Mientras las negociaciones de la cumbre del clima de Brasil (COP30) entran en su quinta jornada oficial con un paso incierto y la tensión latente de los choques diplomáticos, Belém ha conseguido poner en marcha una iniciativa global (más allá de los acuerdos oficiales de este encuentro) para preparar los sistemas de salud pública ante un mundo cada más expuesto a extremos climáticos como olas de calor, episodios de contaminación, lluvias torrenciales, inundaciones y tifones y hasta enfermedades que se están desplazando debido al calentamiento global. Para hacer frente a esto, en el marco de la cumbre de Brasil, se ha presentado un «plan de acción global» para reforzar los sistemas de alerta ante extremos climáticos, mejorar la preparación de los sanitarios ante estos escenarios y reforzar la resiliencia de los centros de salud de todo el planeta. La iniciativa ha logrado el respaldo de varias entidades filantrópicas que, en total, se han comprometido a movilizar hasta 300 millones de dólares para la causa.
El programa, anunciado durante la recta final de la primera semana de la cumbre de Belém, ha sido desarrollado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), varias entidades vinculadas a Naciones Unidas y el Gobierno de Brasil. Según ha explicado Alexandre Padilha, ministro de sanidad del gobierno de Lula y uno de los principales impulsores de esta iniciativa, hace años que la comunidad científica afirma que la crisis climática es una crisis de salud pública y, frente a ello, «el objetivo de este plan es transformar esta preocupación en acciones concretas». «No adaptar los sistemas de salud ante situaciones climáticas adversas que ya estamos presenciando y que en los próximos años podrían ir a más cuesta vidas», ha argumentado Padilha durante la presentación del «plan de acción» en materia de salud pública.
«No adaptar los sistemas de salud ante situaciones climáticas adversas que ya estamos presenciando y que en los próximos años podrían ir a más cuesta vidas»
Tres líneas de acción
La iniciativa contempla tres líneas de acción; reforzar la vigilancia y las alertas tempranas ante fenómenos extremos, impulsar protocolos de actuación basados en la evidencia científica y, finalmente, promover programas de adaptación para asegurar que las infraestructuras de salud sean resilientes ante eventos climáticos extremos. En total, el plan contempla más de 60 acciones concretas entre las que destaca, por ejemplo, la creación de plataformas nacionales para predecir cuándo se avecina una ola de calor extrema, cuáles son las principales poblaciones de riesgo y qué hacer para asegurar su protección ante este escenario. España ya dispone de iniciativas en este sentido pero, en este caso, el objetivo es que todos los países puedan contar con recursos de este tipo. Sobre todo en el caso de las regiones del sur global.
Uno de los puntos fuertes de esta iniciativa es la propuesta de desarrollar medidas específicas para proteger a distintos sectores de la población ante extremos climáticos. Por ejemplo, se habla de crear planes para lograr que las escuelas puedan funcionar correctamente durante episodios de calor extremo. También se reclama crear una regulación de la salud laboral específica frente al calor extremo y reforzar la vigilancia de los trabajadores al aire libre. En cuanto a las situaciones de emergencia como podría ser una inundación o el paso de un huracán, la iniciativa propone diseñar planes específicos centrados en la salud mental de la población que ha sufrido el desastre y con medidas específicas para grupos habitualmente dejados atrás como es el caso de las personas con discapacidad.
Reforzar los centros de salud
Otra de las peticiones que pone sobre la mesa este plan es la necesidad de lograr que la maquinaria sanitaria siga funcionando incluso tras el paso de un extremo climático de gran magnitud. Para ello se pide realizar evaluaciones de riesgo de todas las instalaciones sanitarias, impulsar la implantación de energías renovables en los centros de salud para aumentar su autonomía en caso de desastre así como diseñar sistemas de suministro seguro de agua y saneamiento resistente a inundaciones o sequías. También se propone desplegar estrategias de telemedicina para zonas de difícil acceso tras un desastre natural y hasta crear plataformas para garantizar que, en caso de emergencia, haya medicamentos disponibles para toda la población.
«El poder de la colaboración es reconocer la urgencia del desafío y trabajar juntos para proteger vidas»
La iniciativa ya suma el apoyo de más de 35 entidades internacionales como la Gates y la Rockefeller Foundation, y los grupos Bloomberg Philanthropies, IKEA Foundation, Quadrature Climate Foundation y Wellcome. «El cambio climático es la amenaza para la salud más grave de nuestro tiempo, y ninguna organización, comunidad o país puede afrontarlo solo. Al unirnos para alinear nuestras prioridades y combinar nuestros recursos, esta coalición puede acelerar las soluciones más rápidamente, llegar a más comunidades y lograr un mayor impacto«, ha explicado Naveen Rao, vicepresidente sénior de Salud de la Fundación Rockefeller, quien ha añadido que «el poder de la colaboración es reconocer la urgencia del desafío y trabajar juntos para proteger vidas».
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