Cuando una ve a Feijóo mendigar a los empresarios que votan a Junts y a los que puedan hacerlo a ERC, si es que los hay, que los habrá, para que convenzan a dichos partidos de que le apoyen en una moción de censura, tiembla –metafóricamente, pero tiembla– y le entra el vómito mucho más de lo que ha temblado y ha sentido arcadas hasta ahora.
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