“Siempre pensé que viviría en Carabanchel, que me compraría una casa. Toda mi vida dije que no saldría del centro comercial Islazul. Nunca me planteé dejar el barrio, pero mis planes han cambiado en los últimos meses”, dice Lorena (27) desde su apartamento en París. Es su día libre y no ha madrugado. Al menos, no tanto como el resto de días. Lleva algo más de un año y medio trabajando en el parque de Disneyland París, a más de 1.300 kilómetros de su Madrid natal. “Puede ser un empleo para toda la vida, mis jefes llevan 30 años aquí porque está mucho mejor pagado que en España. No paro de viajar y me quiero comprar una casa. Cobro más que mis padres, que tienen sus primas de antigüedad. Para mí es impactante, teniendo en cuenta que trabajo en restauración”, añade. Sin embargo, no todo es fantasía y color en la casa de Mickey Mouse: jornadas de más de 10 horas, miles de visitantes diarios e incertidumbre a la hora de determinar labores diarias: “Es duro estar de cara al público todos los días, pero quiero crecer aquí y escalar en el sector”.
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