Llegó a la capital gallega con 16 años para cursar Farmacia en la Universidade de Santiago. Por «estudiosa y trabajadora», cuenta con timidez, la adelantaron dos cursos. Finalizada la carrera, hizo la tesis en Oviedo y enseguida le ofrecieron un puesto en la USC. Aceptó, hizo después el posgrado en Estados Unidos y ya siempre volvió a Galicia, donde desarrolló toda su carrera profesional. Por eso, dice Mabel Loza, el premio que ahora le otorga EL CORREO GALLEGO le llega «al corazón».
Es usted un referente internacional en descubrimiento de fármacos. ¿Qué la ha llevado a querer desarrollar su carrera profesional en Galicia cuando podría estar investigando en cualquier otra universidad del mundo?
Me siento muy feliz de haber desarrollado aquí mi carrera. Creo que en Galicia se dan las características para poder cambiar las cosas e innovar. Y eso fue lo que hicimos mi equipo y yo en Santiago. Uno no es nadie sin un equipo. Yo empecé a trabajar con la profesora Cadavid, que fue la primera farmacóloga en su ámbito en España. Fue estar en el sitio justo en el momento justo. Me parece un sueño que, desde aquí, sin tradición previa, hayamos conseguido llegar a ensayos clínicos, en los pacientes, con tantos nuevos fármacos, en colaboraciones con la industria, el último el primer primer fármaco oral producido en España para el tratamiento de COVID-19.
«La única oportunidad es crear sinergias. La época del investigador encerrado en el laboratorio ha pasado»
Una de las alegrías que nos ha dado este año es el reconocimiento del CIMUS, el Centro de Investigación en Medicina Molecular y Enfermedades Crónicas de la USC, como Unidad de Excelencia María de Maetzu. ¿Qué significa para Galicia que uno de sus centros de investigación obtenga esa distinción?
Significa que subes un escalón a nivel nacional e internacional. Es como jugar en la primera liga. Pero no llega del aire, sino que se produce tras una evaluación científica y técnica muy rigurosa, lo cual quiere decir que el centro ya estaba ahí con su calidad que promovió Carlos Dieguez desde sus inicios. Lo que sucede es que ahora reconocen esa calidad, y el largo trabajo e intenso. Lo importante no es el premio en sí mismo, sino que supone una oportunidad de llegar más lejos, un paso más en la ciencia con mayúsculas. El hecho de que el CIMUS haya captado decenas de millones de euros, haya generado patentes, haya captado la atención internacional es muy significativo.
Mabel Loza, catedrática de Farmacología y directora científica del CIMUS / Antonio Hernández
¿Qué factores clave tienen que consolidarse en Galicia para poder competir al nivel de los grandes hubs de investigación europeos?
Te diría que visibilizarla, diferenciarla. Porque los estándares mínimos ya los damos. Nos diferenciamos en la traslación a los pacientes y la transferencia industrial, que en definitiva son los dos indicadores de devolver a la sociedad lo que hacemos, los resultados de lo que la sociedad y los gobiernos invierten en nosotros.
¿Existen ya esas sinergias entre los centros de investigación, los hospitales y el tejido industrial gallego?
En el mundo en que vivimos crear sinergias es la única oportunidad. La época de los investigadores encerrados en su laboratorio ha pasado. Para situarse en la parte más alta, más competitiva, los centros de investigación tenemos que crear sinergias. Primero, dentro del centro de investigación y, luego, con nuestro entorno, con la universidad y con todo el sistema de biotecnología. Y ese es nuestro objetivo precisamente con la María de Maeztu.
¿Están creados esos puentes?
Sí, entre el CIMUS y el Complexo Hospitalario Universitario de Santiago (CHUS) están creados. El CIMUS trata de ser el medio más rápido para llegar a los pacientes y eso no se puede hacer sin los hospitales y la investigación hospitalaria. También con otros centros singulares de la universidad, los departamentos y las facultades, el ecosistema de Galicia. Pero hay que seguir trabajándolos, son perfeccionables y traerán más riqueza a todos.
«La distinción María de Maeztu supone la oportunidad de llegar más lejos, un paso en la ciencia con mayúsculas»
Se habla mucho de la fuga de talento científico. Desde su posición, ¿cómo lo está haciendo Galicia para retener a investigadores jóvenes o para atraer a otros investigadores de fuera que nos puedan interesar?
Muy bien, y es un tema muy importante. Hay numerosas iniciativas para captar talento y están teniendo un buen resultado. Hay que ofrecer competitividad de la investigación y en oportunidades de calidad de vida. En el CIMUS, por ejemplo, hemos recibido ocho solicitudes de investigadores del programa Ramón y Cajal y solo hemos podido incorporar a dos. Pero competir con otras comunidades autónomas y otros países mediterráneos que también ofrecen buenas oportunidades es complejo.
El reto no es solo captar talento, sino retenerlo, ¿no?
Efectivamente, hay que mantener el talento, ofrecer oportunidades para desarrollar una carrera académica, con salarios y condiciones equiparables, tienen que estar a la altura también de los que se traen. No se trata de llenar por un sitio y vaciar por otro.

Mabel Loza en las instalaciones del CIMUS / Antonio Hernández
¿Está el ecosistema biotecnológico lo suficientemente maduro como para que las spin-offs y las startups puedan tener éxito global?
Está maduro en cuanto a conocimientos, pero necesitamos mucha más inversión para que las empresas startups no se ahoguen. Porque tener muchas empresas pequeñas siempre supone ese riesgo, la supervivencia. En Galicia tenemos que tratar de atraer y retener a empresas grandes, que sean tractoras, y robustecer ese ecosistema en cuanto a conocimiento y al grado de inversión económica para que sea sostenible.
¿Cúales son los grandes retos que debe afrontar la ciencia gallega? ¿Entre la influencia, las infraestructuras, la transferencia, la internacionalización, la colaboración con lo privado, dónde está el desafío más grande?
Esos son los retos, en una palabra: la sostenibilidad. Y eso requiere fondos y empresas que visibilicen nuestro atractivo y nuestras ventajas, apostar por compartir la financiación pública y la privada. Por otra parte, Galicia siempre ha mirado fuera, y es muy interesante que lo sigamos haciendo, potenciando la internacionalización.













