Bejo guardó las gafas de sol en el cajón y destapó la tapa de ese cerebro que almacena bajo la frondosa pelambrera. El rapero canario, cosa mayor de la escena nacional, abrió esta semana la puerta a la vulnerabilidad con el estreno de El Interiorista (2025), el puente a una habitación interior de su identidad, con la que jugaba al escondite por medio de la guasa del hipi hapa vacilanduki.
«¿Cómo te llamo?», «Como quieras. Bejo o Borja, cualquiera está bien», responde. A sus 32 años, Borja Jiménez Mérida (Valverde, El Hierro, 1994) explora nuevas bifurcaciones en su carrera. Después de más de una década de directos y festivales redirige su interés a la introspección que señó sus primeros temas en YouTube con bases de músico Tom Misch, en Metamorfosis o Entre tenerme y entretenerte.
«Creo que era un buen momento para esto, para quitarme las gafas del sol y mostrarme como de otra manera», asegura. En El Interiorista propone un viaje hacia el interior, acompañado de un cortometraje en blanco y negro que acompasa el bejismo a un lugar íntimo esta vez. «Ya no soy lo que era/ Nueva era/ Otro paisaje, la misma loquera», gesto con el que deja ver las grietas del rostro y la cartografía onírica de sus pensamientos.
En este trabajo, el rapero canario, mayormente conocido por formar parte del trío Locoplaya con Don Patricio y Uge, comparte la dirección de la película con Álvar Alonso, Jorge R. Preciado, Claudio Rivero, Carmina Corella y el siempre indispensable en la estética de sus videoclips Cachi Richi. El MC barcelonés Juli Giuliani se pone al servicio de las bases, y vuelve a pulir el apartado de sonido el productor Nico Miseria, con el que Bejo firmó el EP, Piedra Pómez (2019). «Es un gusto trabajar con Nico Miseria, lo admiro mucho… Siento que tiene algo muy especial y único y creo que nos combinamos y entendemos muy bien», reseña.
Kase.O e Ignatius Farray aparecen como convidados en la única colaboración del álbum. De hecho, este trabajo reserva toques de saxo de Escandoloso Xpósito, una de las mentes maestras en España para la hibridación el hip hop y el jazz, y que dejó su impronta en un monumental Jazz Magnetism (2011) de Kase.O. Contar en nómina con el MC zaragozano Javier Ibarra, uno de los padres del rap español, para este trabajo representa una filiación del rap al que Bejo admira: «Siempre he admirado a Kase.O y he crecido escuchando su música y me parece de los mejores… Estoy súper agradecido y es un honor poder tener una canción con él».
De izqda a dcha, Bejo, Kase.O e Ignatius Farray. | / CLAUDIO RIVERO
Ignatius Farray, el archiconocido escritor, humorista y actor de Gran Canaria aporta el poema con el que culmina Invirtiendo en la pérdida. « Lo escribió ahí en el estudio sobre la marcha, en el rodaje… Vamos, se me quedaron los pelos de punta», recuerda el rapero.
Bejo habla de tener paciencia y de paciencia cumplida tras el estreno de este híbrido entre álbum y cortometraje este miércoles en la Sala Equis de Madrid: «Estoy muy contento y muy ilusionado. Ha sido un trabajo largo que se ha hecho con paciencia. Me alegra por fin compartirlo con mis amigos, con gente cercana y también con el público».
Ocho temas
El álbum es breve, compuesto por apenas ocho canciones que exploran en 21 minutos conceptos como la identidad, la contradicción o la búsqueda de sentido. «No sabía cómo de largo hacerlo y al final se quedó ahí, un álbum cortito. Era una fórmula para poder hacer la parte visual lo más cuidada posible», confiesa.
En su método, el rapero residente en Madrid compone y graba en su casa, y selecciona con ojo de interiorista aquello que conviene mostrar. «Tenía mucha música diferente, de diferentes tipos y me decanté por dos de este álbum que fueron las primeras que hice», explica.
En lo que respecta al metraje Bejo retoma su relación con El Hierro, donde creció en la localidad herreña de La Caleta. La isla, un faro de veranos, con imágenes en blanco y negro y sonidos oscuros, llena la narrativa. «Para mí El Hierro es una isla que siempre me ha acompañado… siempre he pasado ahí mis veranos. La propia isla en sí es una parte importante de mí», cuenta.
En el cortometraje, la isla y el mar son el laberinto por los que el cantante huye de un animal mitológico, metáfora de pensamientos intrusivos y vulnerabilidades entre sueños oníricos. «En esta jungla/ o te aclimatas/ o te aclimueres», canta a la desesperanza en Dentro de mi cueva, o en El interiorista, canción homónima con la que cierra el álbum con un guiño a un corte de César Manrique: «Vengo de mi generación, la de la degeneración/ la de la ansiedad, la presión y la depresión».
El álbum reserva un pequeño cacho para el rap canario que ha marcado su oído, entre ellos Niño Maldito, Bentorey Medina, Fernikhan de El Veneno Crew y Buda, raperos con los que comparte signo en el rimadero insular y que se integran en la costura de El puerto de la estaca, primer tema del álbum. «Yo no quiero limitarme, me dejaré llevar», aclara Bejo sacudiéndose de encorsetamientos, aunque la lírica del rapero no acostumbra a quedarse clavada en una estación, sino a cruzar el mar en ferry desde El puerto de la Estaca.
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