“El universo te sonríe y quiere que tengas éxito”. Aunque pueda parecer una frase cursi y vacía, es uno de los mantras con los que Gabby Bernstein −profesora espiritual y ‘coach’ del ‘manifesting’, como se define− ha conseguido amasar más de 1,5 millones de seguidores, incluidas celebridades como Drew Barrymore.
El nombre ‘manifesting’ en su descripción es la clave. Es así como se denomina esta tendencia de autoayuda: “El arte y la casi-espiritual ciencia de desear cosas hasta que aparezcan en tu vida solo gracias al poder del deseo”, resume Tara Isabella Burton, otra predicadora del movimiento.
En realidad, estos rituales que prenden en Instagram y TikTok –donde los ‘hashtags’ #manifestation, #manifest y #manifesting superan en conjunto los 70.000 millones de visualizaciones– tienen poco de espiritualidad y aún menos de ciencia. “Más bien se trata de una práctica que adopta elementos religiosos y rituales de muchas fes y los transforma en una religión a la carta. Lo que tú haces es pedirle a un ente, ya sea Santo Tomás o una personificación del universo, que manifieste −de ahí el nombre− eso que tanto deseas. ¿Cómo lo haces? Con un batiburrillo de prácticas, desde la meditación hasta el tarot”, asegura el investigador en periodismo digital Cristian Sancho.
Del tarot a las supersticiones
Por ejemplo, son muy comunes en TikTok e Instagram los vídeos de tiradas de cartas de tarot, interpretándolas y dando un consejo genérico al espectador. Igual de extendidos están los de encender velas, de respiración, de plegarias o de rituales con supersticiones concretas (como quemar alguna tela, hacer círculos con incienso o absorber energías con piedras). Se ha popularizado, incluso, el hecho de motivarse haciendo vídeos de uno mismo con IA en los que se “manifiesta” un futuro ideal, reporta ‘The New York Times’. Por ejemplo, recreas en vídeo tuyo en París y lo cuelgas en TikTok con un #Manifesting que invoca «el viaje que quiero para el año que viene».
“Yo suelo poner velas digitales de la Catedral de Santiago y me han pasado cosas buenas, como trabajos”, ríe Ainhoa Marzol, autora de la ‘newsletter’ Gárgola Digital, un periscopio semanal a lo que se cuece en internet. Asegura que el ‘manifesting’ es imán de virales: “Es fácil ver en TikTok a alguien diciendo que gracias a las velas ha conseguido algo”. Eso sí, esto no hace más que producir una cámara de eco entre los que creen en estos rituales. “Los vídeos de las personas a quienes no les han funcionado no se harán virales. Los argumentos que no son extremos parece que no existen en internet, pero es porque tienen menos recorrido en el algoritmo”.
Sincretismo digital
Para Ferran Sáez, doctor en Filosofía de Universitat Ramon Llull (Blanquerna), este tipo de creencias no son nada nuevo. Lo asimila al típico “si piso las rayas de la calle tendré mala suerte”. Lo mismo cree Marzol: “Son como las cadenas de ‘mails’ de 2005 de ‘si no lo reenvías a tus contactos tendrás mala suerte’”. Como explica Sancho, una estrategia similar usan los vídeos ‘manifesting’ para hacerse virales, ya que suelen acabar con un “escribe ‘lo manifiesto’ en los comentarios para que se cumpla” con la intención de aumentar el ‘engagement’.
Aunque muchos de los rituales ‘manifesting’ se basen en la religión, Sáez cree que es un error pensar que su apogeo se debe a un aumento de la espiritualidad en la sociedad. Este sincretismo digital −que une prácticas religiosas de todo el globo− tiene más que ver con el “bombardeo constante de estímulos” que recibe un adolescente que no con el intento de recuperar tradiciones o tejer puentes entre culturas.
Ahora, como atestigua la estética ‘Lux’ de Rosalía o el éxito de ‘Los domingos’, la espiritualidad ha vuelto a ocupar un espacio en el imaginario colectivo ‘mainstream’. Aun así, es solo de forma estética, como quien recupera los 80 y los 90. Sáez añade que “en el mundo de la economía de la distracción no hay espacio para una espiritualidad real, que te obliga a mirar dentro de ti”. Simplemente, se trata de una aproximación a la religión y la espiritualidad que no pasa de la fachada.
Prometer soluciones
Marzol coincide en esta visión, y cree que el ‘manifesting’ suele partir de una base muy banal. “Los deseos no son ‘que alguien se cure del cáncer’, sino que van más en la línea ‘que no me pongan una reunión mañana’”. Es por eso por lo que ve en el movimiento un punto clasista. “Se practica muchísimo entre gente privilegiada, que dice cosas como ‘a mí la vida me va súper bien porque creo en ello’, o ‘visualizo que tengo suerte así que la tengo’. No, lo que tienes es un padre millonario”.
La explosión de este movimiento coincide con una época de desilusión generalizada entre los jóvenes debido a las pocas perspectivas laborales, la precariedad social y política y el capitalismo de los estímulos. Ante esta situación, Manuel Delgado, catedrático en Antropología, cree que es una conclusión lógica afirmar que movimientos como el ‘manifesting’ sean abrazados por tantas personas, ya que prometen respuestas y soluciones a aquellos que acuden en busca de certezas.
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