En el entorno laboral, no solo existen derechos que protegen al trabajador, también hay deberes que, de no cumplirse, pueden derivar en sanciones por parte de la empresa. Estas sanciones están reguladas por el Estatuto de los Trabajadores y los convenios colectivos, y pueden aplicarse por diversos motivos. Aunque algunas pueden parecer leves, todas tienen implicaciones que conviene entender y, si es necesario, combatir con asesoramiento legal.
Las sanciones laborales se clasifican, generalmente, en leves, graves y muy graves. Entre las más comunes se encuentran las amonestaciones verbales o por escrito, la suspensión de empleo y sueldo, e incluso el despido disciplinario. La gravedad de la sanción dependerá tanto de la falta cometida como del historial del trabajador. Por eso, cada caso debe analizarse en su contexto. Lo que muchas personas no saben es que, en ocasiones, lo que parece una advertencia inocua puede volverse en su contra con el tiempo.
Sanción por escrito
Una situación muy habitual es que el trabajador reciba una sanción por escrito, no la impugne y la guarde sin más, pensando que no tiene consecuencias porque no le afecta al salario o a su permanencia en la empresa. Sin embargo, esa acción (o más bien, esa inacción) puede volverse en su contra si se repite otra situación más grave en el futuro. No contestar a una sanción es, legalmente, como aceptarla, y eso puede condicionar mucho un posible conflicto laboral posterior.
Mucho cuidado con la advertencia del abogado laboralista Juanma Lorente: «Esta es la sanción más peligrosa que pueden ponerte en el trabajo» / Crédito: Maximilianovich en Pixabay.
Así lo explica el abogado laboralista Juanma Lorente en uno de sus vídeos en TikTok. En palabras del experto: “Esta es la sanción más peligrosa que te pueden poner en tu trabajo. Se trata de una amonestación por escrito”. Aunque no lo parezca, según Lorente, esta sanción inicial, que aparentemente “no duele” porque no te quitan sueldo ni te despiden, puede convertirse en una trampa si el trabajador no actúa correctamente desde el primer momento.

Mucho cuidado con la advertencia del abogado laboralista Juanma Lorente: «Esta es la sanción más peligrosa que pueden ponerte en el trabajo» / JUAN CARLOS CARDENAS
El problema, según detalla, está en la pasividad. Si recibes una carta de amonestación y no impugnas formalmente esa sanción, estás consintiendo su contenido. Eso significa que, más adelante, la empresa podrá utilizarla como antecedente disciplinario. Imagina que meses después recibes otra sanción, esta vez más grave: un mes sin empleo y sueldo o incluso un despido disciplinario. La empresa argumentará que ya hubo una advertencia previa, lo que reforzará su posición legal y dificultará mucho más la defensa del trabajador.
Lorente pone el foco en un punto clave: aunque ambas sanciones puedan ser injustas o infundadas, no haber impugnado la primera le da credibilidad a la empresa en la segunda. En términos judiciales, es mucho más fácil defenderse de una primera sanción que de una segunda si ya se aceptó la primera de forma tácita. Por eso, recomienda nunca quedarse de brazos cruzados, incluso si la sanción no parece grave. Lo ideal es asesorarse con un abogado laboralista o acudir a los servicios de mediación laboral disponibles en muchas comunidades autónomas.
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