Nacido en Motilla de Palancar (Cuenca) en 1952 y licenciado en Derecho, Jose Luis Olivas, fallecido este sábado a los 73 años, tuvo una ascensión política meteórica. El expresidente llegó a Valencia con 25 años y se puso a trabajar bajo las órdenes de Emilio Attard, dirigente de Unión de Centro Democrático (UCD), y año y medio después ya era concejal en Valencia del partido centrista.
Así modeló José Luis Olivas un instinto de supervivencia y una perseverancia con las que escaló cumbres sin botella de oxígeno. El estallido de UCD (1982) lo convirtió en náufrago. Quizás ahí aprendió que en política y economía no hay amigos, sino aliados tácticos. Y lo llevó a rajatabla. Tras un paréntesis, regresó en 1987 a la política. Entró de concejal en Valencia, con Martín Quirós. Pero fue, tras el abrazo del oso de Rita Barberá a Lizondo (Unión Valenciana) en 1991, cuando tomó carrerilla. En el gobierno PP-UV fue edil de Hacienda. Jamás se separó ya del maletín de unas cuentas que siempre le cuadraban. Esos años se especializó en lidiar con los regionalistas, tarea de alto riesgo que ejecutó como conseller de Economía de Eduardo Zaplana cuando se firmó el famoso «Pacto del Pollo» entre el PPCV y UV después de las elecciones a las Cortes Valencianas de 1995 . El acuerdo fue auspiciado por la Asociación Valenciana de Empresarios y se bautizó asi porque se firmó en el despacho del presidente de la patronal del sector del pollo, Federico Félix.
El edil se pegó a las faldas de Rita Barberá y ello le valió el número dos del PP cuando, en septiembre de 1993, se consumó el golpe de Zaplana para jubilar a Pedro Agramunt y tomar el control del partido. En 1995, el nuevo presidente tuvo que tragarse al hijo político de la alcaldesa. Pero pronto se percató de que ese hombre de aspecto tosco tenía capacidades más allá de su sesudo currículum (secretario general técnico de Economía, 1981 o director general de presupuestos del Consell 1982).
Su época en alza
Fue tomar posesión del cargo de conseller de Economía y anunciar que la Ciudad de las Ciencias había que remaquetarla porque era cara y los socialistas habían llenado las cuentas de «agujeros». El Consell del PP, más que una liposucción lo que le hizo a Cacsa fue atiborrarla a sobrecostes. Pero el gran logro de Olivas fue robarle al expresidente socialista Joan Lerma la patente de esta réplica del Valle de los Reyes. Cuando todavía se cortaban cintas inaugurales, Olivas se encargó de hacerlo en 2003 con l’Oceanogràfic. Se ganó tanto la confianza del jefe del Consell que en 1999 ascendió a vicepresidente primero. Y en 2002, cuando Zaplana se largó a Madrid, lo dejó como presidente casero del Palau hasta que llegara Francisco Camps. Le quisieron pagar sus servicios con un puesto de senador vitalicio. En enero de 2004, fue nombrado presidente de Bancaja, la extinta caja valenciana que en 2021 se fusionó con Caixabank, y puso así fin a su periplo político.
Su nombre ha vuelto a salir a la palestra después de la dimisión de Carlos Mazón, que no ha podido arrebatarle el puesto de Presidente de la Generalitat Valenciana más fugaz, con 331 días, apenas 11 meses, desde el 24 de julio de 2002 al 24 de junio de 2003.
Suscríbete para seguir leyendo














