Cuando las guerras, los desastres climáticos y las batallas comerciales dan paso a la fragmentación y la incertidumbre, los investigadores de todas las disciplinas aúnan fuerzas para darle sentido a lo que ya llaman el nuevo orden mundial. Este ha sido el objetivo del Anuario del CIDOB, el centro de investigación en relaciones internacionales radicado en Barcelona, que se ha centrado en «las guerras del futuro, la geopolítica del cambio climático y la creciente rivalidad entre potencias y la fragmentación global», según ha explicado este jueves el presidente de la institución y ex alto representante de la UE para Política Exterior y Seguridad Común, Josep Borrell.
La fragmentación global se ha precipitado con el regreso del presidente Donald Trump a la Casa Blanca y sus políticas exteriores agresivas, con la guerra arancelaria, según Borrell, que ha señalado igualmente al ascenso de los BRICS, especialmente de China. Sobre la mayor peligrosidad de las guerras alimentadas por las nuevas tecnologías y la inteligencia artificial (IA), Borrell ha alertado de que la guerra en Ucrania ha transformado tácticas y equipamientos, en concreto con el uso de drones y de la IA. En cuanto al cambio climático, ha señalado el coste humano de una respuesta lenta en la pugna por recursos estratégicos y el aumento de desplazados forzosos, en particular en el África subsahariana.
La gran pregunta que atraviesa el presente es «qué futuro nos espera», según ha señalado el conseller de Unió Europea y Acció Exterior, Jaume Duch, en la presentación del Anuario. Un interrogante que, ha explicado, obliga a actuar más allá de las urgencias del momento. Las «recetas del pasado ya no sirven» ante un triple desafío —geopolítico, tecnológico y climático— que redefine las reglas que durante décadas han sustentado el orden internacional. «Estamos quizá ante el fin de un sistema de gestión del mundo que, con todas sus injusticias, había llevado a niveles de progreso y paz inéditos», ha añadido. La erosión del multilateralismo, el cuestionamiento del derecho internacional y el retorno a “la ley del más fuerte» revelan, según Duch, una tendencia profunda que también expone las fragilidades europeas: una defensa delegada, una estabilidad financiera frágil y una base industrial insuficiente.
A ese diagnóstico se añaden la transformación tecnológica, «instrumento y potencial amenaza», según Duch, que ha señalado la dependencia europea de EEUU y el riesgo de perder incluso la base industrial necesaria para la seguridad económica y energética. En paralelo, el desafío climático adquiere un carácter estructural: el aumento de temperaturas, la presión energética y el desplazamiento forzoso de millones de personas coinciden con el ascenso de populismos que cuestionan las soluciones colectivas.
Duch ha subrayado que Europa se encuentra «en un punto de inflexión histórico»: o avanza hacia una mayor capacidad de acción o quedará a merced de decisiones ajenas. Frente a ello, ha reivindicado el papel activo de Catalunya y ha llamado a una UE «más fuerte, más coherente y más ambiciosa». Y ha resumido el momento con una advertencia: «Europa no tendrá una segunda oportunidad; necesitamos menos declaraciones y más capacidad de acción».
Jaume Duch, Conseller de la Unión Europea y Acción Exterior, en la presentación del Anuario de CIDOB / CIDOB/ cedida
Radiografía del Nuevo Orden Mundial
En un escenario internacional cada vez más volátil, marcado por tensiones geopolíticas, crisis climáticas y disputas económicas, el Anuario del CIDOB intenta ordenar las claves de un sistema global en transformación. El centro con sede en Barcelona dedica esta edición a ir más allá de las guerras de Ucrania y Gaza y las emergencias humanitarias y climática, y trata de ofrecer una capa de análisis más profundo de la que Europa se pueda servir para resituarse en el mapa global.
La nueva etapa, ha asegurado Borrell, combina una competencia estratégica más intensa con la erosión de los mecanismos de cooperación que habían sostenido el orden internacional en las últimas décadas e invita a reconfigurar las prioridades del sistema global en un ejercicio cada vez más complejo y lleno de incertidumbres.
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