Un espectáculo venido a menos con el paso de los minutos. El Barça consiguió llevarse un triunfo capital ante el Atlético de Madrid, rival directo en la lucha por el título de La Liga, aunque no despejó las dudas en su juego y volvió a cometer los mismos errores que tanto le condenaron en el pasado [Narración y estadísticas de la victoria azulgrana].
No era una final, pero los dos equipos jugaron como si en vez de haber tres puntos más en juego, la disputa fuese por el título de La Liga. Al fin y al cabo, los dos están inmersos en una pelea donde los azulgranas aventajan a los rojiblancos en seis puntos.
Como si de una batalla de gladiadores se tratase en el Spotify Camp Nou como escenario del duelo, cada uno con sus armas trató de minimizar las virtudes de su rival y explotar sus defectos. Así pasó, que el resultado fue un flujo continuo de ocasiones… y algunas eran prácticamente iguales.
El mejor ejemplo fueron los primeros goles del partido. El Barça parece ser el equipo que jornada tras jornada sigue tropezándose con la misma piedra, independientemente del rival. La defensa adelantada no le está funcionando esta temporada y Simeone preparó muy bien por ahí el plan de partido.
Tras sobreponerse a la lesión de Cardoso, quien sufrió un pisotón fortuito por parte de Dani Olmo, el Atlético de Madrid hizo un despliegue físico abismal. Todos los jugadores estaban comprometidos en las labores defensivas y en ataque solo había que aprovecharse de la vulnerabilidad azulgrana.
Nahuel Molina vio un pase perfecto para Álex Baena a la espalda de la defensa del Barça y tras un buen control y su posterior conducción, definió a la perfección ante Joan García para abrir la lata.
Sin embargo, no pudo celebrar el gol porque inmediatamente el línea levantó el banderín, aunque tras la revisión del VAR, De Burgos Bengoetxea lo dio por válido. Desatando el júbilo en un banquillo rojiblanco que pedía a los jugadores seguir así, aunque Pedri tenía otros planes.
El mediocentro volvió a llevar las riendas de su equipo en el medio y una vez que se hizo con el control de la sala de máquinas, el gol del empate apenas tardaría siete minutos en llegar.
Una jugada calcada al tanto de Baena, cuya única diferencia fue la definición. Si bien el jugador colchonero definió de primeras ante la salida de Joan García, Raphinha recibió un pase filtrado de Pedri y decidió regatear a Oblak para así marcar a placer el gol del empate.
Mientras el Barça sufría la poca aportación de Lamine en ataque, el Atlético de Madrid hacía lo propio con Julián Álvarez. El argentino estuvo muy implicado en defensa, pero inoperante en la parcela ofensiva.
Con el partido atascado, Lewandowski fue protagonista, aunque no de la forma en la que le gustaría. Un derribo de Pablo Barrios sobre Dani Olmo dentro del área terminó en una pena máxima que el polaco terminaría desaprovechando, puesto que el balón lo mandó a las nubes.
No se vino abajo el delantero del Barça y al rematar un gran centro de Oblak pudo resarcirse tras ese fallo, pero Oblak sacó una mano espectacular para evitar el gol de una remontada que tardaría en llegar.
Oblak evita el gol de Lewandowski.
Reuters
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