Interesante y estresante fin de semana «furgolístico» en la madreñina. En nada, el Sporting de Borja Jiménez, de los Jiménez de toda la vida, recibirá en El Molinón al Andorra. El equipo de Geri Piqué llega sin entrenador, con un staff de circunstancias a la espera de que el club del empresario y exjugador del Barça, colega del honesto Rubiales, decida a quién quiere para el puesto. Los rojiblancos necesitan volver a ganar para evitar entrar en la depresión prenavideña de los últimos años.
Dubasin desaparecerá de las alineaciones durante un tiempo, así que al entrenador abulense le toca tomar decisiones, como si tirar del desaparecido Cortés o volver a echar mano de Queipo, al que más de uno en El Molinón tiene cruzado. Una victoria acercaría un poco los 50 puntos, a los que ahora se aferra Jiménez, que pide a la tropa que a estas alturas de temporada no se obsesione con el play-off y que recuerde lo que ocurrió la temporada anterior y cómo estaba el equipo cuando llegó para sustituir a Asier Garitano y tal y tal. Más claro, agua y/o blanco y en botella, leche.
La obsesión en ambas orillas del Potomac se centra desde hace unas semanas en llegar siendo lo más felices posible al mercado de invierno. Pero el histórico no invita al optimismo. En lo que se refiere al Oviedo de Carrión, toca visita al Metropolitano para medirse al Atlético del Cholo Simeone. Los azules hacen cuentas y saben que necesitan cerrar el año sumando lo que no han sumado hasta ahora. Los hay que esperan milagro en Madrid por eso de que los colchoneros tuvieron que aplicarse a fondo ante el Inter de Milán en la Liga de Campeones.
¿Y por lo demás? Pues los que llevan el timón en la institución azul ya han pasado el trámite de enfrentarse a sus accionistas, algunos con un notable punto de cabreo por cómo se han hecho las cosas desde el ansiado ascenso. Por eso de querer estar en Europa, la hora de la cita no pudo ser más del tipo Ursula von der Leyen: a las cinco de la tarde. Todo pensado para evitar el frío y permitir que los pequeños accionistas pudieran cenar temprano y demás. Ya podía tomar nota Tebas. El resto de los accionistas, los que trabajaban, debían ir a buscar a los críos al colegio, llevarlos a extraescolares, etcétera, etcétera, y tendrán que esperar a otra ocasión. Tranquilidad, que un año pasa en un suspiro, ¿oyisti, güey?













