Valentino Rossi ha vuelto a desplegar su magnetismo habitual en una entrevista concedida a la edición italiana de la revista ‘Rolling Ston’e, donde repasa su impacto en el motociclismo, la evolución del paddock y algunas anécdotas que marcaron su trayectoria. A sus 45 años, el nueve veces campeón del mundo mantiene intacta su lucidez para analizar el deporte que definió una era.
El de Tavullia reconoce que uno de sus grandes aportes fue «cambiar el ambiente» del Mundial y aportar una energía nueva. «Yo traje un poco de juventud a las carreras de motos, fui el primer piloto moderno en el sentido de que a los 20 años ya estaba en 500cc», afirma. Para el 46, su irrupción supuso una ruptura con un campeonato que aún conservaba códigos muy distintos a los actuales.
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La leyenda recuerda que, antes de su llegada, el paddock tenía un aire más imprevisible y caótico. «La moto era siempre una cosa de locos, pero había gente más adulta. Los pilotos siguen siendo una buena manada de locos, aunque ahora se ha vuelto todo mucho más profesional y a las nueve y media en el paddock no hay un alma viva. Al menos, antes siempre te encontrabas a alguien bebiendo una cerveza», explica. Una comparación que evidencia cómo la profesionalización ha transformado por completo el ambiente de los fines de semana de Gran Premio.
Durante la charla también dedica un espacio especial a una de sus grandes figuras de referencia, Barry Sheene. Rossi lo describe como «un piloto superavanzado y superestiloso», una auténtica estrella que trascendía lo deportivo. «A las carreras venía con el Rolls-Royce, era amigo de los Beatles y estaba siempre rodeado de mujeres estratosféricas. Era el James Hunt de las motos, pero para mí era mejor que James Hunt. Ha hecho historia», subraya. Incluso rememora una de sus excentricidades más célebres: «Barry mandó hacer en su mono Dainese un bolsillo para los cigarrillos, así si se caía podía ponerse a fumar mientras esperaba para volver al paddock».
Valentino también habla de uno de los rasgos más icónicos de su carrera, sus cascos especiales. Reconoce que fue pionero en esa tendencia que hoy se ha extendido incluso a la F1. «Es una cosa que puedo decir que casi inventé yo y que ahora hacen todos, incluso en la Fórmula 1. Le dedicábamos mucho tiempo y teníamos muchas reglas supersticiosas», recuerda. Incluso relata sus tensiones creativas con las marcas: «Los patrocinadores querían el casco por adelantado para dar el ok, pero llegábamos tan tarde que no tenían más opción».














