Miércoles 26 de noviembre. Fecha en la que la ministra de Hacienda, Rachel Reeves, presenta el Presupuesto de Reino Unido. Aunque ya se ha dejado la puerta abierta a subir impuestos, ¿qué medidas concretas se anunciarán? Los analistas ya adelantan que las medidas de ajuste fiscal «serán bien recibidas por los mercados, aunque resulten impopulares entre el electorado».
Hay «mucha especulación sobre las decisiones que tomaré», reconocía Reeves hace unos días, cuando ya adelantaba que tomará «decisiones tanto en materia de impuestos como de gastos», en un intento por preparar el terreno para lo que pueda anunciar esta semana.
Unas cuentas públicas que, según dijo, traerán «la vuelta a la austeridad» y se centrarán, por ejemplo, en «controlar la deuda nacional».
El Gobierno de Reino Unido se enfrenta a una dura batalla para reorientar el discurso fiscal tras una rebaja de las previsiones de crecimiento de la productividad de la Oficina de Responsabilidad Presupuestaria (OBR), cambios de rumbo en las políticas y un desvío fiscal.
Como explican en Danske Bank, Reeves se enfrenta a un importante déficit fiscal, debido, entre otros factores, a una reducción prevista de 0,3 puntos porcentuales en el crecimiento tendencial de la productividad. Este ajuste, superior a lo pronosticado por los analistas (entre 0,1 y 0,2 puntos porcentuales), agrava el déficit en aproximadamente 12.000 millones de libras esterlinas adicionales, lo que eleva el déficit total a entre 30.000 y 40.000 millones de libras esterlinas (incluyendo un margen de seguridad de 10.000 millones de libras esterlinas).
Entre los desafíos a los que se enfrenta el Gobierno de cara al Presupuesto de Otoño, su principal objetivo fiscal es equilibrar el presupuesto actual para 2029-2030, «pero la primera mitad del ejercicio 2025-2026 ha sido complicada, con un déficit que supera sistemáticamente la proyección del Informe de Primavera«, afirma Matt Swannell, Asesor Económico Principal del EY ITEM Club.
«El déficit de 12.600 millones de libras esterlinas registrado en octubre no hace sino agravar los problemas del Gobierno, superando con creces la previsión de 10.000 millones de libras esterlinas del Informe de Primavera. En lo que va del ejercicio fiscal, el presupuesto actual presenta un déficit de 83.900 millones de libras esterlinas, una cifra muy superior a los 68.800 millones de libras esterlinas previstos por la OBR en marzo», indica.
PRINCIPAL MEDIDA: ¿SUBIDAS DE IMPUESTOS?
Los expertos de MUFG creen que el Gobierno «se verá obligado a encontrar medidas por valor de 30-35.000 millones para compensar el déficit, ofrecer algunas exenciones y aumentar su margen de maniobra en virtud de las normas fiscales en 5-10.000 millones», y aseguran que, «ante el escaso margen de maniobra para la contención del gasto, la medida principal serán las subidas de impuestos».
Como coincide Swannell, si el Gobierno quiere cumplir su compromiso de mantener las finanzas públicas estables, «tendrá que endurecer significativamente su política y es probable que las subidas de impuestos sean la principal medida«.
«Los cambios en las políticas de bienestar social y el aumento de los tipos de interés del mercado han agotado el escaso margen de error que el Gobierno tenía respecto a sus reglas fiscales. Mientras tanto, una revisión a la baja, largamente esperada, de las optimistas previsiones de crecimiento de la OBR reducirá los ingresos fiscales previstos. Dado que el gasto corriente ya se presenta complicado, es probable que las subidas de impuestos sean la única manera en que el Gobierno pueda recuperar el terreno perdido y disponer de un mayor margen de maniobra respecto a sus reglas fiscales», dice.
De hecho, el considerable déficit fiscal dificulta cada vez más que el Gobierno laborista cumpla su promesa de congelar los tipos del impuesto sobre la renta, las cotizaciones a la Seguridad Social y el IVA, sus tres principales fuentes de ingresos, creen en Danske Bank.
«Reeves ha insinuado posibles subidas de impuestos y recortes del gasto, culpando al Brexit y al anterior gobierno conservador de los problemas fiscales y económicos. Creemos que el Partido Laborista intentará abordar el déficit fiscal ahora, dado que las próximas elecciones generales aún están lejos, para evitar el riesgo de nuevas subidas de impuestos más adelante«. En consecuencia, piensan que el Presupuesto aliviará en cierta medida la presión en el mercado de bonos del Estado.
En este sentido, sobre cómo afectará al mercado las medidas que anuncie la ministra este miércoles, consideran que la declaración de otoño «será clave»: «Es probable que el Gobierno laborista se enfrente a un importante déficit fiscal en el próximo Presupuesto. Prevemos que lo subsanarán e implementarán medidas de ajuste fiscal que serán bien recibidas por los mercados, aunque resulten impopulares entre el electorado».
