La Fiscalía de Milán ha pedido este martes la condena de un año y ocho meses de prisión para la famosa ‘influencer’ Chiara Ferragni, por un supuesto fraude con la venta de dulces navideños promocionados con su marca. El caso se conoce como ‘Pandorogate‘. El fiscal Cristian Barilli ha solicitado al juez la condena de la celebridad por fraude agravado, según avanzan medios locales.
La bloguera de Cremona, que durante más de una década encarnó la fusión perfecta entre moda, marketing y redes sociales, por su parte, ha declarado que todo lo que han hecho ha sido «de buena fe». «Ninguno de nosotros se ha lucrado«, ha recalcado al salir del juzgado.
La fiscalía de Milán también ha solicitado la misma pena para Fabio Maria Damato, exmano derecha de Ferragni; y un año para Francesco Cannillo, director de la empresa Cerealitalia. Todos están acusados de fraude agravado por presunta «publicidad engañosa» que indujo a los consumidores a creer que, al comprar pandoro y huevos de Pascua de la marca de la ‘influencer’, estarían contribuyendo a una organización benéfica.
Esto también permitió a las empresas de Ferragni obtener un «beneficio injusto» de más de dos millones de euros.
Ferragni ya ha pagado casi 3,4 millones de euros en multas, donaciones e indemnizaciones.
La próxima vista tendrá lugar el 19 de diciembre y será el turno de la defensa. Y se espera sentencia antes de enero.
Si bien es improbable que Ferragni acabe en prisión -en Italia las penas menores de dos años suelen ser suspendidas-, el proceso judicial podría marcar un antes y un después en la historia del ‘influencer marketing’.
Chiara Ferragni, rodeada de periodistas, tras declarar en el juicio de Milán, este martes. / AP / CLAUDIO FURLAN
El ‘caso Pandoro’
El caso, conocido como el ‘Pandorogate’, estalló a finales de 2023, cuando la Autoridad Antimonopolio italiana sancionó con un millón de euros a las empresas vinculadas a Ferragni por publicidad engañosa. La colaboración con la marca de dulces Balocco -que comercializó el ‘Pink Christmas’, un pandoro rosa con la firma de la ‘influencer’- prometía recaudar fondos para el hospital pediátrico Regina Margherita de Turín. Sin embargo, las autoridades descubrieron que la donación solidaria ya se había efectuado antes del lanzamiento del producto, y que no dependía de las ventas.
Para la Fiscalía, la campaña indujo a error a millones de consumidores que compraron el dulce navideño pensando que contribuían directamente a una causa benéfica. Ferragni habría obtenido unos 2,2 millones de euros en beneficios, según los cálculos del Ministerio Público, que ha solicitado ahora una pena de un año y ocho meses de prisión.
La defensa de la empresaria sostiene que se trató de un «malentendido comunicativo», no de una maniobra fraudulenta. Ferragni, de 38 años, insiste en que actuó «de buena fe» y que su intención fue siempre apoyar iniciativas sociales. «Nunca quise engañar a nadie», ya declaró en enero, cuando se hizo público que iría a juicio. Aun así, el daño reputacional ya estaba hecho.
Daño reputacional
Desde que estalló el escándalo, la imagen de la ‘influencer’ se ha visto seriamente afectada. Varias marcas, entre ellas, Safilo, fabricante de gafas de lujo, rompieron contratos millonarios. En redes sociales, su popularidad se desplomó: perdió cientos de miles de seguidores (actualmente, tiene más de 28 millones solo en Instagram) y su figura, antaño vista como la de una mujer empoderada y moderna, empezó a ser símbolo de la superficialidad y los excesos del marketing digital.
Ferragni intentó recomponer su reputación con un gesto simbólico: donó un millón de euros al hospital Regina Margherita y pidió perdón públicamente, entre lágrimas, en un vídeo difundido en Instagram. Pero la ola de indignación no remitió. En Italia, el caso abrió un debate más amplio sobre la transparencia en las campañas solidarias y los límites éticos de la influencia comercial.
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