El embajador de China en España, Yao Jing (Ningbo, 1969), visita con frecuencia Zaragoza por la creciente presencia de proyectos e inversiones chinas en Aragón. El pasado jueves lo hizo para representar a su país en el inicio de las obras de la gigafactoría de baterías que impulsa en Figueruelas la empresa china CATL en alianza con Stellantis.
En la entrevista concedida a este diario, define este proyecto como un hito en la cooperación tecnológica entre ambos países y defiende que compartir conocimiento es “la única forma de garantizar el éxito conjunto”, al tiempo que rechaza los recelos que a veces despierta en Europa la competencia asiática.
La gigafactoría de Zaragoza es una de las mayores inversiones chinas en la historia de España. Más allá del empleo, ¿qué simboliza este proyecto para la relación bilateral entre ambos países?
La colocación de la primera piedra es un día histórico de cooperación y encuentro. Efectivamente este proyecto es una de las mayores inversiones chinas en la historia de España y creo que tiene tres principales significados. Primero, significa que China y España somos verdaderos compañeros, que nos vemos como socios. Este año se cumple además el vigésimo aniversario de nuestra asociación estratégica integral y la confianza mutua viene consolidándose cada vez más. Estamos dispuestos a compartir nuestras tecnologías, nuestras inversiones e, incluso, nuestras capacidades con las compañías españolas. En segundo lugar, demuestra que las empresas chinas tienen confianza y apoyo de las políticas del Gobierno español, porque España ha ofrecido un clima de negocios muy favorable para la inversión extranjera y ha apostado por una industria más desarrollada. Esto coincide totalmente con la colaboración entre China y España, y también con Europa. Y tercero, refleja un compromiso común hacia un desarrollo compartido y una prosperidad universal entre China y España. Queremos trabajar con las empresas y la sociedad españolas para elevar el nivel industrial y crear más riqueza y empleo para la sociedad local.
¿Cómo puede convertirse el proyecto entre CATL y Stellantis en un ejemplo de cooperación tecnológica entre ambas economías?
Este proyecto está muy relacionado con las tecnologías de energías verdes y con las cadenas industriales y de suministro. El Gobierno de China siempre aboga por un principio muy claro: ganancias compartidas y beneficios mutuos. Queremos crear más bienestar, empleo e ingresos en España. Por supuesto, también esperamos que los gobiernos locales, el Gobierno de España y los gobiernos de Europa puedan ofrecer un entorno de negocios más favorables para las empresas chinas. Nuestro objetivo final es elevar la competitividad de las empresas españolas y europeas. Ese es el camino.
CATL es líder mundial en tecnología de baterías. ¿Cómo se garantizará la transferencia de conocimiento a la industria local?
Las tecnologías de baterías se están desarrollando muy rápidamente y las empresas chinas hemos logrado grandes avances. CATL aplicará sus tecnologías de última generación en la factoría de Figueruelas y compartirlas es la única forma de garantizar el éxito conjunto. Desde China apoyamos totalmente a nuestras empresas y vemos con buenos ojos que contribuyan a mejorar las industrias locales y europeas. Hay narrativas que insisten en la necesidad de proteger las cadenas industriales y critican la competencia china, pero España y Europa no tienen por qué tener este tipo de preocupaciones ni temer a China. La cooperación en alta tecnología es la esencia de este proyecto –la gigafactoría de Zaragoza–, que confío en que sirva de ejemplo de la colaboración común.
¿Qué planes hay para la colaboración con universidades, centros de investigación y empresas españolas para desarrollar aquí toda la cadena de valor del vehículo eléctrico?
Este proyecto abarca toda la cadena: investigación, producción y venta. Cada día se actualizan las tecnologías de baterías y vehículos eléctricos. Ya estamos estableciendo cooperaciones con universidades españolas para investigación y producción de vehículos móviles. En Zaragoza hemos establecido colaboraciones con la Universidad de Zaragoza. En Barcelona, nuestra empresa Chery coopera con la Universidad Politécnica de Cataluña. Podemos continuar desarrollando productos adecuados para el territorio y también formación técnica para los trabajadores locales. Es un ecosistema completo de industrias verdes.
La industria del vehículo eléctrico es estratégica para la UE y está muy regulada. ¿Cómo pueden integrarse empresas como CATL en la estrategia de soberanía industrial europea?
Entendemos perfectamente que la Unión Europea tiene sus propias normativas y estándares en cuanto al desarrollo de las industrias. En este proyecto, CATL ha establecido una cooperación con Stellantis, una empresa con mucha experiencia en Europa. Con la ayuda de este grupo, resolverá bien los retos regulatorios a los que se enfrenta. Además, CATL es uno de los líderes en baterías a escala mundial y es muy fuerte en cuanto a su investigación y desarrollo. La de Figueruelas no será su primera fábrica en el continente, ya tiene plantas en Alemania y Hungría y, por tanto, experiencia en el mercado europeo. Si la UE ofrece un entorno indiscriminatorio para sus negocios, se adaptará perfectamente a sus normas y reglas.
En el actual contexto geopolítico, hay voces, especialmente en Estados Unidos, que miran con recelo estas inversiones. ¿Qué mensaje trasladaría?
En el mundo actual vemos medidas proteccionistas. Hemos visto guerras comerciales planteadas por Estados Unidos, sobreponiendo sus propios intereses sobre todos los demás. Incluso la Unión Europea ha adoptado algunas medidas discriminatorias hacia empresas chinas, lo cual no ayuda al intercambio global de tecnologías. China siempre apuesta por la apertura exterior de alto nivel, por el multilateralismo y por compartir oportunidades de desarrollo con los demás países. Necesitamos adherirnos a la carta de la ONU y las reglas de OMC. Este proyecto –la gigafactoría de Figueruelas– es un ejemplo vívido de esos principios.
Para las obras de construcción de la gigafactoría de Zaragoza se espera la llegada de unos 2.000 trabajadores chinos. ¿Cómo se revolverá este reto? ¿Cuál será la solución para su acogida y alojamiento?
No tengo un conocimiento específico sobre este tema, pero lo que me trasmiten desde la empresa es que no vendrán 2.000 obreros chinos de golpe, de una vez, sino que lo harán lo largo de dos o tres años, por tandas de 300 o 400 trabajadores. Será algo asumible. La idea es que puedan incorporarse según las necesidades del proyecto y, sobre todo, su tarea principal será formar cuanto antes a los trabajadores locales. No hay que olvidar que este proyecto se basará principalmente en trabajadores locales. La verdad es que no sería viable que la mayoría de la mano de obra se trajera desde China porque eso aumentaría los costes.
¿Recomendaría que más estudiantes aragoneses aprendieran chino, dada la creciente inversión de empresas chinas en Aragón?
Sí, por supuesto. Hemos observado un interés creciente por aprender chino. En Zaragoza ya tenemos un Instituto Confucio y queremos reforzar la cooperación educativa no solo para aprender el idioma, sino para promover que estudiantes aragoneses puedan estudiar en China en proyectos relacionados con estas industrias. Estamos ampliando nuestros proyectos de cooperación con universidades de Zaragoza, incluida la San Jorge.