De esta manera, la clave para los mercados de bonos del Estado y el tipo de cambio de la libra esterlina estará en si el Gobierno ajusta las reglas fiscales para evitar decisiones difíciles.
«Una opción sería adelantar el cambio normativo del próximo año, permitiendo un déficit del 0,5% del PIB, lo que aliviaría las presiones presupuestarias pero podría alarmar a los inversores en bonos del Estado. La capacidad del Gobierno para abordar plenamente el desafío y garantizar un margen de maniobra suficiente será crucial. Cumplir la promesa del Partido Laborista parece difícil y podría llevar a depender de ingresos inciertos procedentes de nuevos impuestos o de recortes de gasto menos creíbles, ambos negativos para los bonos del Estado. Incumplir promesas aumentando ingresos más predecibles, como el impuesto sobre la renta, sería positivo. Un aumento de un punto porcentual en el tipo básico recaudaría 8.000 millones de libras esterlinas. Alternativamente, un aumento del IVA, que Reeves no ha descartado, podría impulsar los ingresos, pero provocaría una mayor inflación, al menos a corto plazo, y a su vez ejercería presión al alza sobre la rentabilidad de los bonos británicos a corto plazo», expresan.
Por su parte, en Oxford Economics ven que el Gobierno «juega con fuego al poner a prueba la confianza del mercado» y vaticinan un escenario en el que los mercados «reaccionarán con fuerza al Presupuesto, provocando una depreciación significativa de la libra esterlina y un aumento de la rentabilidad de los bonos del Estado».
«Este episodio demuestra la importancia del Presupuesto como prueba de la confianza del mercado en la política fisca. Si el Gobierno ha dado un giro de 180 grados, sería una estrategia arriesgada. Si la causa es política y el Gobierno está preocupado por la reacción de los votantes ante las subidas del impuesto sobre la renta, podría reforzar la percepción de que carece de voluntad para tomar decisiones fiscales difíciles. Si refleja revisiones al alza de las previsiones de la OBR, existe el riesgo de que los mercados cuestionen la credibilidad de dichas proyecciones», sostienen.
Sin embargo, desde MUFG observan «pocos indicios de que este Gobierno esté dispuesto a tomar medidas drásticas a menos que lo considere absolutamente necesario». En cambio, prevén que «intentará subsanar el déficit mediante una compleja combinación de políticas, generando confusión en torno a sus compromisos electorales«.
Sus expectativas «son bajas», con «algunas medidas simbólicas y una reestructuración del gasto a largo plazo». En consecuencia, mencionan que «Reino Unido corre el riesgo de quedar atrapado en un círculo vicioso en el que la persistente especulación en torno a la consolidación fiscal afecta negativamente al sentimiento y la actividad económica, lo que a su vez empeora aún más la situación fiscal del país».
En definitiva, «la atención se centra en la difícil tarea de presentar un Presupuesto que logre contentar tanto a los mercados como a los parlamentarios«, declaran.
¿CUÁLES SON LAS OPCIONES QUE ESTÁN SOBRE LA MESA?
Los expertos de AJ Bell analizan algunas de las opciones que están sobre la mesa de los nuevos Presupuestos británicos. Sobre la desgravación fiscal de las pensiones, dinero en efectivo libre de impuestos y la necesidad de un «bloqueo fiscal de las pensiones», Tom Selby, director de políticas públicas de la firma, habla que recortar las exenciones fiscales «sería sumamente impopular y recaudaría sumas insignificantes para el Tesoro«.
Asimismo, cambiar las reglas del juego de la noche a la mañana «es casi impensable, por lo que cualquier modificación seguramente vendría acompañada de medidas de protección, quizás similares a las implementadas con recortes anteriores al límite vitalicio de las pensiones. No obstante, la falta de un compromiso claro por parte del Gobierno ha generado preocupación«.
En cuanto a los rumores sobre un posible recorte en el límite de aportaciones a las cuentas ISA de efectivo, espera que la ministra de Hacienda aplique medidas drásticas para incentivar la inversión a largo plazo. «Si bien este es el objetivo político adecuado tanto para los particulares como para la economía británica en general, reducir el límite de aportaciones a las cuentas ISA de efectivo no es la forma correcta de lograrlo«. Además, cualquier intento de imponer asignaciones de fondos de Reino Unido dentro de las cuentas ISA «sería sumamente complicado, aumentaría los costes para los inversores y no aportaría ningún beneficio evidente a nadie«.
Respecto a la reforma de las pensiones, se fija en dos maneras obvias en que el Gobierno podría reducir el gasto: eliminar la garantía de la triple protección o acelerar los aumentos previstos de la edad de jubilación. Sin embargo, «ambas medidas tendrían un alto coste político«.
