De la Constitución a la Purísima Concepción

Y llegó diciembre, como un señor, siempre elegante, distinguido y pomposo, con pajarita en el cuello, chaqué de lentejuelas y zapatos de charol, todo él presto y dispuesto para empeñar su tiempo en comidas, cenas, tardeos y afters, como si fuera Froilán o Paquirrín, que por algo es el mes que más días festivos tiene en el calendario laboral y en el que se conmemoran entre otros eventos el día mundial del algodón de azúcar, de la sangría y de las natillas, que comienza con la festividad de San Eloy (San Eligio), conocido por ser patrón de los joyeros, herreros y mecánicos y finaliza con San Silvestre I, el trigésimo tercer Papa de la Iglesia Católica, y que a la peña no se le ha venido a la cabeza otra ocurrencia loca para conmemorarlo que pegarse una carrerita (como si no hubieran pocas a lo largo del año) disfrazados de lo que sea, antes de ir a comerse las uvas, dar la bienvenida al Año Nuevo y beberse hasta el agua de los floreros.

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