Sufrir una enfermedad importante, como un cáncer, un ictus o un infarto, aumenta las opciones de que una pareja se separe. Un estudio de la Universidad de Alicante y la Università di Roma Tor Vergata ha constatado el incremento de la probabilidad de divorcio del 19 % entre la población mayor de 50 años, como consecuencia de un problema de salud en alguno de los miembros de la pareja.
Esta investigación, realizada por Javier Adrián López y Anna Sanz de Galdeano del Departamento de Fundamentos de Análisis Económicos (FAE) de la Facultad de Ciencias Económicas de la UA, junto a Daniela Vuri, de la Univesità di Tor Vergata, trata de analizar el incremento de los divorcios entre las parejas que superan el medio siglo de vida, un fenómeno al alza en España y en el resto de las sociedades occidentales.
En la provincia se registran más de 4.000 divorcios anuales y 400 de ellos son de mayores de 65 años.
El estudio trata de hallar las causas de los nuevos casos de rupturas matrimoniales en edades maduras y qué elementos influyen en este comportamiento social y apunta que hay una relación directa entre salud y estabilidad familiar en las etapas finales de la vida, y un fuerte impacto en la continuidad de la relación, tal y como ha informado la institución académica.
En este sentido, señala que los episodios de crisis de salud “es uno de los elementos que condicionan esta situación” y que “sufrir un problema de salud aumenta significativamente la probabilidad de disolución de la pareja en aproximadamente un 19% de la prevalencia media del divorcio».
La investigación arroja que el efecto en la pareja de que alguno de los cónyuges sufra una enfermedad se intensifica «gradualmente con el tiempo, en lugar de aparecer inmediatamente después del evento adverso de salud”.
Cada vez más matrimonios deciden poner fin a la convivencia una vez superados los 65 años, cuando los hijos ya son independientes / INFORMACIÓN
Salud mental y tensión económica
Además, según el trabajo de López, Sanz de Galdeano y Vuri son “varios los mecanismos a través de los cuales las crisis de salud pueden influir en el divorcio, centrándonos en tres posibles canales: la salud mental, el deterioro cognitivo y las dificultades económicas”. Los investigadores afirman que sus hallazgos “sugieren que los tres mecanismos probablemente desempeñan un papel en la mediación de la relación entre las crisis de salud y el aumento de la probabilidad de divorcio”.
El estudio, basado en 1.325 hogares de Estados Unidos que experimentaron algún problema de salud grave, también identifica diferencias en función de la religión y la raza de las parejas, lo que sugiere que “los efectos de las crisis de salud no son uniformes entre grupos sociales”.
Además, el estudio subraya la relevancia del fenómeno del “gray divorce” o divorcio en la vejez, destacando que “a medida que las poblaciones envejecen, comprender el papel de las crisis de salud en la inestabilidad conyugal es fundamental para los responsables de políticas públicas.”
Los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) confirman el incremento de los divorcios en España. En este sentido, crecieron en un 15,9 % entre las parejas de 50 a 59 años en el periodo 2015 a 2024. En este mismo periodo de tiempo, el incremento en la franja de edad de 60 a 69 alcanzó el 44,5 % y llegó al 78 % entre los mayores de 70 años.













