de los mayores fondos de inversion en el mercado ruso, que como otros, salió escaldado del país.
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