Rachel Vahey, directora de políticas públicas de AJ Bell, reitera que, hasta ahora, Reeves se ha comprometido firmemente a cumplir las promesas de su programa electoral y a no aumentar las cotizaciones a la Seguridad Social, el Impuesto sobre la Renta ni el IVA para los trabajadores, pero «podría verse obligada a tomar medidas impensables hasta ahora y aumentar el Impuesto sobre la Renta». Si esto ocurriera, los afectados tendrían un incentivo adicional para contribuir a un plan de pensiones.
Otra opción que ve factible es la propuesta es aumentar el Impuesto sobre la Renta y reducir la cotización principal a la Seguridad Social de los empleados en la misma cantidad. «Esto aumentaría los tipos impositivos para pensionistas, propietarios de inmuebles, ahorradores y quizás también para quienes perciben dividendos, compensando así el impacto en los trabajadores. Al equilibrar la subida de impuestos con una reducción de las cotizaciones, el salario neto de los empleados se mantendría igual, lo que permitiría al Gobierno afirmar que ha cumplido su promesa electoral. Inclinar la base imponible hacia el Impuesto sobre la Renta en lugar de las cotizaciones, podría considerarse una forma de enmascarar una subida de impuestos dirigida a quienes tienen mayor capacidad de contribución, protegiendo al mismo tiempo los salarios de los trabajadores comunes».
No obstante, cree que cualquier cambio se sumaría a la casi segura expectativa de que Reeves extenderá la congelación actual de los tramos impositivos más allá de abril de 2028 por otros dos años y «extender aún más este impuesto encubierto hará que más trabajadores y pensionistas paguen tasas impositivas más altas».
Mientras, Danni Hewson, jefa de análisis financiero de AJ Bell, recuerda que una de las principales promesas electorales del Gobierno fue no aumentar las contribuciones al seguro nacional, pero en los últimos Presupuestos Reeves encontró una manera de sortear esa promesa insistiendo en que solo se refería a las contribuciones de los empleados.
«Dado que evidentemente se están considerando todas las posibles fuentes de ingresos, ¿podrían Reeves y su equipo justificar la vuelta a los niveles de cotizaciones a la Seguridad Social anteriores a 2024? Tal medida sería sumamente impopular para un Partido Laborista que ha prometido mejorar el nivel de vida de los trabajadores. Una alternativa quizás más aceptable sería modificar el sistema tributario para imponer un nuevo gravamen a quienes utilizan sociedades de responsabilidad limitada (SRL), una figura jurídica que implica que tributan como autónomos», dice.
En lo referente a la exención del impuesto a las nuevas cotizaciones de acciones en Reino Unido durante sus primeros tres años en el mercado, Laith Khalaf, jefe de análisis de inversiones de la firma, comenta que «reduciría un obstáculo importante para invertir y podría atraer a un mayor número de inversores. Además, incentivaría a más empresas a cotizar, al saber que existe una menor presión fiscal durante sus primeros años en el mercado».
Finalmente, se contemplan medidas sobre el Impuesto sobre Sucesiones y el Patrimonio. En este sentido, Vahey apunta que, según algunos informes, el Tesoro está considerando modificar las controvertidas reformas del Impuesto de Sucesiones para los agricultores, aumentando el umbral impositivo de 1 millón a 5 millones de libras, «lo que podría permitir que las explotaciones más pequeñas eludan el impuesto. Lamentablemente, es improbable que se produzca un cambio similar en la situación de los ahorradores para la jubilación. Sin embargo, a menos que la Agencia Tributaria decida modificar la forma en que se aplica el Impuesto sobre Sucesiones a los fondos de pensiones, miles de familias se enfrentarán en el futuro a una auténtica pesadilla administrativa tributaria en el peor momento posible».
Por su parte, ante la creciente escasez de fondos públicos, en parte como consecuencia de los cambios de postura del Partido Laborista respecto a la ayuda para combustible de invierno y el gasto en bienestar social, la idea de un Impuesto sobre el Patrimonio ha cobrado fuerza, señala Khalaf, que considera que, «a primera vista, resulta atractivo», pero «parte del problema radica en qué activos incluir» y también surgen cuestiones de equidad.
«Si bien solo afectaría a un pequeño grupo de personas, un Impuesto sobre el Patrimonio probablemente seguiría siendo una medida controvertida, sobre todo porque quienes se verían afectados probablemente ostentan una influencia desproporcionada, además de un gran poder económico. Sería una decisión extraña para un Gobierno que intenta fomentar la creación de riqueza en Reino Unido para impulsar la economía, al tiempo que añade una capa más de complejidad a un sistema tributario ya de por sí inescrutable. Pero quizá en tiempos desesperados se requieren medidas desesperadas«, concluye.















